Voto de castigo
De las elecciones locales del pasado mes de mayo se han sacado ya mil y una interpretaciones, como era previsible e inevitable. Entre otras, se ha hablado largo y tendido del supuesto voto de castigo al transfuguismo en general y a los tránsfugas en particular, que tienen todos ellos nombres y apellidos. Eso se ha visto, principalmente, en el Ayuntamiento de Arrecife. Y los que han castigado ese fenómeno han sido tanto los que han acudido a votar como los que no lo han hecho. Decía don Miguel de Unamuno que en España siempre se vota contra alguien... o contra algo, tanto monta.
A algunos les ha sorprendido ese voto de castigo a la traición. Pero muchos habíamos repetido hasta el cansancio que hacía tiempo que no se veía tanto tránsfuga por metro cuadrado en esta pobre islita rica sin gobierno conocido. El transfuguismo en masa del último mandato (2003/07) no había tenido precedentes, ni siquiera en el mismo Lanzarote que en su día fue pionera en ese mal ejemplo político. Y ahí aparecieron todos, juntos y revueltos, en las distintas y no tan distantes listas electorales, sin atisbo de rubor alguno por parte de los señalados con el dedo de la deserción.
La campaña fue dura, a juicio de algunos candidatos. No lo discuto, pero de lo que no hay duda es de que la campaña fue, esencialmente, sucia. Volvieron a verse muy malos modos, marrullerías sin cuento, uso torticero de la publicidad institucional, boicoteos a los actos del rival y demás ruindades que dicen poco bueno de sus protagonistas. Pero hablar de transfuguismo en la infrapolítica lanzaroteña es pura redundancia, reiterado pleonasmo, pues no hay partido -y casi ni político- que no haya sido tocado por ese virus corrompido y corruptor, si nos ponemos a ver como es debido. No me pidan nombres, que no me iban a caber todos en la columna.
En una isla donde el transfuguismo es a la política lo mismito que la televisión a la idiocia colectiva parece hasta lógico que hayamos tenido episodios de traición política para todos los gustos. En Teguise, en efecto, se dio el afamado pacto de las tuneras (primer caso registrado de transfuguismo en Canarias), y también en la vieja Villa se escenificó años después el no menos esperpéntico y bochornoso episodio en el que, justo a la hora de la toma de posesión de su acta como concejal del sustituto de Miguel Ángel Remedios como teórico nuevo edil del PP, va el flamante edil, de cuyo nombre no puedo ni quiero acordarme, y jura el cargo alegando que toma posesión del mismo como nuevo miembro de Asamblea Cojonera (Conejera, quise decir). ¿Alguien da más?
Comparto la idea de los que creen que el transfuguismo es la llaga o la principal asignatura pendiente de la todavía joven y cada día menos creíble democracia, pues viene a suponer la más clara burla al sistema político actual. Mientras tanto, los distintos y distantes partidos políticos se limitan a firmar periódicamente risibles pactos antitransfuguismo que cumplen hasta justo el momento que hay un tránsfuga presto y dispuesto a hacerles un favor en este ayuntamiento o en aquel cabildo. (de-leon@ya.com).