...Y yo me iré
En el aeropuerto veo/leo una esquela publicada este pasado fin de semana en la prensa grancanaria o canariona, que anuncia el primer aniversario del fallecimiento de una señora a la edad de 79 años (q.e.p.d). Bajo el título “Tu familia que no te olvidamos” (ya, ya sé que eso está mal escrito, pero tampoco hay que pedirle a los deudos lógica gramatical, puesto que hoy no la tienen ni siquiera los supuestos profesionales de las letras), se publica parte del poema que, para mi gusto, mejor explica o condensa qué es la muerte (para los que crean en ese mito de la muerte, que no es mi caso). Como no todo iban a ser composiciones en plan pareado delicado (“Te vas para no volver, / y me quedaste a deber”), en esta ocasión los versos son obra y gracia artística del gran Juan Ramón Jiménez (JRJ para los amigos y demás personas piadosas), el excelso poeta al que ahora andan descubriendo furtivos encuentros sexuales con todas las monjas de no sé qué convento de principios del siglo pasado, sabedoras, hermanitas y demás madres superioras, de que no todo en esta vida iba a ser rezar el rosario. El poema de marras, que se cansó de recitar Jesús Quintero en Canal Sur Andalucía y después en la misma TVE de la que lo echaron como agua sucia por un quítame allá una entrevista incómoda, se llama “El viaje definitivo”, pero ni título ni autor se citan en la esquela de marras, que fusila alegremente versos ajenos, en plan Ana Rosa Quintana o Lucía Etxeberria de andar por casa. ¿Y la propiedad intelectual, cristianos? ¿Y los derechos de autor (o de la familia y descendientes del vate)? Si vale para reparar en algo el daño causado, aquí al menos nombramos al autor y reproducimos a continuación el poema tal cual, no a la chamberga:
“Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros cantando;/ y se quedará mi huerto con su verde árbol,/ y con su pozo blanco./ Todas las tardes el cielo será azul y plácido;/ y tocarán, como esta tarde están tocando,/ las campanas del campanario./ Se morirán aquellos que me amaron;/ y el pueblo se hará nuevo cada año;/ y en el rincón de aquel mi huerto florido y encalado,/ mi espíritu errará, nostálgico./ Y yo me iré, y estaré solo, sin hogar, sin árbol/ verde, sin pozo blanco,/ sin cielo azul y plácido.../ Y se quedarán los pájaros cantando”.
...Y UNAS PERRITAS DE VINO
En Tenerife, mientras nos echamos unas perritas de vino por “esos nortes, una periodista que ya ha dejado el oficio imitando al enorme Ernest Hemingway (“El periodismo es el mejor oficio del mundo si se sabe dejar a tiempo”), me dice que la calidad del periodismo de un lugar se mide por la altura intelectual de los entrevistados más frecuentes.
Al día siguiente, en Lanzarote otra redactora me saca de dudas cuando le pregunto por curiosidad elemental por los personajes principales que más entrevistas han acaparado en los últimos años en esta pobre islita rica sin gobierno conocido.
-Eso ahora se puede ver fácilmente con la prensa digital. El año pasado, yo miré por curiosidad quiénes eran los personajes que más entradas tenían...
-¿En la cabeza?
-No, no, en los buscadores de internet. Ya sabes, en la red está todo...
-¿Y?
-Los que más aparecían eran Marcos Páez y un tal Willy Díaz. Pero por más que leí y releí, ninguno de los dos había dicho nada interesante.
-¿Y entonces por qué los entrevistan tanto? -pregunto, como por inercia.
-Precisamente por eso, mi niño: porque a nadie le interesa leer nada de provecho. Si fuera así, ningún medio de comunicación entrevistaría jamás a ningún político local.
-Mujer, tampoco hay que ser tan exagerada...
-Que me lo diga un abstencionista reincidente ya tiene gracia, ya... (de-leon@ya.com).