ZP en Lanzarote... otra vez

Autoridades políticas competentes en la materia, si las hubiera o hubiese, ya están en posesión de la verdad y en conocimiento de la noticia: el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez (más conocido por su segundo apellido), volverá a pasar sus merecidísimas vacaciones de verano en Marbella (Lanzarote, perdón). Más en concreto, en la ya conocida residencia real -y la tuya te la encontraste en la calle- de La Mareta, donde la mujer del hombre más poderoso del país hace sus reformitas de vez en cuando a cuenta del erario público, porque ella se lo merece. Una minucia de gastos si lo comparamos con la promoción que dicen que genera tamaña y tan destacada visita, de acuerdo, aunque ya saben también lo que se dice y lo que se le recomienda desde hace siglos a la mujer César...

La última vez que hacíamos referencia escrita aquí mismo a los caprichitos del matrimonio ZP en Lanzarote, otros portales digitales de la Península colgaron esta columna por ahí afuera, para que sus lectores no adictos al PSOE rajaran contra la familia Zapatero y los lectores de tendencia psoecialista me dijeran de todo menos batatero. Gajes del oficio. Va en el sueldo y ya lo tenemos asumido.

Anécdotas pueriles al margen, importa lo que importa: la buena nueva de la vuelta de Zapatero a esta pobre islita rica sin gobierno conocido, que ciertamente siempre será positiva por lo de la citada y sobadísima promoción turística, aunque nunca será tanta como una portada a cuatro columnas en El País comparándonos con Marbella (Carlos Espino dixit).

Toca entonces portarse bien con tan ilustre personaje y ejercer de buenos anfitriones (el mejor anfitrión siempre es el que menos molesta al invitado o huésped principal). Habrá que dejar descansar en paz a Zapatero, el hombre tranquilo que busca la falsa tranquilidad lanzaroteña y que tan poco y tampoco se parece al John Wayne de la película del mismo nombre del que está considerado como el mejor director de la historia del cine, su tocayo Ford. Que no le inoportunen los curiosos, los cámaras, los camareros, los camaradas conejeros o los culichiches del coñosón. Dejen descansar a ese hombre, por caridad cristiana, que vuelve a tener ahorita mismo a España en la cabeza.

Un respetito y un respirito ahí para Zapatero, el hombre del cambio tranquilo, el estadista. En hablando de esto último, una conocida frase de Bismarck retrata a ZP como pocas otras: “El político piensa en la próxima elección; el estadista en la próxima generación”.

Cuando vuelva a pisar tierra cristiana, canaria y conejera, allá por el estío insular, dejemos que el presidente del Ejecutivo nacional que no nos merecemos disfrute en Lanzarote tanto de su renovada victoria política del pasado y pesado 9-M como de la segura victoria final de su equipo, el Barcelona (al menos tiene buen gusto futbolístico) en la inminente final de la Liga de Campeones del año en curso. La tercera Copa de Europa del Barça le celebrará a sus anchas ZP en Marbella (Lanzarote, quise decir). Amén. (de-leon@ya.com).