La agricultura ecológica se abre paso en la Isla, declarada espacio libre de transgénicos
Fotos: Dory Hernández
Manuel Peláez se levanta todos los días antes de que salga el sol para comenzar con la faena del campo. Es uno de los 14 agricultores ecológicos de la isla de Lanzarote. Y eso implica un esfuerzo añadido, pues no utiliza en sus cultivos ni semillas transgénicas, ni productos químicos, ni herramientas mecánicas en su día a día. Todo en la huerta de Manuel, que pertenece a la asociación de agricultura y ganadería ecológica La Tanganilla, es natural, ya que vive en unos terrenos cercanos al pueblo de Tías donde ha creado un ecosistema perfecto, en el que nada sobra. La naturaleza sólo crea lo que se revierte sobre sí misma conformando un círculo biológico cerrado.
Los excrementos de sus cerdos y gallinas sirven para estercolar la tierra, mientras que los restos orgánicos de las plantas no se tiran, ya que Manuel los convierte en compost que luego utiliza en los cultivos de su finca. Los insectos y lombrices contribuyen al buen funcionamiento de la huerta aireando la tierra y mejorando las condiciones de vida de las plantas. Éstas son las principales diferencias con la agricultura convencional, que persigue el mejor desarrollo de los cultivos, eludiendo las reglas de la madre gea. “La modificación genética implica matar todo lo vivo para que sólo crezca la planta que se quiere cultivar, pero la repercusión a la larga en la salud no la sabemos”, comenta José Pérez Dorta, presidente de la asociación de agricultura y ganadería ecológica La Tanganilla mientras que Manuel le muestra orgulloso los resultados que se están produciendo en sus tierras y arranca algunas malas hierbas que crecen cerca de sus plantas.
Recorrer los cultivos de Manuel impresiona. Nadie que no sea cercano a las labores del campo diría que la tierra de Lanzarote pudiese albergar una variedad tan amplia de verduras y frutas, y con tan buen aspecto. Uvas, cebollas, papas, papayas, plátanos, hierbas aromáticas, lechugas, melones, sandías, fresas, espinacas, rábanos, espárragos y hasta olivos son algunas de las plantas que cultiva este cordobés de 61 años afincado en Lanzarote desde hace casi 20. “El espárrago va a tener futuro en Lanzarote, Pepe, aunque las cebollas se me han fastidiado este año”, comenta Manuel a su amigo. Y es que, como él mismo sostiene, “uno se queda asombrado con lo que puede salir de esta tierra”.
La única queja que tiene Manuel es que Inalsa, la empresa de agua pública, aún no ha contactado con él para “enganchar”, por lo que él y sus plantas tienen que subsistir con el agua que recoge del aljibe de su finca. “Estoy seguro de que con un poco más de agua estarían el doble de grandes, asegura Manuel mientras señala la zona en la que se ubican las papayas.
Hasta 300 pipas de agua o 300.000 litros puede almacenar
mediante el aljibe si es un buen año de lluvias y se llena el depósito. El buen hortelano pasa mucho tiempo solo, sabe escuchar y también contar. “Este aljibe se hizo hace 70 años. Antiguamente era un bebedero de camellos y el dueño cobraba 15 pesetas por dejar que los animales lo usaran”, cuenta Manuel. “En aquella época era un buen dinero”, añade para ensalzar el valor de la anécdota.
Lanzarote, libre de transgénicos
Recientemente, el Pleno del Cabildo de Lanzarote acordó declarar a la Isla como un espacio libre de productos transgénicos. Como afirma Pérez Dorta, no se conocen exactamente cuáles pueden ser los efectos a largo plazo de los productos transgénicos para la salud. Por ello, algunas administraciones se están poniendo las pilas con este grave asunto. “Los riesgos sanitarios a largo plazo de los OMG (Organismo Modificado Genéticamente) presentes en nuestra alimentación o en la de los animales cuyos productos consumimos no se están evaluando correctamente y su alcance sigue siendo desconocido”, alerta Greenpeace en un comunicado a la vez que informa de posibles efectos nocivos como “nuevas alergias, aparición de nuevos tóxicos y efectos inesperados”.
La agricultura ecológica se convierte de este modo en un valor a tener en cuenta en una isla que se caracteriza por los altos precios de las verduras, hortalizas y frutas que se importan de fuera, con unos precios elevadísimos que aumentan el ya de por sí caro precio de la cesta de la compra y sin que estos productos que llegan hasta el consumidor sean frescos. Al menos, tanto Manuel como José así lo creen y ambos auguran un buen futuro para el sector en Lanzarote. Manuel asegura que “producir agricultura comienza a ser rentable”, pese a que en su caso ha tenido que batallar con las duras labores del campo durante tres años para que esto sea así. No obstante, no le tiembla la voz cuando afirma que “no lo cambiaría por nada en el mundo”. Y es que tiene las ideas claras. “No todos podemos ser médicos, ni dedicarnos a la industria. “En una sociedad tiene que haber de todo”, argumenta refiriéndose a la particular situación de la economía lanzaroteña, donde el 90 por ciento de la actividad tiene que ver con el amenazado sector turístico.
Un sistema justo y sin intermediarios
Llegados a este punto, cabe plantearse una pregunta. ¿Dónde se distribuyen los productos que cultivan en Lanzarote agricultores como Manuel?
Aunque la producción no da para abastecer a toda la Isla, cada sábado, Manuel y otros compañeros de la asociación La Tanganilla se levantan temprano para poner en marcha el mecanismo de distribución que, prácticamente, permite que los alimentos vayan de la huerta a la mesa. A las siete de la mañana, Manuel comienza a recolectar los frutos maduros que tres horas más tarde se venderán en los mercados de Tías y Haría. Estos mercados están abiertos desde las 10.00 hasta las 14.00 horas y allí se pueden adquirir productos frescos y de temporada que distan mucho de lo que se puede encontrar los supermercados de la Isla. Además, los precios son similares, aunque más caros. Un kilo de fresas puede rondar los siete euros y la diferencia de calidad es abismal. “A ver quién da más”, concluye Manuel con orgullo.
Una de las principales preocupaciones de los agricultores ecológicos es que sus productos se vean reconocidos como tales. Es por esto que sólo distribuyen su producción o en estos mercados que organiza La Tanganilla o a clientes propios que suelen contactar regularmente para abastecer la despensa de casa, además de herboristerías.
Otra de las ventajas que tiene la producción ecológica es que se elimina a los intermediarios, que son los que se llenan los bolsillos a costa del agricultor y del consumidor. De hecho, el Pleno del Cabildo de Lanzarote aprobó la creación de un Mercado Agrícola Virtual, gracias a una propuesta del Partido Nacionalista de Lanzarote (PNL) con el fin de eliminar a los intermediarios y para que los agricultores puedan contactar, a través de internet, directamente con el consumidor. Tanto a Manuel como a José, esta iniciativa les parece buena, aunque saben que también tiene numerosos inconvenientes. En primer lugar, la red no llega hasta el campo, que es donde viven estos agricultores que además no suelen estar familiarizados con las nuevas tecnologías. En segundo lugar, como explica José, “primero tiene que haber una coordinación entre la oferta y la demanda, puesto que si hacemos una producción mayor y luego no hay consumidores, nos arruinamos; y si no hay suficiente oferta, crea frustración entre los consumidores”. Por ello, aboga porque haya una buena coordinación entre las partes implicadas para que este proyecto no sea un nuevo fracaso de la clase política.
Y es que, el buen hortelano lo mide todo. Hasta ese complejo ‘ecosistema' que supone la economía de Lanzarote.