La pandemia ha parado su brillante carrera como comentarista de radio más viejo del mundo

Juan Machín cumple 105 años rodeado del cariño de su familia

Machín durante la fiesta que le preparó su familia este domingo en Arrecife.

Juan Machín cumple este lunes 105 años. Lo va a hacer por culpa de la pandemia del coronavirus de forma discreta en su casa de Arrecife junto a su inseparable hija María. Mejor compañía no puede tener para un día tan especial. Sin embargo, que nadie piense que a una persona alegre al que le gusta la fiesta más que a nadie no se le agasaja a lo grande cuando cuenta a sus espaldas con un siglo y un lustro. Su familia le preparó una pequeña sorpresa este domingo, día no festivo en Lanzarote en el que aprovecharon para cantarle el cumpleaños feliz y gastarle todo tipo de bromas, que es una de las razones por las que se ha mantenido vivo y lúcido durante tanto tiempo alguien que llegó a decir estos días que prefería que le pusieran la vacuna contra el bicho a alguien que la necesitara más que él, que sólo abandonará este mundo cuando llegue a un acuerdo con Dios y entre ambos entiendan que es el momento. 

El comentarista radiofónico más viejo del país, probablemente el más viejo del mundo, no ha podido celebrar este cumpleaños por segunda vez en los estudios de Crónicas Radio-COPE Lanzarote, lugar en el que cada viernes y durante muchos años se ha ganado el cariño de la gente con su increíble sentido del humor, con su inteligencia y con la dura ironía que emplea cuando analiza las circunstancias políticas que rodean cada momento. El dichoso coronavirus lo ha impedido y por culpa de la pandemia se ha cortado una más que brillante trayectoria radiofónica que le ha llevado a ser uno de los personajes más populares y queridos en la Isla.

Este lunes, día de la Cruz, estará en su casa de la calle Jacinto Benavente de la capital lanzaroteña, junto a la santa que le cuida y que le mantiene firme como un roble y sano como una manzana recién cogida del árbol. Además de María, sus nietos, bisnietos y tataranietos y el resto de la enorme familia que ha construido a lo largo de una vida intensa y llena de felicidad, que es la que reflejaba en el rostro en un día especial como fue el de este domingo.

El año anterior, el primero en el que se vio obligado a estar encerrado en casa por la pandemia, recibió la felicitación más ruidosa de su vida; voluntarios de Emerlan, de Protección Civil y de Cruz Roja se presentaron en la calle del populoso barrio de Altavista con sus coches y ambulancias e hicieron sonar las sirenas a toda pastilla. Un momento inolvidable para alguien que desde luego no es casualidad que haya llegado a semejante edad con esa energía y con la cabeza en su sitio, casi siempre custodiada por su particular sombrero.

A toda su familia y a sus amigos les habría gustado poder celebrar otro tipo de fiesta, pero las circunstancias no lo han permitido. Sin embargo, manteniendo las restricciones que determina la situación, también recibirá a lo largo del día algunas visitas importantes.