Astrid, tú no eres Ayuso
Tengo muy claro que cuando un político destaca, para bien o para mal, ese político es único.
Es lo que sucede con la próxima presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.
El problema en sí no es que sea buena o mala presidenta, que por lo visto en las elecciones del 4 de mayo, para los madrileños, es la mejor con diferencia y ante esa realidad, nos guste más o menos o nada, es lo que sus conciudadanos han decidido por encima de un sosaina con somnolencia, una pija recalcitrante con menos educación que un licenciado en estulticia, una médica cuestionada en su puesto de trabajo y un coletas en retirada desde que anuncio su candidatura.
Soy de los que piensa, plenamente convencido, que Sánchez ha hecho un ejercicio de cobardía política sin límites al dejar en mano del Tribunal Supremo la decisión de cerrar o tomar medidas políticas que le corresponden exclusivamente al poder político. El judicial solamente puede entrar en el cumplimiento o no de lo que los políticos dictan en forma de leyes.
Para el Obama Blanco, lo más fácil es que los demás se carguen el muerto y si alguien tiene que quedar mal, que sean otros y no el. Cobardía nivel Dios.
Una cosa es eso y otra muy diferente no ver las cosas con la visión de realidad que tenemos los ciudadanos y que, por lo visto, los políticos tienen capada.
Cuando el ciudadano no es responsable de sus actos y lo que está pasando con el fin del estado de alarma y sus limitaciones horarias es una prueba demasiado evidente de esa irresponsabilidad, es el político el que tiene que poner orden.
No sé si soy el único, estoy convencido que no, que sabía lo que iba a pasar en cuanto se abrieran los toriles a los miura que estaban esperando el fin del estado para salir como posesos a las calles a disfrutar de una, muy mal entendida, libertad de actuación. Estaba claro que, en cuanto las limitaciones horarias se eliminaran, miles de ciudadanos de todas las edades y condiciones saldrían a la calle a celebrar, ¿el que?
Pues en ese estado de desconcierto nacional, lo que deberían hacer los políticos con dos dedos de frente, que tampoco les pido mas, es pedir al Gobierno la reinstauración de medidas que ayuden a que la pandemia no siga cabalgando por las calles, amargando la existencia a todos los que llevamos muchos meses sacrificándonos para que este virus deje de dañar la salud física, mental y económica de los españoles.
Ante eso, la multicargas alcaldesa de Arrecife no se le ocurre otra cosa que criticar la posición del Presidente de la Comunidad Autónoma, el cual, ante la resolución del TSJC, ha decidido recurrir al TS para que aplique en Canarias lo que el sentido común dicta en situaciones tan complejas como esta.
Que Ayuso sea como es, les debe valer a los madrileños, que así lo han puesto de manifiesto con el repaso que el PP les ha dado al resto.
Pero ni esto es Madrid, ni la Pérez es Ayuso. Que la segunda quiera llevar la confrontación con el gobierno central al extremo, algo que lleva haciendo desde que es Presidenta, es un problema suyo y de los madrileños.
Si la orden de Génova es la que ha puesto de manifiesto Miss Avenida, bueno sería que ejecutara todas las que emanan de la esquina popular y se decidiera a romper el pacto más nefasto que se ha firmado contra los ciudadanos de Lanzarote, el “Pacto de las Perras”.
¿Qué va a decir Miss Bolardo ahora que su partener política le lleva la contraria al Presidente socialista de Canarias?
NI soy socialista ni he tenido efectos secundarios de mi primera dosis de Pfizer, pero creo que mantener el cierre horario mientras el virus siga campando por sus respetos por nuestras calles y no haya un índice de vacunados los suficientemente importante, no solo es bueno sino que además es necesario y urgente, todo porque el ciudadano no es responsable de lo que está haciendo.
Sra. Pérez, mas cerebro y menos sumisión, que si los madrileños han votado lo que han votado, los conejeros no somos iguales y Usted, con todos mis respetos, no es Ayuso.