miércoles. 30.04.2025

Se confirmaba el pasado fin de semana, y estaba previsto que se rubricara de forma y manera oficial este martes en Arrecife, el acuerdo entre el Coalición Canaria (CC) y el PIL para concurrir juntos, aunque no muy revueltos, a las inminentes elecciones generales del próximo mes de marzo, Dios o Alcorac mediante. Desde CC se ha dicho que ese pacto electoral no tiene por qué afectar -qué va- al otro pacto de gobierno que todavía mantiene, en total y absoluta armonía (aguantémonos la carcajada, por favor), el PIL con el PSOE en el Cabildo conejero y en cuatro de los siete ayuntamientos de esta pobre islita rica sin gobierno conocido. ¿Ustedes se lo creen? Yo tampoco.

Disimulos de última hora al margen y otros desesperados achiques de agua, lo cierto es que el segundo de esos pactos políticos, el institucional entre el PIL y el PSOE, está virtualmente roto, como es triste fama. Uno de los cónyuges de ese matrimonio mal avenido ha puesto en evidencia la pésima marcha de la coyunda o ayuntamiento político, y no lo ha hecho disimuladamente o intramuros del pacto de marras sino en la mismísima plaza pública. Los trapos sucios, que los hay a puntapala, se han lavado fuera de casa, en el patio de la vecindad, a ojos y oídos de todos los que quisieran ver u oír las publicadas y publicitadas desavenencias de una de las partes contratantes de la primera parte, como decía en aquella memorable escena cinematográfica el gran Groucho Marx, otro que le sacaba siempre punta a los líos amorosos: “¿Quiere usted casarse conmigo, señorita? ¿Tiene usted mucho dinero? Conteste primero a la segunda pregunta...”

Remiendos de urgencia aparte, se ha roto definitivamente la poca confianza entre ambos socios (PIL-PSOE), suponiendo que hubiera o hubiese alguna, lo cual tengo para mí que es mucho suponer. Te lo reconocen confidencialmente (“off the record”, como dicen los papanatas que no saben lo que dicen) integrantes e intrigantes de uno y otro bando. “Chacho, pero no digas que yo te he dicho nada”. Vale, no citaremos nombres propios, pero por ahí le entra el agua al coco, como dicen en la otra orilla del charco.

¿Superará el debilitado pacto institucional que se traen montado a trancas y barrancas el PIL y el PSOE la prueba de fuego de una siempre enconada campaña electoral como la que se nos viene encima en apenas unas semanas? Yo si le digo le engaño, cristiano, pero no lo creo. Mucho menos conociendo a los actores que protagonizan el esperpento, a los que no veo con actitud ni aptitud para hacer tamaño encaje de bolillos. No, no hilan tan fino los políticos locales.

Total, que el denominado nacionalismo canario (ejem...) no acudirá unido a los comicios generales de marzo, y no habrá por tanto ni dos ni una ni ninguna “voz de Canarias” (ejem, otra vez) en el Congreso de los Diputados, allá en la odiada metrópoli madrileña. Fíjate tú qué drama. Por una lado, Nueva Canarias-Centro Canario (NC-CCN para los amigos y demás personas piadosas), y del otro CC-PIL. Dicen los que comulgan con ruedas de molino que los primeros representan el nacionalismo de izquierda y progresista (¿no fumas, inglés?), mientras que los segundos serían la cara del nacionalismo conservador o de derechas. Pero eso son sólo etiquetas, números para diferenciar a un podenco del otro, no a un podenco de un galgo porque aquí galgos no hay ni uno, hasta donde se tiene noticia. Por definición, todo nacionalismo es de derechas. Incluso el de los que se reclaman como radicales de izquierda, que son sólo una nueva fórmula o versión de fascismo revestido de onanismo ombliguista. No me obliguen a poner nombres y apellidos ni a citar siglas concretas, pues están en la mente de todos.

Algunos sociólogos sostienen que el término nacionalismo vende bien electoralmente en determinados o concretos círculos sociales proclives a la manipulación. O sea, entre desinformados y demás víctimas potenciales del más elemental populismo y de la más estomagante demagogia. Y vende así de bien, aquí y en Lima, porque es hacer de los sentimientos humanos más nobles una causa política. Ahí es cuando toda nobleza sale a escape, porque todo lo que se politiza se pervierte o se desnaturaliza, como nos ha demostrado la historia y la histeria de la humanidad desde el principio de los tiempos.

No me convencen ni los tirios ni los troyanos de la causa nacionalista canaria. Pero si a ellos les convence esas coyundas electorales de última hora, que con su pan se lo coman... aunque creo que hay más gente a comer que pan para saciar tantas bocas y tanto hambre. (de-leon@ya.com).

La familia que pacta unida
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