martes. 29.04.2025

Leo y veo en ABC que el Premio Nobel de Literatura e Hijo Predilecto de Lanzarote, José Saramago, felizmente recuperado ya de su larga convalecencia por culpa de una neumonía, reapareció en la vida pública insular para protagonizar una charla con María Kodama, la viuda del inmenso escritor argentino Jorge Luis Borges, sobre cuya obra nos pronunciamos habitualmente en esta humilde tribuna impresa y digital de la única forma que cabe: admirativamente. El acto tuvo lugar el pasado fin de semana en la Biblioteca de la denominada Fundación José Saramago, en Tías. Al parecer, la mencionada Fundación pretende convertir encuentros como el mencionado en habituales, lo cual constituye por sí misma una de las principales noticias de alcance cultural registrada en esta pobre islita rica sin gobierno conocido, en donde concejales y consejeros del ramo hacen como que hacen mucho por la cultura pero sólo venden humo durante los 365 días del año, como es triste fama.

En las fotos que ilustran el encuentro, observo entre anonadado, admirado, desconfiado, escéptico, incrédulo y finalmente cargado de cinismo varias caras conocidas de la política-degradación lanzaroteña. Son políticos que no han leído jamás a Borges ni van a leerlo nunca ni en broma, ni borrachos ni por una apuesta. Les apuesto triple contra sencillo. No tienen tiempo para perderlo en nada que no les reporte inmediata publicidad y dinero. La cultura en Lanzarote es, sobre todo, política de apariencias, gestos de cara a la galería. ¿Cómo iban a hablar como habla toda esta fauna de haber leído algo de Borges? Inconcebible, para mi gusto. Imagínate la escena:

-Alcalde, hay que estar esta noche en lo de Saramago, que habrá mucha prensa allí y estamos en plena campaña electoral.

-¿”Cuálo” es lo que van a hacer?

-Hablarán sobre Borges...

-Ah, el que dibuja machanguitos. Algo he visto, pero no le veo gracia a ese humor. Y creo que hasta mi sobrino dibuja mejor que él. Pero si hay que ir se va. ¿Qué me pongo?

Siempre se declaró Saramago seguidor de Borges, a quien considera, junto a Kafka, la cima literaria del pasado siglo XX, cambalache. Dijo el vecino de Tías y anfitrión de María Kodama que “leer a Borges no es una tarea fácil, y su obra merece varias lecturas: en la segunda, la tercera o la cuarta, uno se da cuenta de que lo que parecía una historia relativamente plana tiene también diferentes lecturas”. No digamos ya si hablamos de su poesía, aunque hay algunos poemas que están al alcance comprensor de cualquier lector (ágrafos políticos aparte). Por ejemplo, “El remordimiento”, donde están algunos de los versos más conocidos del autor cuyo propio nombre es una rima: "He cometido el peor de los pecados/ que un hombre puede cometer/. No he sido feliz/. Que los glaciares del olvido/ me arrastren y me pierdan, despiadados/. Mis padres me engendraron/ para el juego arriesgado de la vida/, para la tierra, el agua, el aire, el fuego/. Los defraudé. No fui feliz/. Cumplida no fue su voluntad/. Mi mente se aplicó a las simétricas porfías/ del arte, que entreteje naderías/. Me legaron valor. No fui valiente/. No me abandona. Siempre está a mi lado/ la sombra de haber sido desdichado". (de-leon@ya.com).

Machangos de Borges
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