Ahora resulta que manos misteriosas y malintencionadas te rompen las llaves de colores, aliándose con las sombras de la noche o del plenilunio, en la enésima conspiración judeomasónica que te inventas para mendigar algún titular periodístico. Donde hay muchos medios de comunicación siempre sobra espacio para colar y colgar melonadas.
Te lo vuelvo a decir en público porque ya me cansé de decírtelo en privado: tu manía persecutoria acabará pasándote factura más pronto que tarde. De hecho, ya lo está haciendo. Ya no tienes a los medios ni a sus trabajadores a tu lado, porque (casi) todos te han terminado calando. Recuerda aquella magnífica frase (pero no te la apropies, que te conozco), que la repitió incluso el cínico John F. Kennedy mientras engañaba a su mujer acostándose con la peliteñida Marilyn Monroe: “Se puede engañar a todos poco tiempo. Se puede engañar a algunos todo el tiempo. Pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”.
Capaz eres de negarlo ahora, pero ambos sabemos que me cansé de darte el mismo aviso ya desde cuando te animaba a crear una criatura política en la que todavía no creías ni tú ni otros hombres y mujeres de poca fe: “No todos los que no te damos la razón todo el rato estamos contra ti”. Tú asentías con el “ya, claro”, pero no terminabas de creértelo. Al contrario: antes y ahora sigues viendo fantasmas por todos lados, sin caer en la cuenta de que a veces al único fantasma que debemos temer, porque suele ser el único que existe, es el que todos llevamos dentro, en ocasiones “fantasma ilusionante” y otras veces el más desilusionante de los fantasmas, epicentro y no periferia de la peor “ceremonia de la confusión”, como tanto te gusta llamarla. En vísperas de las elecciones locales de 2003, insistí en sugerirte que no hicieras caso de ninguna encuesta engañabobos (Alternativa Ciudadana no aparecía en ninguna de ellas, y se le daba un “cero batatero” en intención de voto). A ti y a todos los que por aquel entonces me soportaron la tabarra les barrunté por mi cuenta y riesgo que AC, partiendo de la nada y con apenas unos meses de existencia, iba a dar el campanazo electoral, pues el agotamiento de los partidos/rajados de siempre era/es evidente. Y así fue que le gané la apuesta a varios políticos de otros partidos distintos y distantes, y a dos o tres periodistas peligrosamente adictos a los sondeos, algunos de los cuales todavía hoy -puestos a contar verdades- no me han pagado la cena que habíamos acordado (culpa mía por creer en promesas políticas y periodísticas en plena campaña electoral). Total, que te encaramaste en el Cabildo. Y desde entonces hasta hoy, payasadas y numeritos circenses al margen (ahí no me meto: cada cual hace el ridículo como le da la real gana), y lamentable episodio de transfuguismo al margen, has insistido en ver un enemigo, un traidor, un conspirador en todo aquel que opinara distinto a ti, en todo compañero que te ha sugerido con la mejor de las intenciones un cambio de actitud. Todo el que no te diera la razón, incluso cuando no la tenías, se convertía automáticamente en sospechoso de conspirar contra ti o contra todo “el ilusionante proyecto”, contra el que sigues cargando, ahora con la niñería de prohibirle jugar con la siluetas de cartón.
Igual ahora sí hay una pequeña/gran conspiración contra ti. Ni lo sé, ni lo dudo ni lo discuto, y tanto me da que me da lo mismo. Pero si la hay, te la habrás ganado a pulso, después de conspirar sólo para mantenerte tú a flote. Y tus métodos, ya más que vistos y gastados. Y tus trabes y tus malos rollos, por utilizar ese infralenguaje supuestamente chachi que es tan de tu gusto. Nadie es imprescindible. Tú también lo repites a veces como un loro o como un eco, como hacen muchos otros políticos con la boca chica, pero tampoco has terminado de creértelo. Prueba de ello es que centraste tu vesania en los pasados comicios locales de 2007 en disparar contra los que hasta ayer eran de los tuyos, haciendo la abstracción de los teóricos enemigos naturales contra los que nació Alternativa, a la que llamabas “cascarón vacío” desde que te fuiste/echaron de allí. Quien cree que cuando se va de un sitio sólo deja vacío detrás, ¿qué nombre tiene? Quien me pregunta en la cara, después de una agria tertulia radiofónica, que “¿cómo te atreves a criticar al que ha sacado 10.000 personas a la calle?” [“Tú y algunos más”, te respondí entonces], ¿qué clase de individuo es? Respóndete tú mismo, aunque me consta que eres incapaz de de ser medianamente objetivo cuando te enfrentas a tu desparramado ego.
Sigue con salud.
SALTAPERICO: Tira de mixto que explota al rasparla, de entretenimiento o juego peligroso para niños. (“Gran Diccionario del Habla Canaria”, de Alfonso O'Shanahan). (de-leon@ya.com).