Este martes se ha celebrado, según y cómo, un nuevo aniversario de la efeméride (gloriosa para unos, triste para no pocos nostálgicos del anterior Régimen político español) del 20-N, esa fecha en la que casualmente -o no tan casualmente- vinieron a morir en distinto año y forma José Antonio Primo de Rivera y Francisco Franco. Las peleas previas protagonizadas por los niñatos (familiaje, dicho en canario) de extrema derecha o extrema izquierda (los extremos se tocan, como los extremeños; y tanto unos como otros en realidad son de la misma familia política de los descerebrados) le ha dado una especial relevancia mediática a los prolegómenos de este 20-N de 2007.
Tal parece que para muchos fue anteayer, pero este 20 de noviembre de 2007 se han cumplido ya 32 años de la demorada muerte de aquel Generalísimo de España “por la gracia de Dios”, que vaya gracia se gasta el Altísimo en ocasiones, a fe mía.
Peleas de presuntos fascistas y antifascistas al margen, el coincidente aniversario (en diferente época, lugar y circunstancia, como queda dicho) de la muerte de José Antonio Primo de Rivera y de Francisco Franco Bahamonte deja cada año más indiferente a mucha más gente. Y tiene hasta su lógica, basada principalmente en el inexorable paso del tiempo y en el no menos inevitable desvanecimiento del recuerdo colectivo: Los pocos fachas que van quedando arman todavía algo de ruido en algunos puntos concretos de España y los "trasnochados progres" (denominación de origen que les colocó el ex presidente don José maría Aznar López) habrán vuelto a contarles a sus hijos o nietos batallitas sobre su esforzada lucha antifranquista. Pero que no dude nadie a estas alturas que tanto los unos como los otros exageran, como de costumbre. La única historia cierta casi nunca la escribe nadie, porque la verdad jamás tuvo buenos contadores. Los cuentistas son otro cuento, sin embargo.
De la anunciada y esperada muerte (en la cama, ultraentubado) del dictador gallego que se mantuvo en el poder escrito con jota casi 40 años, los sufridos lectores de esta tribuna impresa y digital que tengan más de treinta y tantos años recordarán lo de su larga agonía, que nos fue relatada tarde y mal (en blanco y negro, como el color de aquella sociedad gris) por la entonces única Televisión existente (TVE, la mejor de todas por aquellas fechas, y además con diferencia), llevándose siempre por los partes facultativos del denominado "equipo médico habitual". Al final, un 20 de noviembre, tal día como el del martes de esta semana, hace ya más de seis lustros -se dice pronto y fácil- moría el dictador de mirada fría o congelada y voz de pito, sin que se sepa aún a ciencia cierta si la fecha de marras fue casualidad celestial o estiramiento médico hecho a propósito para que la efemérides coincidiera con el fusilamiento previo del mencionado Primo de Rivera y Sáenz de Heredia, hijo del otro dictador Miguel Primo de Rivera y Orbaneja. Pero ser franquista después de Franco no es exactamente lo mismo que ser cristiano después de Cristo...
Cuando le preguntaron al escritor cubano metido a político Enrique José Varona, que murió justo unos años antes de que llegaran al poder los dos últimos tiranos y déspotas que ha padecido Cuba, de qué material está hecho un sátrapa, respondió con esta acertada frase: “Con la vileza de muchos y la cobardía de todos”. (de-leon@ya.com).