miércoles. 30.04.2025

Si crees en estos mismos políticos lugareños que, no más acceder (de nuevo) al poder, toman como primera medida subirse injustificada y escandalosamente los sueldos en ayuntamientos y en un Cabildo que están literalmente con el agua al cuello en lo tocante al dinero contante y sonante, tú tienes un problema.

Si crees que con estos mismos políticos lugareños que, no más acceder (de nuevo) al poder, toman como segunda medida marcharse todos de vacaciones cuando todavía no habían llegado a calentar sus respectivas poltronas porque apenas llevaban días en el cargo, tú tienes dos problemas.

Si crees que con estos mismos políticos lugareños que han accedido (de nuevo) al poder se ha producido un profundo cambio político o un vuelco radical en las principales instituciones insulares después de las pasadas y pesadas elecciones del 27 de mayo del año en curso, tú tienes tres problemas. Y muy graves los tres, para mi gusto, pues revelan o denotan una falta de percepción de la realidad, por decirlo en plan cursi y suave para no afrentarte. Y ya estás tardando en hacértelo mirar los tres, antes de que ese cáncer haga metástasis y se chasque tu sistema inmuno-lógico. Te lo digo como lo siento. Se siente.

-Bueno, pero después del 27-M salió del poder el pacto de derechas CC-PP y entró un gobierno de izquierdas...

-¿PIL-PSOE de toda la vida de Dios de izquierda? ¿Y no te sabes ninguno de indios? Anda, pedazo de iluso, vete corriendo al médico, que empiezas a delirar...

HORMIGAS BATATERAS

No han sido noticia en ningún sitio porque no tienen altura ni entidad para ocupar ninguna portada, pero llevan unas semanas siendo las pequeñas protagonistas en San Bartolomé, junto con la gracia de Inalsa, la empresa que hace aguas, a la que ya le dedicamos ayer la columna. Aquí en el pueblo hay una auténtica plaga o invasión de hormigas tontas. El apellido no es licencia poética, sino la constatación de una evidencia: no deben ser muy listas porque matas mil y una en un rincón y al rato aparecen mil y pico en el mismo rincón repleto de los cadáveres de sus congéneres, y ni siquiera sospechan ni se aplican lo del cuento de Miguel Gila (“Aquí parece que alguien ha matado a alguien”). Ellas a lo suyo, que tampoco está muy claro qué misión es, si es que hay alguna, pues estas hormigas no cargan con nada (ni migas de pan ni leche machanga; pasando de todo, incluso de su fama de trabajadoras natas). A lo peor son funcionarias, o se han contagiado del ambiente político, donde nadie le da un palo al agua pero cobra como si los diera o diese todos.

A las hormigas, mi abuela (97 años la contemplan) las ha llamado siempre hormigos, de igual manera que al fin del mundo ella lo nombra como “la” fin del mundo, porque la mujer desconoce la política lingüística de Zapatero, el presidente peor hablado de todo lo que llevamos de la actual etapa que llaman democrática (y yo soy astronauta en mi tiempo libre). Pero no les tengo mirado el sexo a las hormigas tontas (o vagas, que tampoco es nombre científico pero retrata las que llevan días invadiendo cual plaga bíblica el pueblo de San Bartolomé), a pesar de haber escachado ya con el dedo índice varios cientos (o “cienes”, como dice un concejal de Cultura) de individuos... o individuas.

En el bar había uno la otra noche que decía conocer el secreto para saber el sexo de estos bichos:

-Tú agarras y la pones en la palma de la mano patas arriba y la miras bien a la cara. Si es simpática es hembra. Si es simpático es macho. No falla.

Para que después digan que ya no queda gente culta en Lanzarote. (de-leon@ya.com).

Tienes tres problemas
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