La revista estadounidense “Cancer”, que es tan divertida como su propio nombre indica, acaba de hacer público un muy riguroso, serio y científico estudio según el cual se deduce e infiere que la práctica del sexo oral por parte de los varones que todavía tienen la costumbre -en extinción- de relacionarse con hembras produce cáncer de garganta en los golosos de tamaño vicio nefando. Tal y como lo leen. Y lo peor es que el estudio sólo viene a confirmar o corroborar la misma sospecha de otros estudios científicos anteriores. “Va a ser eso”, se dijeron los estudiosos. Y eso fue lo que era, como dicen los viejos.
Y todo porque el virus del papiloma humano, responsable del 70% de los casos de cáncer de cuello de útero en todo el mundo y parte del extranjero, puede provocar, en efecto, cáncer de orofaringe en los hombres que son dados al sexo oral (que no significa precisamente hablar todo el rato de sexo, aunque también hay especialistas en la materia, generalmente entre los que no se comen un rosco ni mandándolo a comprar, como es triste fama). Ante tal y tan negro panorama, ¿qué han resuelto recomendar los científicos? Exacto: sugieren que los hombres proclives al asunto deberían vacunarse al igual que las mujeres. Un coñazo, para mi gusto.
Siempre según los investigadores, el índice de cánceres de la orofaringe (la mayoría se desarrollan en las amígdalas y en la base de la lengua) está aumentando en ciertas poblaciones, y el virus del papiloma humano transmitido por sexo oral parece ser el origen. Este virus representa una de las infecciones venéreas más comunes.
Te lo viene diciendo tu madre desde siempre: no te puedes llevar cualquier cosa a la boca. Y la sabiduría popular te lo advierte con no menos precisión: de lo que se come se cría.
O mucho me equivoco, de lo cual me alegraría en esta ocasión, o este trabajo científico va a servir para justificar cierta pereza sexual masculina. Cuando ella salga con el habitual “ahora te toca a ti, Fermín”, ya me veo a éste con la excusa hecha: “No, nena, que eso puede ser perjudicial para mi salud. Lo dice aquí”.
Un coñazo, insisto.
PAPANATAS PAPAFRITAS
Federico Marín Bellón, el mejor crítico de cine y televisión (con perdón por la rima), se sigue alarmando ante la aparente huelga de brazos caídos en la que llevan años instalados los traductores de títulos. Un suponer: una película gringa llamada originariamente “Seven” resulta que en España se llama “Seven”, porque debía ser muy difícil traducir eso. Y todo por la p. moda anglófila, de la que son esclavos los más papanatas. Se teme Federico que, de no ser tan reciente esa moda pazguata, habría alcanzado a otros títulos cinematográficos como “Los seven magníficos”, “Blancanieves y los seven enanitos”, “Seven años en el Tíbet” o -el mejor de todos- “Seven novias para seven hermanos”. ¿Acabará alguna vez esta creciente bobería anglimema?
SOBRE GUSTOS HAY MUCHO ESCRITO
Siento desilusionar al lector o lectora que me sugería, con respecto al artículo que aquí le dedicamos a la muerte del maestro Umbral, que me mojara y escribiese aquí nombres y apellidos de los mejores columnistas de la prensa canaria en general y conejera en concreto. Tengo mis favoritos (y mis malditos), como todo hijo de vecina que pierde su tiempo leyendo más de lo que le recomienda el médico, pero los que yo prefiera no tienen que ser necesariamente los mejores, que para gustos hay colores y para disgustos calores. (de-leon@ya.com).