viernes. 25.04.2025

El silencio sobre Gaza

 

Hitler comparó a los judíos con «un gusano dentro de un cuerpo putrefacto». Esta metáfora es la que tratan de trasmitir desde determinados ámbitos políticos, religiosos, militares y culturales del Estado de Israel hacia los palestinos. Como emoción, el asco se caracteriza en particular por el hecho de que la visión de cosas asquerosas, como desechos, heces o cosas en descomposición, se acompaña de reacciones fisiológicas inmediatas e impulsa a alejarse del objeto o eliminarlo del campo de percepción sensorial.

En las dos últimas décadas, Israel ha sido testigo de la proliferación de nuevos emprendedores normativos, cuya vocación ha sido afirmar y fomentar valores de supremacía judía y religiosa, que son antitéticos a los valores liberales. La moral liberal es universalista, considera a todos los seres humanos como iguales, pretende alentar relaciones justas entre la mayoría y las minorías y cree en la separación de la religión y del Estado. Los nuevos emprendedores morales han decidido cambiar el contenido de la esfera pública promoviendo nuevas formas de asco hacia grupos sociales específicos. Son los «emprendedores del asco»: políticos, rabinos, medios y nuevas oenegés que tienen como función crear, diseñar y reforzar el asco de unos grupos hacia otros. Representan a diversas facciones religiosas y nacionalismos religiosos. El asco sembrado hacia los palestinos lo muestra Eva Illouz en su libro La vida emocional del populismo. Cómo el miedo, el asco, el resentimiento y el amor socavan la democracia en una entrevista a Nadav Weiman, vicepresidente de la oenegé Rompiendo el Silencio, que hizo el servicio militar en una unidad de francotiradores de élite.

Entre sus respuestas destacan las siguientes palabras. «Cuando ves árabes armados, los llamas ‘sucios’ por el radioteléfono. Esa es la palabra oficial, ‘Dos sucios’ identificados a 400 metros. La infraestructura en Cisjordania y la Franja de Gaza es terrible, hay muchas casas con pozos de agua residuales, así que hay mal olor. No hay drenaje y la infraestructura de las casas no es buena. Por ello, hay olor a cloaca, basura y cosas así. También está la suciedad en la calle, el olor. Muchas veces ves niños descalzos; están un poco sucios. Cuando arrestas a alguien, muchas veces lo tiras al suelo del jeep o del vehículo blindado, o lo colocas en la entrada de la base y quedan cubiertos de tierra. Cuando lo devuelves y lo llevas a la policía militar, lo lavas con una manguera.... Todo esto es de sucios. En muchas casas palestinas no hay un baño, un agujero en el suelo como en la India. En el entrenamiento nos explicaron que los palestinos no tienen papel higiénico y se limpian el trasero con las manos y luego se lavan con agua. Hay historias de francotiradores u observadores de las FDI (Fuerzas de Defensa de Israel) que ven a un palestino teniendo relaciones sexuales con una oveja o una cabra. Dicen que hay un vídeo de eso. Nunca lo he visto... Había dos extranjeros en el destacamento. Un judío de Brooklyn y otro de Londres. El primero los llamaba ‘folladores de camellos’ y ‘cabezas de toalla’. Esa percepción la trajo de Estados Unidos. Pero estas frases las escucho en las academias premilitares».

Como sugiere Nadav, los soldados tienen una imagen preestablecida de los palestinos a los que se supone que deben controlar, vigilar, golpear, encarcelar e incluso matar. Esta imagen mezcla emociones clave como el miedo y el desprecio, que a su vez generan asco. Podríamos decir, entonces, que la dominación constante de una población empobrecida y privada de condiciones sanitarias básicas genera un asco que se integra en la ideología, que justifica la violencia constante sobre la base, a su vez, de ese asco. Estas opiniones no son solo de los soldados. Un rabino profirió un abominable discurso ante los estudiantes militares: «los árabes querrán vivir bajo la ocupación., tienen un problema genético, no saben cómo manejar un Estado». «Ayudémoslos».

Cuenta Eva Illouz que en cierta ocasión habló con una mujer judía de 18 años, religiosa, de derechas, que cree en el Gran Israel, participante en un grupo de discusión compuesto por palestinos y judíos, para la cual su mayor sorpresa fue ver que uno de los chicos palestinos «leía libros y pintaba» en su tiempo libre. Ella veía a los palestinos como algo aterrador y primitivo, lo que sugiere que el asco está sutilmente entrelazado con el desprecio.

Observamos el uso espurio de la emoción del asco por parte de la clase política israelí, representada por Netanyahu. Supone una auténtica deshumanización de la persona sobre la que recae. Por ende, a una parte importante de la sociedad israelí, que sean masacrados los palestinos no le plantea ningún problema moral. Está más que justificado. No son personas.

Termino con unas reflexiones. ¿Quién se acuerda hoy del genocidio sobre el pueblo palestino que se está cometiendo en Gaza? Se ha corrido un tupido velo. La gran preocupación de la mayoría de la prensa española es la filtración de un correo. o las vicisitudes de un sofware. Y la mayoría de la intelectualidad española no tiene nada que decir. Estamos asistiendo a un auténtico genocidio televisado. Como describe Francesca Albanese, relatora de Naciones Unidas para Gaza en su informe Anatomía de un genocidio. En la página web. de Naciones Unidas. Noticias ONU. Mirada global Historias humanas aparece ya con fecha 26 de marzo de 2024, bajo el título Paz y Seguridad, el siguiente texto: “Cuando la intención genocida es tan conspicua, tan ostentosa, como lo es en Gaza, no podemos apartar la vista, debemos hacer frente al genocidio; debemos prevenirlo y debemos castigarlo”, así se manifestó sobre la situación de los derechos humanos en los Territorios Palestinos Ocupados durante la presentación de su informe Anatomía de un genocidio  Tras un año de este Informe, aquí no pasa nada. Todo sigue igual o mucho peor.  Sí, el responsable número 1 es Netanyahu, pero Biden le proporcionaba las bombas para masacrar a los palestinos: chicos, enfermos, mujeres ancianos...Además se cortan los suministros de luz, agua, medicamentos y alimentos a los gazatíes.  Y el psicópata que gobierna en Estados Unidos recibe a Netanyahu con todos los honores. Y aquí no pasa nada. ¿Qué dirán de nosotros, las generaciones futuras?

Afortunadamente también hay intelectuales comprometidos con el genocidio al que están sometidos los palestinos. Corría el mes de marzo de 2002 cuando José Saramago visitó Cisjordania e Israel. Su estancia no pasó desapercibida, pues en todo momento mostró su solidaridad con el pueblo palestino y criticó la actitud las autoridades israelíes. Su presencia no pasó, por tanto, desapercibida, porque al gesto de acudir a Cisjordania se unieron las declaraciones que fue haciendo a los distintos medios de comunicación, fueran israelíes o internacionales. En una de las televisiones israelíes llegó a decir que lo que se estaba haciendo con la población palestina era lo mismo que los nazis hicieron con la población judía, comparando a Ramala con Auschwitz. Para Saramago, Israel sigue rentabilizando Auschwitz, necesita que esa herida siga sangrando y que no cicatrice. En esa visita a Palestina, Saramago estuvo en un teatro de Ramala donde se leyeron textos, tanto de los escritores de la delegación como de poetas y escritores palestinos. Estuvo presente Mahmud Darwish -considerado el poeta nacional palestino y uno de los más célebres literatos árabes contemporáneos- que fue aplaudido como pocas veces he visto aplaudir a un poeta., según palabras de Saramago. Se percibía que la voz de Mahmud, no siendo la voz única del pueblo palestino, es aquella que con más intensidad expresa sus dolores y sus esperanzas. Expongo una poesía de Mahmud Darwish, «El silencio sobre Gaza» (1973),

 “Quizás triunfen los enemigos sobre Gaza (quizás el mar embravecido sobre una isla, quizás corten todos sus árboles) quizás rompan sus huesos.

Quizás planten sus tanques en las entrañas de sus niños y mujeres, y la echen al mar o la arena o la sangre, pero no se repetirán las mentiras y no dirá a los invasores: “sí” y continuará explotando.

No es muerte tampoco es suicidio, pero es la forma que tiene Gaza de expresar que merece vivir: y continuará explotando.

No es muerte tampoco es suicidio, pero es la forma que tiene Gaza de expresar que merece vivir…”

El silencio sobre Gaza
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