Ya es cansino, aburrido e infructuoso el camino de la degradación democrática que el revanchismo está consiguiendo sólo para un lado del muro erigido en el centro del campo político.
Es tanto, que por imposición machacona constante, ante la inexistente contestación efectiva de contrariedad a ese deterioro de nuestra libertad, observamos impasibles que se diluye casi del todo, aceptándose la podredumbre que judicial, periodística, cultural, ideológica y económica se nos va consolidando peligrosamente. Y lo curioso es que no hay cambio de juego a la vista.
No se vislumbra el descanso y los equipos se están conformando con seguir en el mismo terreno del campo en el que iniciaron el partido allá por el 2018 con una Moción de Censura conjurada contra lo más elemental: la mentira como sustituta de la verdad incontestable y el inexistente respeto a la presunción de inocencia.
Todo no vale, pero ahora nadie se atreve a solicitar ni exige el consiguiente cambio de porterías ante situaciones no parecidas, sino excesivamente peores. El árbitro no controla ya ese terreno de juego.
Sus tarjetas rojas o amarillas se han ido cayendo corriendo de un lado al otro, al ver casi impotente, a los jugadores de unos determinados colores dando patadas a una Democracia ejemplar sin ningún tipo de respetos.
Han decidido no acatar reglas ni normas elementales de un juego que necesita de un pito lo suficientemente autoritario que ponga sentido común, acuerdos, y exigencias de los cumplimientos ante las flagrantes y excesivas faltas cometidas, presumiendo sus correrías sin castigos ni enmiendas.
Y sobre todo, lo más complicado, la necesidad de refrendar con defensa inequívoca de lo ya consensuado por elemental para convivir y compartir un destino común, no sin dificultades, pero con la solidaridad que exigen los momentos difíciles.
Y por supuesto, cambiar lo injusto con decisiones valientes y arriesgadas que garanticen la continuidad democrática y la seguridad ciudadana casi única que España decidió concederse.
La España de todas las religiones, de todas las condiciones sexuales sin excepción, de todas las ideologías, de todas las culturas, de todas las economías, de todas las razas… se está transformando en la de unos exclusivos sexos. En la de una particularidad ideológica. En el aprovechamiento delictivo del reparto de la economía.
En la de una impostura cultural con eliminación de lo que no gusta a una minoría. En el cambio de una religión mayoritaria por otras bastante cuestionables desde el punto de vista de las garantías con derechos y libertades individuales de sus creyentes, y en el objetivo xenófobo a determinadas razas sin observar ni distinguir que detrás de los distintos colores de cada piel existen y conviven personas.
¿Y desde cuándo España ha decidido ser eso? Pues desde que el resentimiento, la envidia, los rencores y la añoranza a un pasado que no mejora futuro, de oscura gestión con infame resultado, se ha convertido en la reivindicación y la apuesta de lo imposible en esta sociedad europea del siglo XXI.
Lo pretendido incomprensible es retrotraer a una sociedad española actual a la mediana más despreciable del siglo XX, para satisfacción de un ego vengativo que no describe en qué consiste realmente el cambio de lo actual por aquellos disparates de infaustos recuerdos. Un auténtico cambalache que ya describió perfectamente con muy buen humor Les Luthiers.
Pero el árbitro observa como los no mejores, ni los que tampoco responden a los criterios de idoneidad, son colocados a dedo en la Fiscalía General o en el Tribunal Constitucional, con clara ideología Anti-Constitucional para juzgar con criterios exclusivos de ideología partidista y además con evidentes traiciones a la Ley de Leyes de España: la Constitución.
Cuando alumnos preguntan a sus profesores de clases de Constitución española de 1978, que por qué el Rey, Jefe del Estado, no destituye al Presidente del Gobierno, está claro que tenemos una sociedad que no ha entendido nada.
Las cosas no son tan sencillas, pero tampoco tienen porqué ser tan irresolutas creando frustración y desapego político a la defensa de nuestro Estado social democrático de derechos y libertades.
Y no comprende la sociedad española lo que sucede, cuando el Árbitro, el Jefe del Estado, no convoca a los jugadores para las explicaciones oportunas, cuando un Presidente del Gobierno o su Consejo Ministerial, con Leyes y Decretos pone en cuestión las más altas instituciones políticas, sociales y de la magistratura del país.
Si no cumplen los preceptos exigidos a la Institución que se pretende acceder, llamar la atención y que se corrijan esas injustas pretensiones. Todos los nombramientos deben ser acordes a la idoneidad, la experiencia y la independencia que determinados cargos institucionales merecen para la correcta gestión de una sociedad abierta, libre y democrática. Cumplir y hacer que se cumpla la Constitución como norma fundamental del Estado.
La democracia y la libertad exigen del Árbitro una mayor y equilibrada intervención recuperando las tarjetas amarillas, las rojas y el pito arbitral de autoridad necesaria. Si se es valiente para que se corrija el rumbo alocado y delictivo de una Comunidad Autónoma, también hay que serlo cuando se ponen en riesgo las estructuras democráticas del propio país en su conjunto.
Con fiscales, jueces, tribunales y leyes exclusivas para beneficio de violadores y delincuentes sexuales, o para emitir resoluciones claramente beneficiosas con dudosa legitimidad legal para los militantes corruptos a determinados partidos políticos, resulta evidente que se hace imprescindible y necesario conocer la opinión del Árbitro.
La degeneración, por muy mayoritaria que sea la representación parlamentaria, no puede alardear de legitimación democrática cuando claramente se gobierna en contra de los beneficios de la mayoría ciudadana, premiando los disparates de una minoría corrupta en todo tipo de valores y razones humanitarias.
No llegan al 1.500.000 los votos a los partidos políticos de EH-BILDU (333.362 votos) EAJ-PNV (275.782 votos) ERC (462.883 votos) y JUNTS (392.634 votos) pero incomprensiblemente deciden 608.144 votantes vascos y 855.517 votantes catalanes, que España con 48.592.909 habitantes a 01 de enero de 2024, no tenga Presupuestos Generales del Estado.
Pero además fomentan y aprueban leyes de amnistía en contra de una mayoritaria opinión ciudadana en el país y el Árbitro no reúne a los implicados para plantear está anomalía electoral y promover un cambio de la Ley más equitativa e igualitaria que garantice los derechos por igual de toda la ciudadanía española.
Continúa la celebración en el Reino de la nada sus discursos inútiles. Más privilegios y prebendas no para todos los habitantes del país Vasco y Cataluña, sino para la exclusiva minoría vasca y catalana decidiendo y perjudicando al resto de las Comunidades de España sin los Presupuestos de este año y cuestionándose que a lo mejor tampoco los del próximo 2.025. El Presidente, a día de hoy, todavía no ha dimitido.
Los Presidentes de las Comunidades Autónomas, (¡cobardes!) no han decidido montar sus tiendas y acampar en la Puerta de la Moncloa hasta que presente los Presupuestos y otras Leyes de urgente necesidad para la ciudadanía. Si no puede hacerlo, que se vaya el mentiroso con su presunta corrupta esposa por donde ha venido a mejores cosas si las encuentra.
Es evidente que yo no ganaría ese concurso de que es un Rey para mí, pero mi opinión personal, muy particular, es que a todo esto lo llamamos falsamente democracia y libertad, con periodistas en medios de comunicación comprados con la excusa de subvenciones publicando y justificando lo innombrable.
Y todo lo esgrimido como bulos y falsedades, así como los gritos a las togas fascistas, continúan sin encontrarse por ningún lado, campando a sus anchas, sin embargo, los auténticos bulos y las verdaderas falsedades de la ultraizquierda, la izquierda y las togas comunistas que nadie se atreve a denunciarlas, pero que esas sí que existen, en clarividente complot de acoso y derribo a un sistema político de Monarquía Parlamentaria ejemplar e inmejorable, sin que nadie se atreva a poner pie en pared.
Basta ya de discursos sin soluciones y acciones claras para derribar el muro que nuestra Constitución prohíbe y continuar con todas nuestras puertas abiertas por la senda de la Ley y el cumplimiento de todas las condenas impuestas. Sea de quién sea la corrupción, tanto económica y política, como ética y moral. Todos iguales en derechos, deberes y responsabilidades, o un nuevo Árbitro que se vea capaz de gestionar mejor el partido España.