martes. 22.04.2025

¿Y cuándo va a despertar España? (VIII)

… Con esta conclusión de Marruecos,  el gobierno del Partido Popular se tranquilizaba relajando su actitud hacia el país vecino, al considerar que en esos atentados no se intervino en contra de intereses españoles.

Una bajada de la guardia imperdonable y una dejadez de vigilancia incomprensible.

En España, sin embargo, la prensa mayoritaria se hacía eco de la postura del PSOE y de su campaña de apoyos al No a la Guerra, relacionando claramente esos atentados en Marruecos con la participación española en la Invasión de Irak.

Seis días habían sobrepasado los dos meses de la invasión iraquí, cuando el 26 de mayo de ese 2003,  tuvo lugar el accidente aéreo que los medios de comunicación calificaron "como una de las mayores tragedias de las Fuerzas Armadas españolas en tiempos de paz".

Un avión Yakovlev 42 D, de fabricación rusa, comandado por una compañía de Ucrania, la Um Air, se estrelló cerca del aeropuerto de Trebisonda en Turquía. Se disponía a realizar una escala técnica y había sido fletado a través de una cadena de subcontratas que realizó el Ministerio de Defensa del Gobierno de España.

De las 75 personas fallecidas en el siniestro, 62 eran militares españoles. Regresaban de Kabul donde habían sido destinados a la misión internacional que España desempeñaba en Afganistán y en Kirguizistán, después de cumplidos los cuatro meses en esos países.

No tenía nada que ver el desgraciado accidente con la colaboración sanitaria humanitaria española en la guerra de Irak, pero las calamitosas circunstancias que rodearon la identificación de los cadáveres, el desastre de la gestión en la recuperación de todos los restos humanos esparcidos por el entorno, la dejación de responsabilidades en un mayor y mejor control en la contratación del vuelo y los errores cometidos por la excesiva precipitación para celebrar cuanto antes el funeral de Estado, convertirían la tragedia de aquel accidente en unos sucesos mucho más terroríficos y lamentables.

El PSOE de Zapatero trataba de sacar rédito de todos estos trágicos sucesos y de los errores cometidos por el gobierno del PP en las distintas tragedias ocurridas. La prensa afín al socialismo aludía frecuentemente también al Nunca Más,

la plataforma ciudadana de movimiento activista originario de Galicia que  reclamaba responsabilidades medioambientales, judiciales y políticas, por el desastre del petrolero Prestige el 19 de noviembre de 2002.

Aún así, y ante este panorama apocalíptico de los socialistas y su mediática campaña orquestada por los medios de comunicación, a ese PSOE las encuestas no le acercaban lo más mínimo a la Presidencia del Gobierno de España.

Los relativos éxitos contra la banda terrorista ETA apaciguaban en cierta forma los ánimos de la ciudadanía, así como las razonables estadísticas de las personas en paro y la buena marcha económica del país.

Pero Marruecos no dejaba de existir, ni desaparecía milagrosamente. La diplomacia española decidió mirar al Sur y estratégicamente intentaba recuperar las relaciones con el siempre polémico país vecino, pues con el Rey Mohamed VI, esas polémicas se habían intensificado   sobremanera en un tiempo considerablemente corto. 

Aún faltaban dos meses para cumplir sus cuatro años de  reinado y los problemas que le planteaba a España con los acuerdos pesqueros y las incipientes campañas migratorias de gente embarcando rumbo a las diferentes costas españolas, presagiaban que la actitud del Rey de Marruecos no sería nada fácil de lidiar, de comprender, y mucho menos de poder resolver a tan corto plazo sus verdaderas apetencias territoriales y marítimas.

El Gobierno de España comenzó solidarizándose con el gobierno marroquí por los atentados sufridos en Casablanca. Era evidente que ningún país estaba libre de sufrir atentados mortales radicales aunque apoyaran a Irak y se mostraran abiertamente contrarios a la Coalición Internacional que sí apoyaba la invasión en aquel país.

Pero la diplomacia gubernamental española olvidaba (no se sabe si consciente o inconscientemente) que los atentados en Casablanca nada tenían que ver con objetivos marroquíes y sí bastante con una llamada de atención a España.

No se quiso tener en cuenta esta realidad palpable, por la ridícula estrategia de no dar la razón a quienes argumentaban que apoyar a los Estados Unidos en su particular venganza contra Irak, estaba teniendo consecuencias negativas. Marruecos sí aprovechaba todo ese descontento social en España para  estratégicamente desestabilizar al gobierno del Partido Popular.

Todavía a día de hoy, no se entiende por qué ese gobierno ignoró la llamada de atención que provocaron los radicales islamistas de Marruecos en esa ciudad marroquí, cuando además resultaba ridícula la exigua explicación de ese país, a que "se trató de un acto contra ciudadanos judíos".

Estos intentos de acercamiento y mejora de relaciones con Marruecos, tuvieron su primera oportunidad el 6 de junio de 2003 en la finca Quintos de Mora que el Estado español posee en Toledo. El primer ministro marroquí Driss Jettú y José María Aznar, sentaron las bases y acordaron la celebración de una RAN (Reunión de Alto Nivel) entre los dos gobiernos para finales de ese mismo año.

Las varias crisis diplomáticas provocadas, como la retirada de embajadores debido al desacuerdo de apoyos al Frente Polisario; la defensa de las Resoluciones de las Naciones Unidas con respecto a la posición política de España sobre el Sáhara; la suspensión de la RAN de 2001 por el propio Mohamed VI; la tensión creada en el peñón del Perejil en julio de 2002,  la contraria posición al gobierno de España por apoyar la invasión de Irak, y con esa última llamada de atención en los atentados de Casablanca,   se trataba de "refundar sobre bases más sólidas", las relaciones entre los dos países: "In - Sha - Alá / Ojalá", manifestaron los dos mandatarios al finalizar ese encuentro…

(Fin de esta octava parte…)

¿Y cuándo va a despertar España? (VIII)
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