... El 19 de enero de 2004 el Gobierno del Partido Popular comunicó la Disolución de las Cortes, Congreso y Senado, convocando las Elecciones Generales para el 14 de marzo de 2004, y comunicando a Su Majestad el Rey de España, don Juan Carlos I de Borbón y Borbón, la Disolución de las Cortes y la Convocatoria de los Comicios para la que sería la VIII Legislatura de la Democracia en nuestro Sistema Político de Monarquía Parlamentaria.
Ese año 2004 no empezó nada bueno para Marruecos. El martes 24 de febrero sobre las 02:30 horas de la madrugada, cerca de su costa noroeste, tuvo lugar un terremoto de magnitud 6,3 en la escala de Richter.
Su epicentro se situó en el municipio de Ait Kamra, entre 10 y 15 kilómetros al sur de la ciudad de Alhucemas. Causó daños importantes en las aldeas alrededor de Ait Yussef - Uali y en las ciudades de Alhucemas, Beni Abd - Al - Lah y Einzorén, dejando a una población de más de 15.000 personas sin viviendas, 630 fallecidas y unas 900 que resultaron heridas.
El Gobierno del Partido Popular, en Funciones desde el 19 de enero, se solidarizó inmediatamente con el país vecino ofreciendo su ayuda nada más conocer lo sucedido. El ministro de Asuntos Exteriores Mohamed Benaissa contactó con la ministra española Ana Palacio para solicitar la ayuda ofrecida y agradecer las llamadas de solidaridad que habían recibido del Rey Juan Carlos al Rey Mohamed VI, y del Presidente del Gobierno, José María Aznar al Primer Ministro Driss Jettú. (Ana Isabel de Palacio y del Valle, ministra de Asuntos Exteriores de España 2002 / 2004)
Ese mismo martes 24 de febrero por la noche, un avión Hércules español con medicamentos, material humanitario y un contingente de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid, partiría desde la base de Torrejón de Ardoz hacia Marruecos para asistir a las víctimas.
El movimiento sísmico también se hizo sentir en las ciudades de Ceuta y Melilla, así como en las Comunidades de Andalucia y Murcia sin registro de daños ni víctimas. Cruz Roja española y Protección Civil durante la madrugada del día 25 también enviarían equipos especializados y de ayuda humanitaria para colaborar en la atención y tareas de rescate por encargo del Ministerio de Asuntos Exteriores de España, junto con otros contingentes que saldrían de Murcia y Granada.
El Gobierno de la Junta de Andalucía aprobó una ayuda económica de dos millones de €uros y desde Málaga durante la tarde del día 24 había partido un equipo de Bomberos Sin Fronteras. Las administraciones españolas se movilizaron y coordinaron ágilmente para ayudar a la mayor brevedad posible a nuestros vecinos del sur. Lógicamente no podía ser de otra manera. España una vez vez más, como en tantas otras ocasiones, estaría a la altura de esas desgraciadas circunstancias.
Dos días más tarde de los trágicos sucesos provocados por el terremoto en Marruecos, el jueves 26 de febrero, comenzó en España la Campaña Electoral que culminaría el domingo 14 de marzo con la apertura de los colegios electorales para que toda la ciudadanía española con derecho a voto eligiera a las personas que les representarían en el Congreso y en el Senado de España.
Desde la madrugada de ese día y hasta el viernes 12 de marzo a las 24:00 horas, todos los partidos políticos se dedicarían a presentar sus propuestas económicas y sociales con la exposición de sus programas de gobierno solicitando el voto para sus organizaciones políticas respectivas. Desgraciadamente esta programación no pudo ser culminada como estaba prevista. Si ese 2004 no marcó un inicio halagüeño para Marruecos, tampoco ese primer trimestre resultó ser mejor para España.
Esa campaña electoral culminaría el miércoles 10 de marzo con los mítines y actos programados de esa jornada, pues al día siguiente, jueves 11 de marzo, España entera despertaría envuelta prácticamente entre la incredulidad y la conmoción de unos sucesos terroríficos que sembraron el horror y el miedo entre la población.
En cuatro trenes de la red de cercanías de la Comunidad Autónoma de Madrid, tendrían lugar hasta diez explosiones provocadas con motivo de unos atentados terroristas entre las 07:30 y las 07:40 horas de esa mañana. Las personas fallecidas, víctimas de los crueles terroristas, ascenderían a 193. De ellas,143 eran españolas y por distintas nacionalidades la situación quedaría de la siguiente manera: 16 de Rumanía. 6 de Ecuador. 4 de Bulgaria. 4 de Polonia 4 de Perú. 2 de Colombia. 2 de República Dominicana. 2 de Honduras. 2 de Marruecos. 2 de Ucrania. 1 de Brasil. 1 de Cuba. 1 de Chile. 1 de Filipinas. 1 de Francia, y 1 de Senegal.
Con respecto a las personas heridas, algunas estadísticas recogen 1.900 y otras unas 2.050. Se denota una diferencia de 150 personas debido a que en algunas se contemplan las asistencias a los hospitales pasadas más de las 24 horas después de los atentados y en otras sólo las atendidas antes de que pasaran esas 24 horas. Además de españolas, la procedencia de estas personas heridas era de Argentina, Bolivia, Venezuela, Norteamérica, Armenia, Congo y Nigeria.
Con cada víctima una historia personal interrumpida y una tragedia desgraciada en sus respectivas familias. Contra la fuerza descontrolada de la Naturaleza Marruecos no podía reaccionar y evidentemente España tampoco contra la maldad injustificada de quienes justifican el terror para reivindicar sus postulados ideológicos radicalizados, rebosando odio y envidias de una auténtica enfermedad patológica.
Sin embargo, se denota desidia o falta de interés por parte del gobierno del Partido Popular, enfrascado en muchas otras cuestiones lógicamente, al no vigilar ni ser lo suficientemente inquisitivo con los Servicios Secretos y las distintas Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, para prevenir ese tremendo atentado. Los actos terroristas de Casa Blanca en el país vecino un año antes, así como todos los avisos de amenazas con posibles acciones violentas a llevarse a cabo por el desacuerdo manifiesto del mundo islámico con la invasión de Irak, debieron poner sobreaviso y en alerta máxima a todos los organismos relacionados con la seguridad de nuestro país.
Lamentablemente no fue así, y desde aquel fatídico 11 de marzo de 2004, España, la población española, ya no ha vuelto a ser la misma desde entonces. El miedo se apoderó de la gente y la sensación de inseguridad continúa vigente. Con estas condiciones se ha venido forjando a una sociedad secuestrada de su libertad, creando su casi nula capacidad para la toma de sus decisiones más trascendentales, inducidas por el temor a las reacciones violentas de organizaciones asentadas en nuestro propio país. No sólo en cuestiones de política internacional, sino también en asuntos de interés doméstico de la propia España, ante una población que duda permanentemente para decidirse por unas u otras cuestiones planteadas por los distintos grupos políticos, sopesando consecuencias negativas egoístas de ámbito personal, antes que pensar en el verdadero interés general conveniente al conjunto del país.
Se evidenció el paripé inútil de la Reunión de Alto Nivel entre España y Marruecos en diciembre de 2003, tres meses antes, en una media jornada de trabajo para temas tan importantes como la Emigración Irregular y el Terrorismo. De la primera cuestión surgió la novedosa idea de las patrullas policiales conjuntas. Una inversión económica incalculable cuyos resultados durante estos 20 años son las continuas burlas y risas marroquíes con resultado infructuoso por el incumplimiento manifiesto de Marruecos.
De la segunda cuestión, el Terrorismo, en esa Reunión de Alto Nivel no sabemos que se abordó exactamente, pero los acontecimientos demuestran que ese país islámico tampoco se preocupó y ni mucho menos colaboró, para que esos atentados del 11 de marzo de 2004 no pudieran llevarse a cabo, pues la implicación de un numeroso grupo de ciudadanos marroquíes en los atentados del 11 de marzo con permisos de trabajo y residencia en España, demuestran sus vínculos familiares y de arraigo con Marruecos y presuntamente conectados con el Grupo Islámico Combatiente Marroquí. Nadie se cree que los servicios secretos marroquíes no supieran de los planes e intenciones de sus delincuentes paisanos.
De todas formas, ya nada puede resolverse con cuestiones inútiles y lamentaciones absurdas que no restauran la vida ni las situaciones al estado anterior aquel 11 de marzo de 2004, del que desde entonces nada ha vuelto a ser igual en España.
Al igual que ocurriera con los atentados de Casablanca, los distintos gobiernos españoles desde ese día suavizaron expresiones y reacciones con el país vecino, justificando que la investigación confirma, sin demasiadas convicciones, que esos autores terroristas marroquíes de la masacre en la capital de España, no perseguían la consecución de determinados objetivos con vinculación e intereses del propio gobierno marroquí, como su tan deseado cambio de gobierno del Partido Popular por el del Partido Socialista, cuyo resultado más evidente de esos terribles crímenes, fue fruto de la casualidad de unos delincuentes que actuaron por su cuenta y riesgo.
La acción terrorista islamista es desvinculada de ese objetivo. Por otra parte, objetivo tan legítimo como otro cualquiera del gobierno marroquí, que entendía que los gobiernos del Partido Popular no ayudaban en nada para conseguir los objetivos que a Marruecos le interesaba.
Otra cuestión y muy grave, es que el medio empleado para ese cambio deseado de gobierno en España, si el Gobierno de Marruecos poseía la más mínima información de lo que esos terroristas pretendían perpetrar, sería su injustificable mutismo y su dejar hacer, casi en lo que podría calificarse como una declaración de guerra encubierta y amparada a través de un atentado terrorista del que podría desvincularse sin asumir las correspondientes responsabilidades.
Esto último no deja de ser una suposición, desde luego, pero por supuesto legítima de ser pensada tras las reacciones y actitudes del Rey Mohamed VI, todas contrarias al fomento de las buenas relaciones y mejora de la vecindad con España, desde el primer día que asumió el Trono de Marruecos…
Fin de esta undécima parte, (penúltima…)