martes. 29.04.2025

Me pilló fuera de esta pobre islita rica sin gobierno conocido la designación oficial por segunda vez consecutiva de Manuela Armas como candidata del PSOE a la Presidencia del caótico Cabildo conejero. Pero no por estar lejos de la noticia cuando ésta se produjo dejo de reconocer que es una buena noticia… para el resto de los partidos políticos. O sea, para todos sus rivales en esa misma carrera electoral. Manuela es, en efecto, la candidata que el peor enemigo del PSOE elegiría para repetir en el mismo cargo en el que, cuando le tocó ejercer de presidenta, o no hizo nada, o lo poco que hizo lo hizo rematadamente mal, como es triste fama. No hay que viajar a China para constatar esa evidencia. Aunque también es verdad, puestos a contarlo todo, que había un candidato del PSOE incluso mejor que Mela para los intereses del PP, CC, PIL, PNL: el mismísimo Carlos Espino que viste y calza, más quemado que la cachimba de un indio a estas alturas o bajuras de la actualidad política insular, sobre todo después de que, como muchos barruntábamos luego de leer los contundentes motivos de la querella contra él, el juez haya tomado la decisión de investigar su más que turbia y oscura gestión como consejero de lo que va quedando de los Centros Turísticos de Lanzarote.

Así y todo, Manuela tiene todavía sus armas, y no sólo en el apellido. Bueno, más que armas, un arma, en singular: en el PSOE desmantelado de Carlos Espino no cuentan con más cuadros. Manuela, por lo tanto, es el mal menor. No hay otra. Estas son lentejas, las tomas o las dejas. No tienen a nadie más de quien tirar o a quien recurrir. A la fuerza ahorcan. Y a falta de pan, por seguir con las frases hechas, buenas son tortas. O chorizos de Chacón. El actual secretario general por asalto, por poner un mal ejemplo, sale mal parado en todas las encuestas, y está imposibilitado de antemano para alcanzar posibles pactos con ningún otro partido (a todos los ha tildado de corruptos el ya imputadísimo Carlos Espino; siempre hablan de más los que más tienen que le digan, desde que el mundo es mundo).

Sobre el tal Espino, hay dos datos en los que apenas han hecho hincapié los medios de comunicación, y que yo entiendo más que significativos, aunque puedan parecer nimios a primera vista: su total soledad o falta de arrope por el resto de compañeros y compañeras (como escribiría él, con ese infralenguaje políticamente correcto y literalmente estúpido por redundante, innecesario y pesado) a su entrada y salida de los juzgados el pasado 14-D, y en segundo lugar el otro hecho de que, una vez conocido que el juez mantiene su imputación por tres posibles y graves delitos, ninguna fuerza política haya emitido ni un solo comunicado solicitando la inmediata dimisión o cese del mismo sectario y secretario general que iba dando lecciones de ética y de moral hasta justo anteayer. ¿Cómo es que no le han caído encima todos esos partidos damnificados por el “espinismo” a afearle al padre de esa corriente sectaria ese doble lenguaje y esa insultante hipocresía (que muchos ya conocíamos de primera mano desde hace años y por otros motivos profesionales)? Pues la respuesta es de cajón, y cae por la fuerza de la gravedad (“o por su propio peso”, como explicaba a los soldados el sargento del sobado chiste): al resto de las formaciones políticas implantadas en Lanzarote les interesa tener en la campaña y precampaña a un sectario secretario general y adalid (de boquilla) de anticorrupción imputado precisamente por presunta corrupción. Eso les da el discurso hecho a los demás. Les pone a huevo el principal argumento electoral, hasta tal punto que ya no necesitan inventarse otro. Y lo van a explotar. Con todo el morro, pero lo harán. ¡Es la política, estúpidos!

Imputado ya formal y oficialmente, se veía venir –conociéndolo- que el impoluto Espino no dimitiría. Hasta la duda ofende. Eso para los otros, para los malos, que lo son por el simple hecho de no ser de los suyos. Ya saben, la doble vara de medir, la doble (y superior) moral socialista. Hipocresía y cinismo al cubo (de la basura). ¿O acaso algún valiente en el seno de ese mismo partido que él ha trocado en una secta le va a sugerir –no digamos ya exigirle- que dimita un rato, aunque sólo sea por mínima vergüenza torera y para no echar por tierra todo el argumentario propio, si lo hubiera o hubiese? Espérate sentado, no te vayas a cansar.

Y si ambos son tan manifiestamente malos para el ejercicio político (Manuela como Carlos, Armas como Espino), como se ha demostrado de largo, ¿por qué vuelve a ser una la candidata principal a la primera institución pública y el otro sigue siendo sectario general? Manuela, aparte de la citada y palmaria falta de cuadros en el PSOE (y en el resto, no nos llevemos a engaño tampoco), gobernó sólo para su partido y para sus partidarios, así que es lógico que sólo ellos la apoyen (muchos se aprovecharon y hasta se hincharon con sus famosos contratos de “todo a 30.000” euros, por no hablar de la correligionaria majorera cuyos millonarios cobros conejeros todavía nadie sabe en concepto de qué se efectuaron). Recién llegada a la causa psoecialista, acusada de impostora e impostada en su día intramuros del PSOE por los que tenían más trienios en la militancia que ella, Manuela quiso congraciarse pronto y fácil con los que todavía la miraban con recelo en sus propias filas, puesto que ella, al igual que el impoluto pero imputado Espino, procedía de las filas del mismo nacionalismo del que ahora abominan ambos. Es lo que se conoce, desde hace siglos, como la fe del nuevo converso, que siempre es más radical que el que lleva años en la causa. Nada nuevo bajo el sol. (miguelangeldeleon@gmail.com).

Armas de Manuela
Comentarios