Se acaba de abrir oficialmente al público, para que la visiten propios y extraños, la casa conejera de José Saramago en Tías, rebautizada en portugués como A Casa. Una excelente noticia, a fe mía, aunque no me tengo por muy mitómano, y mucho menos por adorador de reliquias y demás achipenques. Lo que no me convencen son los rodeos para justificar la apertura del negocio (digo, del santo lugar) a escasos nueve meses de la muerte del escritor. Suenan precisamente a embarazosos y poco creíbles tantos circunloquios exculpatorios. Pero estamos en el reino del eufemismo, y habrá que aceptar las medias verdades como daños colaterales (por seguir con los eufemismos) de la idiocia galopante.
Digo que la noticia se me antoja buena desde un punto de vista exclusivamente económico, aunque la excusa sea cultural (“¡ah, si es cultura y si usted lee a Kierkegaard, pase tranquilo saltándose la cola y fume en el cine aunque esté prohibido, caballero!”). Puesto que la isla está en venta, desde el punto de vista promocional o propagandístico porque somos mera mercancía y las leyes del mercado son las que son, en verdad les digo que se ha vendido muy bien el negocio (o sea, el hallazgo cultural) en la prensa insular, regional y allende los mares, como dijo el cursi. ¿Y la noticia se ha publicado en tantos sitios y con tanto aparato, bombo y platillo por el exclusivo interés intrínseco de la misma? Hombre, creer en pajaritos preñados no está prohibido… aunque en algunos casos debería estar castigado por ley, para mi gusto.
Lo que sí se constata es que la distancia y la indiferencia que sienten los políticos hacia el resto de los mortales va paralela con la distancia y la indiferencia que sienten la mayoría de los periodistas ante sus lectores u oyentes potenciales. ¿Te podrás creer que en ninguna de las crónicas de los periódicos de papel en las que leí el notición se menciona lo que toda la gente se pregunta en la calle? Sí, esa misma pregunta que te habrás hecho tú mismo desde el momento y hora que te enteraste de la buena nueva: ¿y eso va a ser gratis o cobran entrada, cristiano? Que también son ganas de preguntarte tonterías, puestos a contarlo todo.
¿Y qué son dos u ocho euros de entrada si tenemos en cuenta que el fin es cultural, como queda dicho y repetido? Nada, minucias, excepto para el/la que recauda el vil metal, del que tanto abominó el pobre Saramago, “padescanse”. No olvides nunca que la cultura no tiene precio. No seas mercantilista, tolete. No comercies con la memoria de los muert… bueno, tú ya me entiendes. ¡Ah, sacrosanta cultura, cuántos crímenes se cometen en tu nombre, bandida!
NOTA AL MARGEN (o no tan al margen) ¿Se venderán machanguitos a propios y extraños en A Caja (digo, en A Casa)? Te cuento lo mismo que te conté aquí cuando se dio a conocer el notición cultural del año, del siglo y del milenio en Lanzarote: Pobre Saramago, toda la vida renegando del mercado para acabar convertido en simple o simplona mercancía. (miguelangeldeleon@gmail.com)