martes. 29.04.2025

Me comentaba una compañera por teléfono, minutos antes de ponerme a redactar estas líneas, que se han visto ardillas morunas o morenas por Arrecife en los últimos días. Al menos dos. O eso creen quienes creen haberlas visto, porque todavía no hay documento gráfico al respecto. Un par con un par. O sea, la parejita. O sea, terror total. A ver si se va a repetir lo de la hermana y vecina isla de Fuerteventura, con aquella gracia del legionario que trajo lo que trajo del continente vecino: otra parejita de ardillas africanas que dieron en reproducirse como conejos. Con más razón en Lanzarote, que también es tierra de conejos y de conejeros.

¡Ardillas morunas, mano! ¿Se teme más al animalito o al apellido? Me temo que a lo segundo, principalmente, porque la xenofobia la llevamos todos (sí, sí, todos) inoculada en los genes y en la memoria (con perdón por el pleonasmo), independientemente de que luego unos sepan disimularla, amaestrarla o torearla mejor que otros.

Uno de los sitios más habitados del planeta por metro cuadrado, Manhattan (Nueva York, en suma, supuesta capital mundial y ejemplo o espejo del desarrollo occidental, todo lo bueno y con todo lo malo que ello conlleva), está literalmente infectada de ardillas. No serán morunas, de acuerdo, pero son de un confianzudo que espanta (nunca mejor dicho: ellas no se espantan nunca y espantan al más pintado). Una de ellas (aunque a lo peor no era ardilla sino ‘ardillo') me levantó medio corneto en el parque de la Universidad Pública de Nueva York. No se esconden, como las de Arrecife, sino que se exhiben. Y los lugareños ya se han hecho a ellas, hasta el punto que sólo arrancan las risas o los grititos nerviosos de turistas poco hechos a esa aparentemente normal convivencia entre neoyorkinos y roedores (se incluyen también a las ratas, que las hay igualmente a millones allí, como es triste fama, aunque a éstas se las ve preferentemente de noche).

Lo escribía este lunes Erasmo (seudónimo, disfraz o máscara del periodista José Luis Gutiérrez) en su microcolumna diaria en El Mundo (siendo más pequeña aún que la de Antonio Gala, dice muchas más cosas de provecho que la del relamido andaluz): “Iniciar la semana lejos del ruido y la furia. Nada como Carlos de Hita, sus excelsos magnetófonos ‘verdes'. Graba ahora el griterío de pardelas y demás aves marinas en ‘Na Foradada' (Cabrera, Baleares), chillidos casi humanos, como de recién nacidos, como una maternidad, bajo el fragor del oleaje. ‘Un cop de llum y el crit d'una garsa.../ la nit es morta, i ja es fa clar'. Su formidable ‘Cançó de matinada'”.

Informaba ayer La Gaceta de Canarias que el guincho asegura su supervivencia en El Hierro: “Un total de tres parejas completan el censo de la población insular del águila pescadora, a lo que hay que sumar otra en fase de formación y aún sin territorio definido. En total, serían ocho ejemplares de guincho que viven (o sobreviven) actualmente en El Hierro”.

En Lanzarote, se dice que el guincho se muere (tanto el ave como la asociación ecologista del mismo nombre). Este año, en casa somos dos más a comer: unos periquitos que cantan alegremente a pesar de estar enjaulados. Contrasta el canto de mis pericos con Perico, que dicen los más suspicaces que tiene o mantiene El Guincho enjaulado o secuestrado, y cada vez canta menos, y cuando lo hace es por voz vicaria, como si el guincho fuera o fuese un loro que repite como ídem lo que otro le indica antes.

Toda la cultura ecologista que se ha desarrollado de último ya me la resumía mi abuela (98 años la contemplan) allá cuando uno era chinijo feliz e indocumentado (más indocumentado que ahora, quiero decir): “Los animalitos también son criaturas de Dios”. Aunque hay algunas de esas criaturas aladas que se cagan en todo, incluyendo las creencias religiosas, como las garzas de Arrecife “caos-pital”, que se han ganado a pulso de esfínter el escatológico apellido, las muy sucias. Ya las podía secuestrar Perico a todas, llevárselas más lejos que cerca... y dejar libre El Guincho, para que vuelva a volar a su aire. (de-leon@ya.com).

Ardillas morunas
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