Este fin de semana se acaba lo que se daba en la Primera División del fútbol español, aunque tenga de español lo mismo que yo de astronauta o lector de Antonio Gala. El domingo se sabrá si la Liga 2006/07 la gana alguno de los equipos que lo han merecido por juego y espectáculo sobre el césped (Barcelona o Sevilla), o si se la lleva el que juega a no jugar (Real Madrid), cuyo presidente dio muestras el pasado sábado de que cada uno es como es y que no conviene pedirle peras al olmo ni duraznos a la rama de batatera.
Verdad es también que hacía años que no se daba un final de campeonato tan apretado y con tanta incertidumbre en la cabeza y en la cola (otra vez el capicúa) de la clasificación, y en donde casi todo se deja para la última jornada: el título abierto a esos tres posibles vencedores ya nombrados, y varios equipos jugándoselo todo a una carta para no descender a Segunda División, pendientes a su vez de los resultados de terceros. En estos años atrás, el Barça se había proclamado vencedor incluso jornadas antes del cierre de temporada, mientras los jugadores del Madrid sólo podían ver alguna copa en el bar de la esquina, o en algún cumpleaños de esos futbolistas metidos a figurines de la prensa tonta, cuyas portadas han copado casi más veces que las de los periódicos deportivos (otros que tal bailan ese ritual del periodismo amarillo o sensacionalista).
En la tarde-noche del domingo saldremos todos de dudas, pero desde ya se puede adelantar una verdad indiscutible: triste Liga la actual si campeona, como dicen en Hispanoamérica, uno que no ha jugado a nada. Triste trofeo, a fe mía. Poco premio al fútbol grande. Pero con su pan se lo coman esos que llaman resultadistas. Los que tenemos una idea del fútbol acaso más infantil (vean las camisetas que llevan los chinijos lugareños y extranjeros, casi todas del mismo color y casi ninguna blanca, porque al niño no lo engaña ninguna militancia obligada y su fe balompédica es pura y no contaminada), o acaso más romántica, sabemos que se puede jugar como nunca y perder como (casi) siempre. Como se puede jugar con el culo (con perdón) y acabar ganando los partidos (y no señalo a nadie, para no convertirlo en “blanco” de más críticas).
Si triunfa el antifútbol, sus feligreses -que los hay a millones, como es triste fama- también lo celebrarán, tal y como hizo a destiempo el ya mencionado presidente precipitado. Y entonces el Barça habrá regalado una Liga que podía haberse asegurado jornadas atrás, antes de que la confianza -que también juega- matase al gato. Y el Sevilla, que ha jugado mejor y con más mérito, pues cuenta menos plantilla y menos presupuesto que los otros dos equipos en liza, perderá la posibilidad de completar el denominado triplete, un palabro muy del gusto de los cronistas deportivos que el Diccionario de la Real Academia no reconoce, aunque para mi gusto el que está casi irreconocible de último es el propio DRAE.
Llegados a este punto, en estos días de vísperas me sumo de antemano, gustoso y de mil amores, al deseo que dicen que ahora pide a gritos la siempre entendida y coherente afición madridista (justo lo contrario, casualmente, de lo que pedía hace apenas unas semanas esa misma afición entendida y coherente): que el tal Capello de la triste figura se quede en el Real Madrid. Quiera el Cielo que el italiano, ese señor tan alérgico al buen fútbol, como ha escrito Carlos Boyero (madridista a su pesar, como se cansa de repetir), nos haga ese último favor a los que sí nos gusta el fútbol y, por lo tanto, somos del Barça, “manque pierda”, como dirían los del Betis, otros que también están a punto de perderlo casi todo.
A lo que no dedicaré ni una línea es a la falsa e interesada polémica de las primas a terceros. Hasta el más tonto del pueblo sabe ya, a estas alturas de la Liga, que difícilmente puede ser visto como moral o éticamente reprobable pagarle a alguien un sobresueldo por hacer lo que está obligado a hacer (en el caso del futbolista, saltar al terreno de juego a ganarle el partido a su rival, sea éste quien sea y se juegue lo que se tercie). De hacerle caso a la prensa madridista, tal parece que lo de las primas las acaba de inventar el Barça. Como si el Mallorca fuera o fuese a ser el único equipo al que le han prometido ya millonarios regalitos procedentes de fuera de la isla. A otro perro con ese hueso tan blanco... (de-leon@ya.com).