lunes. 28.04.2025

Pueblo anestesiado con pitos y flautas, pueblo manipulado y estafado. La mejor anestesia, la fiesta dirigida por los políticos disfrazada de libre transgresión popular (¡y un cuerno!). Todavía hay países, en pleno siglo XXI, que llevan a la horca o al paredón a condenados contentos con su condena, colocados hasta el culo (con perdón) de drogas. Y pocas drogas tan efectivas como la que no parece tal: desde allá cuando los romanos, pan y circo para adormecer o adormilar a las masas. Funciona igual de bien, hoy como ayer. Si lo sabrán los que ordenan y mandan incluso el día, la hora, el lugar y la forma en la que ha de divertirse la chusma, plebe o masa llevadera, a la que es fácil hacerle creer que es libre y soberana, que decide algo, como en las elecciones con trampa y candado. Se ha demostrado palmariamente que no es difícil llevar al matadero a gente drogada. Es pan comido.

Las murgas, ingenuas y onanistas (siempre hablando de sus problemas, quejándose del jurado, criticando a otras, como si imitaran al tal Mourihno), siguen creyendo que a los políticos les importa algo más que un bledo sus críticas más o menos facilonas y mejor o peor rimadas (no me pronuncio porque hace años que dejé de seguirlas muy de lejos). El autoengaño es libre, incluso el masivo o colectivo, fomentado de mil amores también por los medios de comunicación que se prestan a la engañifa de intentar vender un carnaval rutinario y repetitivo como el no va más de la diversión. Ya te digo…

Con la que está cayendo, por si ha quedado algo o alguien en pie después de la matraquilla teóricamente festiva de las navidades, por si nos pareciera poca mascarada la falsa preocupación de la clase política por los miles de isleños condenados al paro (a algunos se les mete en cursos de formación para que dejen de figurar en las negras estadísticas como parados puros de oliva, que diría el gran Chiquito), por si se nos antojara chica la murga que nos dieron hace apenas unas semanas los políticos lugareños con respecto a la imperiosa necesidad que tiene Lanzarote de estar presente en esa fiesta (feria, quise decir) de las vanidades que es el Fitur-me-dices-ven-lo-dejo-todo, por si fueran o fuesen pocos los disfraces que veremos en la inminente campaña electoral del mes de mayo, resulta que también el Carnaval propiamente dicho coincide en mitad de todo este caos festivo y electoralista del año de crisis de 2011. Éramos pocos y la abuela está a punto de parir trillizos. Por si no querías té, tres tazas.

Dicen los amantes de los tópicos y de las frases hechas que el carnaval es la orgía de la carne. Algunos ilusos incluso se lo creen, porque hay gente para todo. Pero, en realidad, hoy cualquier día –y no digamos cualquier noche- es buena para la fiesta carnal, como sabe hasta el más tonto del pueblo a estas alturas del relajo de las costumbres sociales, que tiene y mantiene de uñas a todo el obisperío español, como es triste fama. Los más originales del lugar repiten como loros aquella otra inmensa mentira que afirma, alegremente, que el carnaval es desenfreno y subversión. ¿Ustedes lo vieron? Yo tampoco. Si en verdad se habla de subversión, habría que preguntarse entonces quiénes son en este caso los presuntos subversivos: si los que se dejan llevar por la corriente y, al igual que el Vicente del sobado dicho, van a donde va la gente porque no tienen criterio propio, o los letristas de las murgas que se escudan en un disfraz colectivo para patear el idioma haciendo uso y abuso del lenguaje más fácil y soez. O a lo peor las subversivas son las propias murgas, aunque tengo para mí que confunden por lo general la subversión con la subvención económica de los ayuntamientos o del Cabildo… incluso en pleno año de la crisis de 2011. (miguelangeldeleon@gmail.com)

Carna-pan y circo
Comentarios