Me cuentan fuentes dignas de todo crédito que anda celebrándose esta misma semana el Festival de Cine de Lanzarote de 2012, que al menos ahora tiene un nombre en cristiano, porque Dios aprieta con los anglicismos pero no ahoga, al Cielo gracias. No tengo tiempo para ver cine en el cine, pero tantito que me alegro como antiguo crítico (tampoco tan antiguo) del séptimo arte… que en España es décimo tercero, y bajando, como es triste fama.
En hablando precisamente de cine, la publicidad internacional para la islita la ha traído en otras ocasiones los rodajes aquí mismo de películas que, por una razón u otra, han pasado a la historia del cine mundial, independientemente de la intrínseca calidad cinematográfica de las mismas. Pongamos que les hablo de cintas cuasi míticas como “Hace un millón de años” o “Enemigo mío”. Esta última, además, generó una gran polémica en su día y momento en Lanzarote con motivo del movimiento de grandes cantidades de piedra volcánica que se llevó a cabo para su costosa producción.
Siempre digo en este punto que nunca agradeceremos los conejeros como se merece el favor que nos hiciera, años ha, el rodaje en Lanzarote de aquella película que en España se tituló, como queda apuntado en el párrafo anterior, Hace un millón de años. Ello ha posibilitado una constante publicidad para esta pobre islita rica sin gobierno conocido, que se hizo efectiva cuando la película se estrenó en medio mundo, y que sigue siéndolo hoy porque la misma se ha convertido en referencia casi obligatoria de los cinéfilos de todo el planeta. La calidad cinematográfica de la cinta de marras era más bien poca tirando a ninguna, puestos a contar verdades, pero las carnes prietas de la Raquel Welch de sus mejores días huyendo constantemente de unos dinosaurios que hoy causan risa, más el añadido de los paisajes “lunares” o falsamente primigenios de Lanzarote, terminaron convirtiendo a la películeja en un objeto de culto (hortera o cutre, pero devoción al fin y al cabo) de los aficionados a las rarezas filmadas. Prueba de ello es que no hay resumen de la historia del cine en donde no aparezca algún plano, escena o secuencia de aquella producción en la que también hizo su papelito como figurante don Heraclio Niz, el Pollo de Arrecife, que en paz descanse. Por eso es muy rara la gala de los Oscar -un suponer- en la que no acabe colándose, aunque sólo sea durante unas décimas de segundo, algunos fotogramas de “Hace un millón de años”, ante la mirada de millones de telespectadores de casi todos los países que pueden ver, a modo de publicidad subliminal, los volcanes y la lava petrificada de Lanzarote.
Para que luego digan algunos esa frase hecha de que "esto no es Hollywood". Si no lo es, se le empieza a parecer mucho. Miren lo que nos gastamos en pagar no más que políticos, asesores y demás enchufados, en plena crisis y con las vacas flacas muriéndose por las esquinas y cunetas. Y nadie pide responsabilidades políticas, económicas o judiciales a nadie. De cine.
Para más películas estamos…