Debido a la huelga criminal y traicionera perpetrada a la zorruna por los ventajistas, mimados y consentidos controladores aéreos (dales hoy la mano y te comerán mañana el brazo), quienes pensábamos por aquellas fechas estar fuera de esta pobre islita rica sin gobierno conocido casi una semana nos quedamos con las ganas, o con la posibilidad de trocar esos siete días en tres o cuatro, a lo sumo. Eso, los que vacábamos. Los que tenían otras urgencias lo pasaron, obviamente, mucho peor, hasta el punto de que en algunos casos degeneró en desgracia o tragedia irreparable. Y como si eso les importara o importase un pimiento a los piratas del aire, que se agarran a la otra máxima del “ande yo caliente y joróbese la gente”. Ahí se las den todas…
De la otra aventura aérea que tuvimos que vivir, por culpa de los flecos o coletazos de esas misma huelga de controladores sin aviso previo, los que veníamos el jueves, día 9 de los corrientes, en el vuelo Barcelona-Lanzarote, que acabó aterrizando en Gran Canaria, mejor no hablar para no hacernos más mala sangre. La experiencia también nos sirvió a todos los pasajeros para tener un feliz recuerdo de todos los familiares de los controladores. Durante el accidentado vuelo, leo en el diario La Vanguardia, que reparte “gratis” la compañía Air Europa, que “los controladores responderán de sus actos, citados por la Fiscalía, que por ahora descarta medidas como la prisión provisional, aunque sería legalmente posible”. En el caso concreto de Canarias, el martes de esta misma semana informaba La Opinión de Tenerife que “la Fiscalía investiga a 25 controladores canarios por la huelga salvaje del puente”.
El sabotaje llevado a cabo por los macarras del aire, como los ha llamado cabalmente el crítico cinematográfico Carlos Boyero, sólo encontró esta vez el respaldo y la simpatía de otros profesionales de la huelga, como maestritos (del chantaje) y por ahí seguido. O sea, los linces que sólo son solidarios siempre con ellos mismos, así como “trasnochados izquierdistas” (del estilo de Zapatero, según el chivato del Wikileaks, que está redescubriendo esa doble moral psoecialista que muchos llevamos años maldiciendo) que cuando leen en una misma frase las palabras “trabajadores” y “huelga” confunden churras con merinas e ignoran que esa “huelga” de cuatro “trabajadores” privilegiados daña a millones de trabajadores reales que cuando van a la huelga nadie les hace caso ni paralizan un país. Las posibles razones que tuvieran o tuviesen los controladores de marras se pierden desde el mismo momento y hora en el que secuestran literalmente a toda una nación. A partir de ahí no hay nada más que hablar. Esta obviedad ya la empiezan a reconocer incluso algunos de esos controladores aéreos más o menos sensatos, que haberlos haylos también, por simple cálculo de probabilidades.
Vengo escribiendo este artículo que al final no pudo salir a tiempo garabateando sobre los periódicos que cojo en el avión. En otro de ellos, en El País, el consejero delegado de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA para los amigos y demás personas piadosas), Giovanni Bisignani (con perdón por la rima), titula su columna de opinión “Un lío europeo de 5.000 millones”, y escribe algo elemental, aunque sólo a unos cuantos locos no se lo parezca: “No es tolerable que los controladores se resistan al cambio hostigando a un país entero”. El primer párrafo es igualmente esclarecedor: “La huelga ilegal llevada a cabo por los controladores españoles el pasado fin de semana ha supuesto un tremendo y vergonzoso coste para una de las cinco economías más importantes de Europa. Al daño que sufrieron unos 650.000 pasajeros, que no pudieron regresar a sus lugares de origen o no pudieron disfrutar del derecho a sus vacaciones, hay que sumar el impacto sobre la economía”. Y si nos centramos en economías como la canaria, y concretando todavía más la conejera, cuya dependencia del avión es tan obvia, ni les cuento las cuentas negativas que hay que echar. Échele usted hilo a la cometa.
Los cuatro bandidos que tomaron a cuarenta millones de personas como rehenes parecen ignorar (o lo saben pero les trae al fresco) que hasta el Papa puede hacer huelga de fe si le pete. Y el obispo, y el cura y hasta el monaguillo, ya puestos. De hecho, se sabe de muy pocos Papas que creyeran o creyesen verdaderamente en Dios, como es triste fama. Pero hay determinadas profesiones en las que una huelga no anunciada y traicionera puede causar un daño irreparable. ¿El fin (económico) de unos dos mil ultrainsolidarios puede justificar esos métodos que perjudican a millones de compatriotas? La respuesta está en el aire (nunca mejor dicho). (miguelangeldeleon@gmail.com).