martes. 29.04.2025

De economía entiendo poquito tirando a nada. O sea, como los economistas, a los que todavía entiendo menos (sobre todo porque no les presto demasiada atención). Y además no les creo nunca, ni loco ni por una apuesta ni hartito de vino, pues está palmariamente demostrado que sus pronósticos fallan más que una escopeta de feria, como es triste fama. En caso de duda, véase no más la crisis internacional e intergaláctica de ahorita mismo, que ni pos asomo la pronosticó ni el más pesimista de ese particular oráculo o gremio de enterados de la caja del agua, por decirlo en canario.

Lo dejó escrito en el diario ABC años atrás, con tanta humildad como certeza, Luis Ignacio Parada, un columnista experto en Economía: “Un filósofo es un ser encantador capaz de explicar cosas que nadie entiende con palabras que conoce todo el mundo. En cambio, un economista es un tipo indignante capaz de explicar cosas que conoce todo el mundo con palabras que no entiende nadie”.

En Lanzarote, además de la crisis económica propiamente dicha (que apenas notan los concejales, consejeros y demás asalariados a cuenta de todos nosotros, que barajan congelarse los sueldos no antes sino después de subírselos con descaro sin habernos consultado a quienes les pagamos), tenemos la otra crisis cíclica cabildicia, que es ya una tradición, hasta el punto que en el anterior mandato obró el milagro de sentar en la poltrona presidencial a siete culos (y culas, que diría la ministra boba) distintos y distantes. Ahora mismo, los integrantes e intrigantes del actual y enésimo pacto PSOE-PIL andan, de nuevo, tirándose los trastos en los medios mediante comunicado de prensa, por aquello de darle también algo de trabajo a los asesores y demás personal de confianza o confianzudo al que también se le subió el merecidísimo sueldazo.

Aparte de la programación televisiva, dudo que haya algo más aburrido, además de claramente improductivo o poco provechoso, que perder el tiempo prestándole atención a la infinita crisis que ahora escenifican psoecialistas e insularistas conejeros. Cierto es que el grueso de la prensa vive convencida (y me incluyo entre los errados) de que estas traquinas o matraquillas les quita el sueño a los lanzaroteños que no tienen arte ni parte en el esperpento político insular, y da por hecho que en la calle no se habla de otra cosa. Prueba empírica de que el grueso de la prensa no pisa la calle, excepto para seguirle los pasos errados y erráticos a esta clase política que nos ha tocado en desgraciada suerte. Como mínimo, hay casi un 50% del electorado potencial insular que deja bien claro cuánto le interesa esta guerra de guerrillas cada vez que llaman a las urnas: absolutamente nada. O les trae sin cuidado la que se traen montada los políticos lugareños, o directamente les asquea el solo hecho de escuchar sus nombres o saber de sus malas artes y peores andanzas. La única crisis que les quita el sueño, tanto a los votantes como a los abstencionistas, es la que comentábamos en los dos primeros párrafos de esta columna.

En el PSOE y en el PIL están comprobando otra vez sus miembros (y miembras) que no exageraba el gran Winston Churchill cuando repetía, con toda la razón del mundo y parte del extranjero, que en esta vida existen pequeños enemigos, enemigos medianos, grandes enemigos... y compañeros de partido (o de pacto, tanto monta), que son los peores y los más temibles. (de-leon@ya.com).

Dos crisis en una
Comentarios