martes. 29.04.2025

El diario El País parece cada día más irresponsable. O, por decirlo de otra manera, menos serio y riguroso que cuando nació, en los albores de la democracia. Tuvimos prueba reciente de ello los conejeros con aquella vivacartagenera comparación marbellí que nos regaló a toda página, previa llamada en portada ¡a cuatro columnas! Un supuesto notición del que nunca más se supo, pues no hubo seguimiento informativo: ni una editorial, ni un mini reportaje posterior, ni una mísera línea desde entonces hasta hoy. Tal parece que estuviéramos ante la macro noticia que jamás existió. Empiezo a creer incluso que fue un mal sueño conejero colectivo.

Este domingo, el diario que ya le ha colocado el punto a la i (de la portada; después de décadas presentándose con esa alevosa falta de ortografía), le dedicaba el reportaje central del suplemento dominical a Antonio Cubillo. Dos páginas para no añadir nada nuevo... y encima olvidar/obviar algunos pequeños/grandes detalles como el del accidente de los dos aviones en Los Rodeos, la tragedia con más víctimas de toda la historia mundial de la aviación. 583 muertos que de no haberse producido la amenaza de bomba en el Aeropuerto de Gando hoy estarían todavía a este lado de la realidad. Total, nada. Daños colaterales, que diría un cínico.

Cada vez que hago aquí alguna referencia, aunque sea muy de pasada, a la cansina e interesada matraca soberanista, cuyo principal adalid actual es el mismísimo Pepito Rodríguez que viste y calza (editor/director de El Día, que cree que el principal problema de esta región es que la pérfida isla redonda se llama Gran Canaria y no Canaria a secas, y va que chuta), recibo en la dirección del correo electrónico que aparece al final de estas líneas amables saludos y páginas digitales adjuntas a punta pala de mala literatura panfletaria. Los insultos dicen mucho del insultador. No digamos ya el anonimato, que hablan a las claras de su valentía. Tanto daño me hagan como miedo les tengo, pero no me puedo tomar en serio a los que quieren hacer pasar por verdades absolutas las más absolutas mentiras históricas o contemporáneas.

Cubillo, sabedor por propia y triste experiencia electoral de que el independentismo “asoliado” que predica no tiene ningún respaldo entre los canarios, tal y como se ha demostrado comicio tras comicio, pasó de hacer el ridículo ante las urnas a abogar por la abstención en las elecciones posteriores a sus monumentales fracasos (en la entrevista de El País salía de nuevo por peteneras cuando el periodista le recordaba ese significativo dato “sin importancia”). La finalidad de tan elemental maniobra ya la habrá adivinado el lector: apropiarse después de toda esa abstención, alegando que el pueblo canario habría seguido su consejo porque es mayoritariamente independentista. Ya el conejo me riscó la perra. Más abstencionista que quien les escribe conozco a muy poca gente, y puedo ser sospechoso de cualquier cosa menos de tener tendencias nacionalistas. Ya sólo me faltaba que cualquier mencey loco me hiciera feligrés suyo. (de-leon@ya.com).

El País de Cubillo
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