lunes. 28.04.2025

En teoría, estamos en pre-campaña electoral. En la práctica, nos envuelve y nos atosiga ya, de facto, la campaña pura y dura de cara a las elecciones locales de dentro de mes y pico o mes y poco. En caso de duda, sólo tienes que abrir los periódicos o atender cualquier otro medio de comunicación. Y ya estamos viendo cómo los que, con su manifiesta incompetencia, nos han creado los mayores problemas (en Inalsa, en los Centros Turísticos y por ahí seguido) se ofrecen para solucionar los mismos. O sea, los zorros opositando para cuidadores del gallinero. Átame a esa mosca por el rabo, que a mí ya se me escapa.

Pese a todo lo que está cayendo (excepto caras de vergüenza), los mercaderes de la política vendrán otra vez a pedirte el voto, con todo el morro del mundo y parte del extranjero. Todos ellos sin excepción, y alguno más que se sumará por el camino, volverán a tocar en tu puerta para que le confíes tu voto el próximo 22 de mayo del año en curso. Será la única vez que lo hagan en cuatro años. No te molestarán más (bueno, en las elecciones generales otro ratito, pero serán menos manos tocando en tu postigo porque hay menos a repartir). Una vez que te chupen o extraigan tu sangre en forma de voto, ya no les interesas. Tu voluntad electoral es pura mercancía, en efecto, para los profesionales de la política-degradación. ¿O no has caído todavía en la cuenta de ese cuento, casi cuarenta años después de iniciada esa farsa electoral dizque democrática?

Es palabra del reputado artista Eduardo Sierra: “Esta democracia es una estafa. Es la dictadura perfecta. Se elige entre dos dictadores: uno que ríe y otro que gruñe. Ambos tienen los mismos jefes. Han convertido las elecciones en un acto de adhesión al régimen. Y si tras sus campañas propagandísticas no tragas, te mandan a los antidisturbios y listo.”. ¡Si lo sabremos por experiencia propia los abstencionistas que no escondemos nuestra condición y que, por eso mismo, somos los apestados del (mal uso) del sistema!

Para mal de males, tienes que aguantar con cristiana resignación que te venga luego el interesado, el inocente o el despistado de turno con la misma matraquilla, repitiendo siempre idéntica letanía, falsa como la falsa moneda que de mano en mano va pero nadie se la queda: “El que no vota no tiene derecho a opinar”. ¿No fumas, inglés? Es aquello de la mentira mil veces repetida, que los más toletes o totorotas del lugar acaban asumiendo como verdad de la buena.

Ya empezamos a oír el típico puñado de frases hechas y huecas, como la sostenibilidad y la madre que la fizo. Mentiras sobre mentiras del que ha oído el ruido pero no sabe dónde están las campanas. Otra trola: “Si no votas, van a seguir saliendo los mismos”. Claro, y si votas también. Aunque acudiéramos todos a retratarnos ante la urna, saldrían elegidos exactamente los mismos y tendríamos la política insular igual de estancada y podrida. Los votantes pueden cambiar, aumentar o disminuir, pero los políticos seguirán siendo los mismos: los designados por los partidos, que son los únicos que eligen sus intocables listas cerradas, no los votantes que son apenas convidados de piedra en esta degradadísima democracia virtual que padecemos, como es triste fama.

Siempre recalco en estas horas amargas de vísperas de farsa electoral que resulta casi enternecedor comprobar que todavía, a estas alturas del esperpento y del total descrédito político insular, queden ilusos a los que les ilusiona el voto. Están en su derecho, por supuesto, y al contrario de lo que hacen muchos de ellos con quienes hemos decidido responsablemente no prestarnos más a ese juego inútil (útil sólo para los profesionales de la política y sus adulones adosados), nunca escucharán un insulto por parte de ningún abstencionista hacia un votante. Lo llaman democracia, que es algo que no significa únicamente votar por inercia sino, esencialmente, respetar la opinión ajena. Comparto el lema que sugiere que si todos prometen y nadie cumple, votemos por nadie. Amén. (miguelangeldeleon@gmail.com).

Es rubia teñida, pero es tan tonta que parece rubia auténtica
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