lunes. 28.04.2025

Sabedora de que los domingos suelo estar ajeno a cualquier clase de pantalla, sea la del televisor (a no ser que juegue el Barça) o la del ordenador, en las primeras horas de la noche dominical me llamaba la mejor periodista que tenemos en Lanzarote y parte del extranjero para comunicarme lo que ella denominó “notición” de los resultados electorales en Andalucía del 25 de marzo del año en curso: “¡Han fallado todas las encuestas!”. Fíjate tú.

Para quienes no creemos ni poco ni mucho en las encuestas, el “notición” tampoco era para tanto, pero es muy cierto que todavía están en el PP, en el PSOE y en la mayoría de los medios de comunicación sin terminar de dar crédito a la “amarga victoria” del PP, que finalmente se quedó sin esa mayoría absoluta que pronosticaban todos y cada uno de los sondeos que se habían publicado en el grueso de la prensa española. Un triste triunfo electoral, el “pepón”, que los mantendrá en la oposición hasta no se sabe cuándo, Dios o ERE mediante.

“Hay tres tipos de materiales periodísticos: verdades, mentiras y estadísticas. Las encuestas, como las estadísticas, valen de comodín y, convenientemente torturadas, se pueden adaptar a cualquier necesidad”. Así principiaba el correo electrónico que me enviaba tiempito atrás una sufrida lectora de esta página de opinión, que conoce mi poca afición por las encuestas y mi rechazo a la publicación, difusión o excesivo debate de las mismas en los medios.

Hazte un favor: manda a la porra todas las encuestas; las que sean y sobre la jaqueca que sean. Tíralas, y arroja también al mismo vertedero maloliente a los mercachifles que las encargan, a los que las venden y a los que las propagan, propalan y publicitan: unos y otros quieren dar por buena lo que sólo es mercancía fraudulenta. Si el rumor no es noticia para el periodista que se viste por los pies, y si toda encuesta no pasa de ser un mero rumor tan o más interesado que el peor de los runrunes, no hagas caso de ningún pomposo instituto de sociometría ni de las mentiras maquilladas de datos estadísticos. Todo eso es filfa.

¿Qué fiabilidad tiene el sondeo realizado por desconocidos que preguntan a otros desconocidos sobre asuntos que ni unos ni otros confiesan ni a sus mejores amistades, tales como –un suponer- las costumbres sexuales o la intención del voto? Fíate y no comas, que dice el manoseado dicho. Si encima hablamos de encuestas sobre la nadería política que sufrimos, la burla demoscópica se torna todavía más grave.

Si lees en esta misma tribuna alguna vez algún dato, algún número o alguna estimación de voto, pasa la página y deja de leer a quien ya empieza a insultar tu inteligencia. Si no crees en el horóscopo, ni en el echador/timador de cartas ni en otras supercherías, nada ni nadie te va a obligar a comulgar con la atragantadora rueda de molino demoscópica, que además se está desmintiendo constantemente a sí misma durante estas últimas fechas con la catarata de sondeos preelectorales publicados. ¡Ni uno solo de ellos se olió, ni por equivocación, lo que finalmente sucedió el pasado domingo en Andalucía! ¿No te parece demasiada casualidad?

No permitas que te timen con impunidad y alevosía. Apúntate a cualquier orgía, la que más te apetezca, pero bórrate de la demoscópica. Que no te den esa vara y esa tabarra los nuevos sacerdotes del bulo maquillado de ciencia del sondeo.

¿La mejor encuesta electoral? La que no existe. Y si existe, aplícale ese bello neologismo que se inventaron allá en México: ningunéala, como si no existiera. La más sonora bofetada, y también la más dolorosa, es la de la indiferencia. También ahí va cargado de razón el refranero, que sabe más por viejo que por sabio: no hay mayor desprecio que no hacer aprecio.

No hagas caso de ningún consejo, ni siquiera de éste. Pero tomaduras de pelo demoscópicas o mediáticas, las justitas. Ya va estando bien de tanto relajo y tanta bobería boba, como dice el canario viejo de islita adentro, que hace de la redundancia verbal un arte… justo al revés que el candidato electoral, que troca el habla en el arte de mentir, como es triste fama. (miguelangeldeleon@gmail.com, @mangeldeleon).

Fracaso general
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