Los estás viendo pasar procedentes de todas las siglas (vale, con la excepción de Alternativa Ciudadana) a retratarse ante la Justicia. Y todas esas siglas, y todas esas caras que ves en las fotos entrando y saliendo de su casa al juzgado, del juzgado a la cárcel, de la cárcel a su casa y vuelta a empezar, volverán a pedirte dentro de apenas un año tu voto, tu confianza. Porque se necesita ser un rato confianzudo para volver a reclamar tu apoyo ante la urna (lo único transparente de esta partitocracia maquillada de democracia). Y se necesitará ser muy indolente para ir a dárselo encima a cualquiera de ellos, salvo que te vaya en el envite la soldada tuya o la de algún familiar.
Tal cual: pese a toda lo que está cayendo (excepto caras de vergüenza), ya los verás venir otra vez a pedir tu voto con todo el morro del mundo y parte del extranjero. Con toda su cara. Todos ellos sin excepción, y alguno más que se sumará por el camino (ya sabes: la juventud, la renovación, sangre nueva, colmillo viejo, ambición eterna), volverán a tocar en tu puerta. Será la única vez que lo hagan en cuatro años. No te molestarán más (bueno, en las elecciones generales otro ratito, pero serán menos manos tocando en tu postigo porque hay menos a repartir). Una vez que te chupen o extraigan tu sangre en forma de voto, ya no les interesas. Tu voluntad electoral es pura mercancía para los profesionales de la política-degradación. ¿O no has caído todavía en la cuenta de ese cuento, casi cuarenta años después de iniciada esa farsa electoral dizque democrática?
En llegando el olor a urnas, volverán todos los candidatos a seguir mercadeando con tu voluntad vicaria inocentemente depositada en las urnas. Acompañados de sus palmeros a sueldo en forma de pelotas mediáticos y mediocres, en su mayoría. Hacen el trabajo sucio: se encargan de señalar invariablemente la corrupción en las siglas ajenas y de tapar, maquillar o negar la propia. Son los que te insultarán si osas abstenerte de votar a quienes sobrealimentan a los adulones. Tipos y tipas con rostros que se lo pisan que llevan viviendo de la ubre institucional desde hace lustros, ora con Juana, ora con su hermana, hoy con el PIL, mañana con el POL. Y sin tener que presentarse ellos a elección alguna.
Ya viste lo de la Operación Unión. Y estás viendo ahora lo de la Operación Jable. El PIL enfangado hasta las cejas y su “socio necesario” durante casi 20 años, el PSOE, que se quiere volver a ir de rositas, como si no tuviera o tuviese ninguna responsabilidad subsidiaria, por activa o por pasiva (por hacer, o por dejar hacer durante años, tanto monta), preparando o auspiciando incluso manifestaciones de protesta. ¿Y contra quién puede protestar el PSOE más fuerte y con más razón que contra sí mismo, que lleva gobernando “con el mal” desde cuando algunos llevábamos pantalón corto? En esa Operación Maquillaje es en la que trabajan ahorita mismo, denodadamente, los embalsamadores del exquisito cadáver de lo que va quedando del PSOE en Lanzarote: en hacerle ver a la población y al electorado más cándido, o a ese militante trocado en militonto ciego y sectario, que el marido o la mujer del PIL durante tantos lustros y tantas aventuras en comandita no sabía nada de lo que se trajinaba su cónyuge.
Confieso que resulta casi enternecedor comprobar que todavía, a estas alturas del esperpento y del total descrédito político insular, queden ilusos a los que les ilusiona el voto. Están en su derecho. Y, al contrario de lo que hacen muchos de ellos con quienes hemos decidido responsablemente no prestarnos más a ese juego inútil (útil sólo para los profesionales de la política y sus adulones adosados), nunca escucharán un insulto por parte de ningún abstencionista hacia un votante. Lo llaman democracia: que no significa votar por inercia sino, esencialmente, respetar la opinión ajena. Ah, pero ni se te ocurra decir ni pensar que todos los políticos son iguales. Eso jamás. En Lanzarote lo hay malos, de acuerdo, pero también los hay peores. Y hay que tener mucho, mucho, mucho jable en los ojos para volver a votar a esta fauna infame. (de-leon@ya.com).
(Publicado en la revista Lancelot)