martes. 29.04.2025

Iba a dedicarle la columna de hoy -porque ella se lo merece y porque se lo ha ganado a pulso- a la presidenta prestada del Cabildo, pero me han dejado sin palabras otras palabras previas de un teórico correligionario suyo. Me refiero a las pronunciadas este lunes en este mismo medio por el todavía alcalde de Arrecife, Enrique Pérez Parrilla. Como la actualidad manda, dejaré el artículo sobre Manuela Armas Rodríguez para mañana, Dios mediante, puesto que la penúltima perla del primer edil de la caos-pital lanzaroteña no puede dejarse caer en saco roto. Palabras mayores las suyas, a fe mía.

Explica Enrique Pérez Pachorras (Parrilla, quise decir) lo de las dos tempranas dimisiones de los dos jóvenes concejales que acudieron a las elecciones en la misma lista del PSOE que él encabezaba (Marcos Bergaz y Miguel Ángel Ferrer) en el hecho científico y palmario de que ambos “son jóvenes y fogosos”, y por lo tanto, al no tener tiempo entre tanta fogosidad juvenil con sus respectivas parejas o lo que se tercie para asumir tantísimo trabajo como hay que hacer en el Ayuntamiento donde nada se hace, se asustaron ante tamaña responsabilidad y salieron a escape, los muy irresponsables, huyendo de tan alta y laboriosa tarea política o pública. ¿No fumas, inglés? Se pueden sacar muchas conclusiones, incluso sicológicas, de esa pazguata y temeraria afirmación pérezparrillera, pero hay una evidente: el alcalde tiene en muy poca consideración la inteligencia de sus vecinos.

No le ha servido de nada a Pérez Parrilla la veteranía política ni los trienios para saber estar a la misma altura que sus dos concejales dimitidos, que demostraron al menos tener más mano izquierda y cintura que el alcalde a la hora de marcharse sin hacer demasiado ruido. Los muchachos huyeron pronto de la quema alegando motivos “personales/familiares”. Se fueron con elegancia. Justo lo que le ha faltado a este alcalde sin gobierno real que cada día que pasa está más irreconocible, que hoy dice que no se votaría a sí mismo y mañana deja en mal lugar a los que optaron por la digna dimisión antes de hundirse en un gobierno de mentirijillas que sólo vale para pagarles el sueldo a los que no sabrían ganarse la vida fuera de la política, pues se han convertido en vividores o parásitos del sistema.

Igual va y resulta que don Enrique se ha apuntado de último, sin previo aviso a navegantes, a gracioso oficial del caótico consistorio capitalino. Pero, lo mires como lo quieras mirar, es un insulto del alcalde a la inteligencia del ciudadano, al votante potencial, al abstencionista convicto y confeso, al administrado en general, esa ridícula excusa para justificar no más que la salida del grupo de (des)gobierno que él preside de dos muchachos que a lo peor emprendieron la fuga de la cárcel del poder municipal justo porque allí los únicos que triunfan y se mantienen en el machito son los que imitan a la perfección al afamado y jodido perro del hortelano, que ni come ni deja comer, como es triste fama. Esta salida o penúltima ocurrencia del alcalde que reconoce que no se ha hecho nada en el año que lleva ejerciendo de tal para explicar lo que todo el mundo ha entendido perfectamente sin que los concejales huidos pronunciaran ni una palabra más alta que la otra es, además y por descontado, una frívola descalificación a sus ya ex compañeros en el grupo de (des)gobierno municipal, del que sólo se sabe a ciencia cierta que lleva un año paralizado... aunque alcalde y concejales no han dejado de cobrarles a los vecinos arrecifeños por un servicio que no han prestado.

NOTA AL MARGEN: Está demostrado empíricamente que las mujeres malas que se desvisten en los bares (“de copas”, como dicen los redundantes) reciben el doble de propinas cuando están ovulando. También los maridos (de las mujeres malas y de las buenas, si las hubiera o hubiese) son más celosos. Este curioso fenómeno se debe, según acaban de caer en la cuenta algunos científicos, al hecho cierto de que las mujeres emiten feromonas al ovular que, aunque son inodoras, los hombres percibimos incluso sin darnos cuenta cabal de ello. Y si encima esos hombres son jóvenes, fogosos, y además ejercen de concejales a disgusto en un grupo de gobierno municipal que ni gobierna ni hace nada, ni les cuento... (de-leon@ya.com).

Jóvenes y fogosos
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