martes. 29.04.2025

La Justicia, si la hubiera o hubiese, acaba de decir que en el “Caso Icfem” no había caso. Lástima que no se sepan alguna de indios en los Tribunales...

Se apunta en la prensa que “la perito [o perita, que diría la ministra miembra] judicial desinfla el Caso Icfem tras 13 años”. O sea, que era un globo que ahora ha pinchado. ¿Tú te lo crees? Yo tampoco. Me fío más de los testimonios sinceros de los conejeros que conozco que sufrieron el fraude de los falsos cursos de formación que del resultado de los análisis de la perito doña María del Pino Martínez, dicho sea con todos los repetos para la interventora profesional y desde mi total ignorancia sobre tan prolijo menester.

¿Recuerdas cómo arrancó lo del Icfem, que algunos rebautizamos desde sus inicios como el Instituto Canario para la Fundición (de dinero público) y el Enchufe? ¿Recuerdas cómo se sustanció la denuncia que terminó obligando a varios ex consejeros del Gobierno autónomo o autómata a retratarse ante los tribunales de Justicia, acusados o señalados como autores o cómplices de presunta malversación? No me pregunten por qué se tildaba de presunta, porque malversación haberla húbola, como es triste fama. De eso no hay duda. Alguien se mamó el dinero, solo o en compañía de otros. ¿O se esfumó en el aire, como el propio “Caso Icfem”?

Para que se vea y compruebe que la cosa no era baladí conviene recordar –un suponer- que estamos ante el sumario más voluminoso de la historia judicial española y parte del extranjero (140.000 folios, que se escribe pronto y fácil; casi la misma extensión e idéntico número de palabras que hay en la respuesta de Mario Pérez cuando le preguntas la hora). Y toda esa literatura para nada, para que quede reducida ahora apenas a 12 líneas, en las que la perito Martínez concluye como el famoso poema de Miguel de Cervantes: “Miró al soslayo, fuese y no hubo nada”.

Hace ahora unos dos años se publicaba en la prensa de la época que el enorme sumario del “Caso Icfem” se revisaría de arriba abajo y de abajo arriba, en busca de pruebas que esclarezcan (“esperaremos sentados”, escribía aquí mismo por aquel entonces el que esto firma) un presunto delito –y dale con la presunción- de malversación como una catedral de grande. Delito, por cierto, que el Ministerio Fiscal, Ministerio valiente, descartó hacía ya otros dos años, pero una posterior resolución de la Audiencia volvió a despertar –cito textualmente las fuentes jurídicas consultadas por la prensa- “las peores pesadillas en aquellos que creían disipadas sus responsabilidades”.

En los papeles de la isla redonda volvieron a sacar a la pista de baile, entre otros ex altos cargos (Marcial Morales, José Carlos Francisco, etcétera), al sandunguero ex consejero de Empleo, Francisco Rodríguez Batllori, ese pedazo de hombretón que años atrás dejó escrito, justo debajo de esta misma columna y a modo de amenaza a este articulista pérfido y periférico, un comentario que se podía resumir con el clásico “Usted no sabe con quién está hablando. Cuidadito conmigo”. Desde entonces no concilio bien el sueño, aunque insito en dejar caer –hoy como ayer- que tanto daño me haga como miedo le tengo. Lo último que supimos en los medios del personaje tenía que ver con el viaje gratis en helicóptero que hizo desde Gran Canaria a Lanzarote a cuenta de otro caso no menos célebre (Unión), en la denominada Operación Jable.

Toca la casualidad que al tal Rodríguez Batllori lo sacó del “caso Icfem” el propio fiscal instructor, fiscal valiente por partida doble porque respondía al nombre de Valentín Ruiz. Era el mismo Valentín que fue relevado de su cargo en 2006, hace ahora cinco años, por los servicios centrales de Anticorrupción. ¿Cosas raras en el “Caso Icfem”? Quita, quita, no me sean malpensados. Allí no pasó nada. Lo dice la perito (o perita). Punto en boca. Y que Dios le conserve la vista a esa mujer. (miguelangeldeleon@gmail.com).

La perito perspicaz
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