En Lanzarote, el PP presentó como candidata al Senado a Astrid Pérez. Salió elegida Loly Luzardo, a la que siempre le toca la lotería incluso cuando no compra números. Verdad es también, puestos a contarlo todo, que Loly es senadora por la Comunidad Autónoma o Autómata de Canarias, y no por Lanzarote, que ya está más que bien representada en el Senado por un muchacho de cuyo nombre nunca logro acordarme. En apenas unos meses, Loly ha formulado unas 80 preguntas al (des)Gobierno de Zapatero, al que le ha debido preguntar ya hasta por la hora (una menos en Canarias).
Doña María Dolores Luzardo de León (Loly para los amigos y demás personas piadosas) es natural de Máguez (Haría). Ya no cumple los 50 años. Tiene dos hijos casi más grandes que ella, lo cual no es mucho mérito porque mide metro y medio de estatura, pizco más o menos, según lleve el (des)peinado ese día. Cuando era joven (es decir, un poco más joven que ahora) era calcadita a la actriz Susan Hayward. De hecho tiene su misma nariz, aunque ella está erróneamente convencida de que tiene una nariz fea, y encima me lo cuenta precisamente a mí. No recuerda su película preferida, pero se lo pongo en bandeja cuando le digo que haga memoria: “Ah, Memoria de África” (en singular), aunque lo que más cerca que le cae del continente africano es su zigno zodiacal: "Leo, el mejor horóscopo de la naturaleza", según ella misma, que es así de modesta. Le chifla jugar a la canasta (nada que ver con el baloncesto, que le viene muy grande). Es profesora de Instituto en sus ratos libres (de la política). En los últimos meses ha perdido unos cuantos kilos, pero se niega a perder el cargo -teóricamente momentáneo- de presidenta de la “gestora duracell” de los pepones conejeros. Precisamente esa designación, y sobre todo el hecho de negarse a convocar un congreso insular del PP para elegir a una nueva directiva, ha facilitado la marcha del partido de muchos y destacados integrantes que veían en Loly una simple (simplona, según los enemigos que se ha ganado intramuros del PP) marioneta de José Manuel Soria en Lanzarote.
En su corto pero intenso historial político, estuvo a punto de ser la primera alcaldesa de Arrecife de no mediar una concreta traición por parte de un miembro de su propia lista electoral, que se transfugó o se vendió por un millonario plato de lentejas recalentado. Pero sí que fue la primera mujer al frente de la Delegación del Gobierno en Lanzarote, hoy rebautizada con otra pomposa denominación de cuyo nombrete no quiero acordarme. Allí, aparte de la primera gran medida que tomó no más accedió al cargo (cambiar la decoración y los muebles), protagonizó hechos tan recordados como el de aquella ocasión en la que presentó por primera (y última) vez ante la prensa el coche secreto de la Policía, al que pudieron fotografiar al lado de la propia Loly, que nunca le ha hecho ascos a una foto, como es triste fama.
En el pasado y pesado mandato cabildicio y municipal, nuestra protagonista llegó a ostentar, entre otros, los cargos de multiconsejera y multiconcejal, lo que la obligaba a estar a diario en los medios y a soportar el constante acoso de los fotógrafos (una persecución que supo aguantar con cristiana resignación). Como concejal de Tráfico del Ayuntamiento de Arrecife protagonizó otra sonada “luzardada” cuando el mismo día que convocó a la prensa para hablar de la necesidad de no hacer un uso excesivo del coche en la colapsada caos-pital conejera con motivo del Día Internacional Europeo sin Coche (o nombrete similar), ella llegó conduciendo el suyo desde su casa, que se encuentra a unos escasos metros de distancia del Consistorio capitalino. Predicando con el ejemplo, que se llama la figura.
NOTA AL MARGEN (o no tan al margen): El hecho de que Loly me deba una cena no obsta para que pueda escribir sobre ella desde la total independencia de criterio y la más absoluta objetividad. O eso creo. (de-leon@ya.com).