La originalidad no es el fuerte del político lugareño, como es triste fama. He perdido la cuenta de los pactos que se firmaron en el anterior mandato (es un decir) en el Cabildo y en el Ayuntamiento de Arrecife, principalmente, siempre con el apellido de la estabilidad y blablablá. Y cuanto más veces y más alto repetían los firmantes la palabreja, más pronto se iba proa al marisco el acuerdo. Este viernes, en la presentación oficial de la enésima reedición del pacto PSOE-PIL volvió a hablarse hasta por los codos de estabilidad y tal y cual, por lo que me cuenta alguna sufrida redactora presente en la puesta en escena. Como empiecen a repetir mucho esa matraca los nuevos/ viejos socios habrá que empezar a dudar acto seguido de la salud del mega pacto.
Decíamos aquí mismo casi ayer, pocos días antes de la precampaña electoral, allá cuando las encuestas ninguneaban al hoy triunfador PIL y hablaban y no paraban de la subida electoral de Alternativa Ciudadana que se trocó en batacazo mayúsculo (unos linces estos sociólogos metidos a Nostradamus de andar por casa, a fe mía), que se les veía a psoecialistas e insularistas comportándose como buenos enemigos teóricos e ideológicos, puesto que en la práctica el pacto iba por dentro. Se les notó a la legua, en efecto, ese otro acuerdo tácito de no agresión mutua. Igualito que lo que hicieron durante toda la campaña, al otro lado de la trinchera, los pepones y CC. Era todo tan descarado que daba hasta risa, aunque los actores de la farsa electoral superaron la dura prueba de aguantarse las carcajadas, que sólo se le escapó a una que yo me sé cuando le dije por teléfono que se dejara ya de tanta comedia. A los abstencionistas maldita la gracia que nos hacen unos u otros, valgan verdades, pero es que siempre queda feo escuchar desde el patio de butacas al apuntador durante la función teatral.
No sé qué dirá ahora un concreto lector habitual de esta columna, convicto y confeso militante del PSOE isleño (PSC de Lanzarote lo llaman ahora), que siempre me ha afeado lo que he apuntado aquí desde hace ya años (lustros incluso) con respecto a la llamativa sintonía, por decirlo de la forma más suave y diplomática que se me ocurre a bote pronto, existente entre el PIL y el PSOE, que se ha sustanciado en la reedición de varios pactos de gobierno, desde hace ya la tira de mandatos, en el Cabildo conejero, principalmente. Dos formaciones políticas sólo teóricamente antagónicas (in illo tempore lo fueron, y demostraban a cada paso ese antagonismo que ahora se ha trocado en buena camaradería cuando gobiernan al alimón y en acuerdo tácito de no agresión tanto cuando ambos comparten el frío banquillo de la oposición como cuando se reparten tareas de gobierno, como acaban de hacer de nuevo). La erótica del poder -el que se tiene o el que se pierde- une mucho, como es fama. Y los intereses económicos comunes, ni les cuento. Y ello a pesar de que el lector socialista de marras, dando muestras de una gran ingenuidad y candidez a prueba de bombas, se empeña en recordarme o advertirme que no es cierto eso de que no existan diferencias sustanciales entre el PIL y el PSOE, tal y como me he atrevido a insinuar aquí mismo, exagerado de mí. El autoengaño es libre.
Sólo espero que esta vez no se cumpla al pie de la letra lo que escribía esta misma semana en ABC, con su magisterio habitual, Ignacio Camacho: “Sabido es que muchos políticos sienten gran desprecio intelectual por los ciudadanos que les pagan el sueldo y les legitiman el cargo, pero es convención general que conviene disimular ese desdén. A la gente no le suele gustar que la tomen por tonta, al menos de forma explícita y desaprensiva. El electorado, que tiende a ser indulgente por razones de bandería o sectarismo, se cabrea cuando le mienten sin disimulo, más por la falta de disimulo que por la mentira, que al fin y al cabo da por descontada tratándose de la política”. De ahí al abstencionismo creciente sólo hay un paso. Y algunos profesionales de la política se empeñan en cargarnos de razones para no acudir a votar “más nunca”, por decirlo en canario de ayer mismo. (de-leon@ya.com).