martes. 29.04.2025

El viaje totalmente gratis, inútil y perfectamente prescindible de la presidenta del Cabildo conejero a China nos costó a todos los lanzaroteños casi 7000 euros. La diferencia que hay entre un “gratis total” y 6.900 euros es un millón y pico de pesetas, que se escribe pronto y fácil. Todo eso para costear las vacaciones asiáticas de casi medio mes de Mela. Para salirnos gratis, como se cansó de mentir doña Manuela en vísperas del viaje, ya va estando bien la cifra, para mi gusto.

La mentira siempre es fea, pero en política más aún. Sobre todo si se ampara en la misma la persona que ejerce el poder que le ha otorgado parte del pueblo. ¿Mentirle al que te paga el generoso sueldo? Infumable. Inmoral. Poco estético y nada ético. In-sostenible. Antes se les advertía a los chinijos que si decían palabrotas o si mentían le saldrían bichos en la boca.

Le está cogiendo gusto la presidenta que reina pero no gobierna a no decir toda la verdad. Y a insultar a periodistas en nombre del Cabildo, porque Manuela está convencida que el Cabildo es ella y ella es el Cabildo. Y a ningunear, a despreciar o mirar por encima del hombro a la oposición que no se opone ni a cobrar el escandaloso sobresueldo que la presidenta les regaló, a modo de caramelo envenenado y para callarles la boca, no más arrancó el actual y desnortado mandato de la total inacción institucional.

No entiende la demócrata de boquilla que cuando parte de la prensa (la que no está subvencionada y sobrealimentada por sus conmilitones) le recuerda que va desnuda cuando sólo lleva el traje invisible de la sostenibilidad (ese sobado discurso para desviar la atención, espantar la crisis y no hablar del paro que atenaza a la hasta hace un rato pobre islita rica sin gobierno conocido), ésta cumple con su función de fiscalizar al poder, sobre todo cuando quienes están más llamados que nadie a hacerlo (la oposición, que cobra para eso) se limitan a sestear en el salón de plenos cabildicio.

La suerte que tiene Manuela es la oposición que no tiene. Haberla hayla, pero apenas ejerce. Y por eso algunos integrantes e intrigantes del actual y desunido grupo de gobierno cabildicio se burlan del PP, del PNL, de Coalición y de todos los que se pasan el día amagando pero no dando (palo al agua).

Como sufre el malcriado síndrome del funcionario (“Cuando no trabajamos es por las mañanas; por las tardes ni venimos”), mi empleada Manuela no entiende que no le pago el goloso sueldo que cobra para que me mienta sobre mi dinero. Algo tan elemental no le entra a ella en la cabeza, pues anda convencida de que somos todos los lanzaroteños los empleados suyos, y no al revés. Es muy difícil cambiar esa mentalidad, y más en personas que se han (mal) criado durante la dictadura.

Las agencias de viajes en Lanzarote venden “superofertas a China” por 1300 euros. Pero eso a la presidenta durmiente del Cabildo no le alcanza ni para llegar a Guacimeta. Viajar a cuenta ajena es disparar con pólvora de rey. No hay que reparar en gastos, sobre todo si te gastas más morro que espalda. Mientras vende ética, Manuela Armas consume desvergüenza a precio de oro. Mientras predica democracia y transparencia se convierte en la presidenta más soberbia y renuente a la luz y los taquígrafos. Paga el pueblo, que es soberano, como dicen los optimistas (es decir, los desinformados).

Madrugadas atrás pase por los alrededores del Cabildo. Alguien había hecho una pintada en sus paredes, en color rojo chillón: “Mela, mala”. Por la mañana ya había desaparecido la pintura. Para que no se diga que en el Cabildo no se hace nada: se aborta la libertad de expresión de los artistas en potencia. Los antiguos alumnos de Manuela ya no escriben en sus libretas aquello de “Mi mamá me mima”. Ahora escriben en sus ordenadores que “Mi maestra Mela me miente”. Vaya lección. (de-leon@ya.com).

Mela me miente
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