lunes. 28.04.2025

Sabedor de que no soy nada dado a ejercer de sufrido espectador de las televisiones públicas (de las otras tampoco, valgan verdades), me sugiere Tomás J. López que vea el documental “Historia de un crimen de Estado” que emitía este martes La Canaria sobre el atentado contra Antonio Cubillo, casualmente en estos precisos momentos en los que está pasando en Cataluña los que ustedes ya saben, con el nacionalismo oportunista aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid y que ellos manejan las teles públicas y prácticamente todas las grandes cabeceras periodísticas de Barcelona. Por lo que me cuentan algunos sufridos espectadores, La Canaria llevaba semanas dando el aviso y la brasa con el anuncio de ese documental. ¡No sabe nada el pequeño Paulino, que las mata callando!

Sigo el bienintencionado consejo del compañero y me trago, sin anestesia previa ni nada, el homenaje catódico cubillista anunciado a bomba (bombo, perdón) y platillo en la tele autonómica canaria. El documental está casualmente dirigido por un sobrino del líder independentista sin votos conocidos, pero incluso así tiene rasgos positivos, tanto desde el punto de vista técnico como cinematográfico (el encuentro entre Cubillo y el pobre diablo que tenía la orden de matarlo es cine negro de calidad). Por donde cojea escandalosamente es por la parte de la mínima objetividad periodística, si la hubiera o hubiese: todos los que hablan allí lo hacen de forma encomiástica sobre Cubillo y sus cubilladas o ventoleras. Recuerda a esos falsos debates sobre el nacionalismo que se montan de tarde en tarde en alguna isla, donde sólo se convoca a nacionalistas: eso ya no es debate sobre independentismo sino simple o simplón onanismo (con perdón por la rima).

Deja claro el documental que el terrorismo de Estado siempre estuvo ahí, por si alguien lo dudaba a estas alturas del esperpento. Y por eso declinan hablar en el mismo gente como Rodolfo Martín Villa, Alfonso Guerra (sucia) o el mismísimo Felipe González Márquez, al que muchos identifican como el famoso señor X de los GAL, allá cuando el ex juez Garzón andaba a malas con el PSOE. Nada nuevo bajo el sol, como es triste fama. Y hasta Olarte aparece haciendo de Olarte, con su cinismo habitual, remedando al Xavier Arzalluz que hablaba de los que sacuden el árbol (los terroristas) y los que recogen los frutos. Échale mojo.

Tengo escrito y repetido que Cubillo sabe de democracia lo mismo que yo de física cuántica, fisco más o menos. En caso de duda, que se lo pregunten a los militantes que dicen que alguna vez tuvo el Congreso Canario Nacionalista (CCN para los amigos y demás personas piadosas). Así se puede entender, entonces, ese gusto y regusto cubillista por las imposiciones, como la de crear un servicio militar obligatorio en la futura o futurible República Federal Cubillista (Canaria, perdón), por si había alguna duda sobre las tendencias involucionistas de don Antonio, al que le pierde eso de castigar a los canarios malos o canarios impuros, sobre todo si nacieron con el pecado original de ser peninsulares. El retrógrado discurso “can-ario” del que ya les he hablado aquí mismo en otras ocasiones.

¿Han leído la Constitución de la República que propone don Antonio? Les dejo una perla de la misma: “Se admite la doble nacionalidad, salvo con España. En el momento de la independencia, todos los canarios deberán anunciar públicamente haber renunciado a la nacionalidad española”. Y hasta en la Iglesia mete mano Cubillo, sin encomendarse a Dios ni al Vaticano: “Todos los cargos eclesiásticos de la Iglesia Católica, en sus diferentes niveles, deberán estar ocupados por canarios”. Amén, Señor. Pero la guinda del chiste la coloca el letrado que perdió los papeles cuando habla de la moneda canaria: “La moneda nacional se denominará el Áfrico, y tendrá las equivalencias con las otras monedas internacionales más fuertes”.Y todavía hay gente que se pregunta por qué algunos nunca nos tomamos en serio a los independentistas canarios, si los hubiera o hubiese. En el pecado llevan la penitencia: su postura ya no causa ni rechazo; sólo mueve a la risa… e incluso a la pena, porque los extremos se tocan.

Hoy, el mayor enemigo de Cubillo no es el Estado español, que lo ignora olímpicamente dado su nulo arrastre social o electoral, sino sus propias columnas de opinión (artículos sábanas) publicados todos los sábados en el diario tinerfeño El Día, cuya línea editorial comparte las loas al Ejército español con los cantos a un soberanismo de risa y cartón piedra. Lo que no es serio tienes que tomártelo a la broma. (miguelangeldeleon.blobspot.com).

Paulino contra los godos
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