La noticia o mala nueva se dio a conocer hace ahora unos dos años, como recordarán los lectores más memoriones: la denominada Comunidad Astronómica Internacional (nombrete que suena tan pomposo y ridículo como eso otro de la Autoridad Portuaria, que te dan ganas de responder “a sus órdenes”) decidía en mala hora, sin encomendarse al Dios ni a Dimas, degradar o defenestrar a Plutón, que no se había metido con nadie y que de buenas a primeras se acostó siendo planeta y se levantó siendo un enano y sospechoso cuerpo sideral. Total, un auténtico mazazo para los que hemos nacido bajo el signo zodiacal y mega-sexual del Escorpión, pues éste, según los astrólogos o astrólocos (no confundir con astrónomos) “está bajo la regencia del planeta Plutón”, que ya ni es planeta ni es nada... y así nos dejaba aquella mala nueva a todos los orgullosos escorpiones que en el mundo somos capitidisminuidos para los restos, prestos y dispuestos casi a clavarnos nuestro propio aguijón y antes elegir antes la muerte que la humillación. Menos mal que el Altísimo aprieta pero no ahoga, y ahora acaban de salir en nuestra defensa y en la del indefenso Plutón una serie de astrónomos que se muestran disconformes con la expulsión del planetario de este Guadiana sideral en el que van a convertir a Plutón (un día planeta, otro día no, y vuelta a empezar).
Se hacía eco este miércoles el diario El País, en una información en página impar y a cinco columnas titulada “Ser o no ser un planeta”, de lo que han dicho, con dos plutones, estos astrónomos disconformes con la pomposa Comunidad Astronómica Internacional, cuya presidenta, Catherine Cesarsky, reconoce al menos que se puede revisar la definición. Nos quedamos más tranquilos los que andábamos con la mosca revoloteando alrededor de la oreja no más se hizo pública la impúdica degradación de Plutón, pues nos hizo maldita gracia que nos dejaran huérfanos de la regencia plutoniana sin avisar y sin decir ni agua va, así en frío y por sorpresa.
Verdad es también, puestos a contarlo todo, que uno no cree ni poco ni mucho en toda esta superchería astrológica o astro-ilógica, pero es lo cierto que sobre mi signo coinciden todos los que se dicen “entendidos en la materia” en señalar características con las que me siento muy identificado. Sé que son mentiras, de acuerdo, pero mentiras piadosas. Y cada uno se consuela como quiere. Por eso aquella noticia sobre la caída en desgracia de Plutón me dejó en su día y momento como un huérfano astral. Robado y ultrajado por cuatro astrónomos enteradillos que venían, a estas alturas del siglo XXI y del nuevo milenio, a descubrir la pólvora... mojada. ¿Quién me robó el signo y el sino? Los mismos astrónomos que yo había tenido hasta anteayer por gente seria, al contrario que los astrólogos robacarteras y demás horoscoperos timadores, que se supone que son los profesionales del trinque. No había derecho. Menos mal que ahora vienen otros colegas a entonar en tardía pero siempre en buena hora el “quietos paraos, enteraos”.
Aquella desagradable degradación de Plutón a la infra-categoría de simple o simplón pedrusco en órbita había descolocado, incluso, a mi astróloga favorita, Karim Silveyra. La suya es la única página horoscopera que leo en el ABC, porque siempre mima a mi signo por encima de cualquier otro (“el más imaginativo, el más carismático, el más perturbador, el más misterioso, el más hermético, el más poderoso, el más conquistador, el más sensual, el más sexual”, en suma, “el más mejor”... y yo voy y me lo creo). Las ganas mías, claro, pero de autoengaños también se vive. Lo cierto es que, después de la caída en desgracia de Plutón, doña Karim no a vuelto ha hablar de la fuerte ascendencia o influencia que tiene/tenía ese ex planeta sobre mi signo y mi sino. Y ya nada ha sido igual desde entonces hasta hoy. Por eso espero y desespero ante la tardanza científica, que ya se está demorando en hacer caso de los astrónomos cuerdos que han salido en rescate del buen nombre y la buena fama de Plutón.
Queda claro que iba sobrado de razón Juan Manuel de Prada cuando escribió que “los astrónomos que han expulsado a Plutón del elenco planetario nos recuerdan a aquellos ateneístas con ladillas que decidieron someter a votación la existencia de Dios”. ¿No dijo Borges que la democracia es una exageración de la estadística? (de-leon@ya.com).