martes. 29.04.2025

Las pomposamente denominadas redes sociales (Facebook, Twitter…malos tiempos para combatir los pazguatos anglicismos en pleno mes del polémico “parking” de Arrecife) son pornográficas, como es triste fama. Y lo son casi por definición, independientemente de lo que cada hijo de vecina cargue o descargue en Internet. Aparte de porque te puedas encontrar, sin previo aviso y sin anestesia, con fotos de Carlos Espino en el Charco del Palo “ligero de equipaje”, como escribió el poeta, porque además desnudan a casi todo el mundo: políticos, actores, periodistas y demás gente de mal vivir. Desnudan su analfabetismo funcional, sus patadas al idioma, su incultura manifiesta. El silencio gráfico que antes guardaban todos ellos, y que podía hacerlos pasa por gente incluso medianamente educada, se ha convertido ahora en permanente exposición pública en la plaza del pueblo… y todos quedan en bragas (o en calzoncillos, para que no se enfaden las feministas radicales, con perdón por la redundancia), mostrando lo que les sobra (falta de ignorancia, como decía el otro) y lo que les falta (vergüenza, mayormente).

Y luego está el porno/porno, la pornografía propiamente dicha o en estado puro. Una amiga escribía hace unos días en su muro del mencionado Facebook lo siguiente: “Están posteando vídeos pornográficos invisibles en los perfiles, sin que tú lo sepas. El dueño de la cuenta no los ve, pero los demás sí, como si fuera una publicación genuina que tú hiciste. Hasta postean un supuesto comentario tuyo. Por favor, si acaso ves en mi muro o te llega mensaje pornográfico de mi parte, omítelo. Tu amistad y el respeto hacia ti valen mucho”.

Leído el aviso (y doy fe de haber visto colgados esos vídeos de evidente mal gusto en muros ajenos), no pude resistirme a añadir un comentario al respecto, aunque fuera o fuese en tono jocoso, dada la inminencia electoral: “Es porno duro. Aparecen miembros y miembras del PSOE y del PP pidiendo el voto. Por favor, que no lo vean los niños”.

El Hierro cambado

La novelería por el volcán me lleva hasta El Hierro, la pequeña isla que está provocando el gran ridículo científico. Y periodístico también, puestos a contar verdades. Y no digamos político. No hay uno que dé en el clavo. Lo que dicen hoy los más reputados geólogos y vulcanólogos lo desmiente mañana la Naturaleza, que deja a los primeros con el culo al aire (por seguir con lo del porno). Tal parece que quieran, unos y otros, acertar una quiniela de muy difícil pronóstico. Pero los lugareños de la isla más occidental de Canarias ya no se tragan casi nada de casi nadie. A ciencia cierta, lo único que se sabe es que no se sabe nada, pero todos van de enterados de la caja del agua. “Dios dirá”, dice una vieja en Valverde. Eso suponiendo que Dios no sea mudo, que igual es mucho suponer. Total, como ya tiene a millones de iluminados que hablan por Él…

…Y el porno más duro

Estamos en plena campaña electoral de cara al 20 de noviembre (20-N para los amigos y demás personas piadosas). El Cielo nos agarre confesados, sobre todo, a los abstencionistas convictos y confesos (y a mucha honra) de esta pobre islita rica sin gobierno conocido, que por cierto toda la casualidad que somos casi la mayoría, por más y por mucho que esa realidad la quieran obviar los propios políticos en pleno celo electoral, o los medios de comunicación que andan metidos en el mismo negocio con aquéllos.

En la España todavía presidida por el mismísimo José Luis Rodríguez El Puma (Zapatero, quise decir) que prometió precisamente en campaña electoral el pleno empleo y se va de la poltrona dejando cinco millones de parados (5.000.000, se escribe pronto y fácil), el PSOE tiene todavía el morro de pedir el voto para un mimbro del Gabinete de ZP, el tal Rubalcara (Rubalcaba, quise decir), al que trajeron de visita turística y urgente, en plan corre-corre, por varias islas de este Archipiélago donde el Partido Socialista va a cosechar (lo aventuro ahora, no a toro pasado) el mayor de los fracasos o de los ridículos electorales que recuerden la hemerotecas, pues el desbarajuste en el que ha sumido José Miguel Pérez a esas siglas históricas en Canarias es de los que se cuentan y no se creen.

Tampoco me creo las encuestas. No me late que los resultados del PSOE vayan a ser malos. Ando convencido de que serán peor que eso. Nadie habrá luchado tanto por el triunfo electoral del PP, de Mariano Rajoy o de José Manuel Soria como el propio PSOE. Este falsario Partido Socialista que nos avergüenza hoy más que ayer, y probablemente menos que mañana, a los socialistas que no le hemos sacado jamás partido (económico) al Partido. En el aniversario de la muerte de José Antonio Primo de Rivera y de Panchito Franco, obtendrán lo que se merece: la muerte política de un proyecto ilusionante que se quedó en nada.

(miguelangeldeleon@gmail.com; @83miguelangel83).

Porno en la red
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