¿Y quién gana en Arrecife con el pacto contra natura entre pepones y socialistas de boquilla? Pues el que perdió en buena ley las elecciones, el PSOE de los concejales jóvenes y fogosos pero inactivos, gracias a que los ganadores de las mismas (PP-CC) no supieron administrar la victoria, como dicen los adictos a las frases hechas y gastadas. ¿Y quiénes pierden? Todos los votantes, pero principalmente los del PSOE, que votaron contra la (di)gestión pesadísima de Cándido Reguera, y los del PP, que votaron contra la siesta infinita de Enrique Pérez Pachorras (Parrilla, quise decir). Así es como respetan los políticos la voluntad electora de sus votantes: ninguneándola, cuando no despreciándola o burlándose directamente de la misma.
Astrid Pérez se consuela pensando y diciendo a los cuatro vientos, aunque no se le haya preguntado por ello, que el PP puede tener una parte alícuota de culpa en ese pacto forzado e infumable con el PSOE de un Carlos Espino al que ella acusa de no haberle pillado jamás diciendo una verdad (mala opinión que comparto, y ahí están las hemerotecas para constatarlo), pero que la gran culpable fue Coalición Canaria (CC para los amigos y demás personas piadosas), que se llenó de balón y se emborrachó de un poder que no le correspondía. Aunque comparto esa visión sobre la torpeza manifiesta de CC, de poco le va a servir a la presidenta insular acogerse al mal de muchos o al “y tú más”. Muchísimos votantes arrepentidos del PP ya tienen claro que en las próximas elecciones votarán Rita (nada que ver con Rita Martín, por supuesto). O sea, que se abstendrán, favor por el cual les quedaremos todos agradecidos en el PAL (Partido Abstencionista de Lanzarote). Bienvenidos todos al club de los abstencionistas convictos, confesos y convencidos.
Como me importan más los (pocos) votantes que los dirigentes, apuesto doble contra sencillo a que con el pacto PP-PSOE en la caos-pital conejera sólo ganan estos últimos (y sobre todo el que parece ejercer de director de Oficina de Colocación de los suyos, el mentado Espino), pero pierden tanto los votantes del PP como del PSOE, que en el mejor de los casos se han de sentir humillados, pues hemos de interpretar que el voto al PSOE era, esencialmente, un voto contra Cándido Reguera y sus fotomontajes, mientras el voto al PP era, de todas todas, un voto contra las formas de hacer (es decir, de no hacer) del psoecialismo insular, que imita a la perfección al afamado perro del hortelano que ni comía ni dejaba comer.
Mi garganta profunda en el PSOE (que es mujer, porque de ser hombre en esa formación de ilustres ágrafas como Bibiana Aído o la Pajín lo llamarían garganto profundo), me cuenta que el partido hizo llegar una orden interna a dirigentes, militantes y militontos en la que se les sugería que procuraran o procurasen durante la campaña prodigarse en las llamadas redes sociales (Facebook, Twitter y por ahí), pero cuidando el buen uso del lenguaje y evitando excesivas faltas de ortografía. A juzgar por los resultados, en Lanzarote no le hicieron mucho caso a la circular de marras. Aparte de patadas al idioma sin cuento, los foros digitales y las citadas redes sociales se llenaban de insultos psoecialistas contra Astrid y Cándido, a los que llamaban invariablemente igual que llaman en el PSOE a todos los que no comulgan con su pensamiento único: fachas. El cerebro de la secta no da para más, así que no hay que pedirle peras al olmo ni duraznos a la rama de batatera. Casualmente, desde el sábado hasta hoy apenas se ha vuelto a escuchar el “piropo”… al menos en boca de gente del PSOE, aunque sí se les ha escapado a algunos miembros o miembras de CC, que lloran ahora por las esquinas como el último rey moro de Granada, Boabdil el Chico. Los principales dirigentes de CC se jactan de ser muy buenos jugadores de envite canario, pero es obvio que les ganó la partida el que les pegó el farol más gordo: el mismo Espino que siempre juega a todo con las cartas marcadas (no son sólo ases lo que él suele guardar en las mangas, como es fama).
El gran castigado del 22-M (el PSOE de Espino, aparte del PIL y el PNL) ha terminado llevándose el mayor premio en esta lotería loca que son los pactos postelectorales, gracias a la poca pericia regateadora de los dos vencedores de aquel domingo electoral (CC y PP, si no contamos el mencionado PAL). Espino, maestro de la marrullería y del regate en corto con zancadilla final, a quien Astrid había negado setenta veces siete (aparte de tenerlo denunciado antes los tribunales de Justicia por graves delitos de supuesta corrupción), es el rey del decir una cosa, hacer justo la contraria y quedarse tan acho y tan pancho. Por eso el sábado, ajeno al ridículo y al mínimo sentido de la vergüenza, se lanzó en plancha a hacerse esa foto con la presidenta del PP, una Astrid Pérez que ahora pagaría hasta lo que no tiene por hacer desaparecer esa fotografía que en realidad es un insulto y una burla a todo el electorado potencial del PP, la miren como la quieran mirar. En el PSOE, como el único que habla es el que no tiene palabra, se pueden retratar con “fachas” como Cándido Reguera y aquí no ha pasado nada. ¿Quién osa levantarle la voz a quien ha secuestrado la libre opinión en el PSOE conejero?
PD: Ah, y no dudes ni por un nanosegundo que si mañana hay que pactar con el diablo (léase, con el PIL), porque le conviene al jefe del negociado para buscarle trabajo a los curritos de la secta que estaban abocados al paro, el mismito Carlos Espino que viste y calza se hará la foto tan campante y campechano con Fabián Martín, el hijo de aquel Dimas con el que decía Espino que no se había reunido nunca jamás y resulta que los sumarios judiciales vienen revelando todo lo contrario. La mentira siempre tuvo patitas muy cortas.
(miguelangeldeleon@gmail.com).