martes. 29.04.2025

Cuando a doña Sebastiana Perera Brito (Chana para los amigos y demás personas piadosas) se le ocurrió en mala hora sacarse de la manga (la misma de la que sacaba chocolatadas y cruceros turísticos trocados en millonarias deudas vitalicias para el Cabildo) la denominada y oficializada Romería de Los Dolores, aquí, en esta misma página que ya entonces se llamaba también “Si le digo le engaño” y en otra sección semanal titulada “Voca-burlario”, rebautizamos al momento su ocurrencia como ron-mería o ron-ería, nombretes que ahora ya repiten hasta los más fieles romeros o ron-eros. Nunca pensé por aquel entonces que ambos neologismos fueran o fuesen a tener tanta aceptación, no tanto por la originalidad del autor como por ser tan fiel reflejo de lo que finalmente acabó convirtiéndose o trocándose esa Romería, a la que también hemos calificado aquí como carnaval de verano, visto lo visto.

Los Evangelios dicen que Jesús (Cristo, no Machín) no sólo no era idólatra sino que combatió a quienes lo eran. Otras religiones tienen prohibido a su vez las imágenes de sus dioses o profetas. Un detalle de buen gusto, para mi gusto. Y más en esta sociedad actual, tendente a convertir en iconos de la moda o figuras mediáticas a auténticos mediocres del cine, la televisión, el chismorreo rosa y por ahí seguido.

En Lanzarote nos hemos inventado una romería que muchos ya califican de tradicional y hasta ancestral, porque a veinte años -que no es nada, como decía el tango- lo llamamos por aquí abajo tradición, con un par. En realidad no llega ni a esos 20 años los que lleva cumplidos lo que hoy conocemos o llamamos pomposamente como la ancestral y cuasi secular Romería de Los Dolores, que es un invento que se sacó del bolso la mencionada doña Sebastiana, rebuscando entre chocolatadas y mareantes cruceros de placer que pagábamos incluso los que no nos embarcábamos ni locos, ni en broma ni hartos de vino en el Titanic de la tita Chana, allá cuando ejerció primero de consejera de Costura (Cultura, perdón) y luego como presidenta del Cabildo de Lanzarote, porque en esta pobre islita rica sin gobierno conocido tampoco tenemos nada que envidar al afamado y sobado dicho gringo: aquí cualquiera puede llegar a ser presidente (del Cabildo). En caso de duda, véase Manuela Armas, para no ir más atrás en el tiempo ni en el espacio.

Esta año están muchos asustados ante la posibilidad de que pueda llover el día de autos (sacramentales o no), en plena romería. Antes, por el contrario, se iba a la romería de rogativa para que lloviera o lloviese. Hasta en eso se ha impuesto la mentira. Hasta en eso la gana la partida lo secundario y lo meramente frívolo a lo teóricamente importante. Cómo hemos cambiado. Es palabra de Neruda: “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”. Ni parecidos. (de-leon@ya.com).

Romería bajo la lluvia
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