lunes. 28.04.2025

Ya te habrán contado que la nueva operación judicial contra la corrupción (aguanta esa risa, por favor) no tiene nada que ver, o que es distinta y distante, del Caso Unión, la Operación Jable y otras arenas políticas o policiales. Tú créete lo que te cuentan…

Al igual que ocurrió con el inicio de la mil veces anunciada tercera fase del Caso Unión, con nuevas detenciones policiales aunque con muchísimo menos ruido mediático que en las ocasiones inmediatamente precedentes (de la mala experiencia también se aprende), esta vez también se hizo casi todo más a la zorruna. A la fuerza ahorcan, como es triste fama.

Lo que sí se repite es lo de casi siempre: ves pasar antes los juzgados elementos procedentes de todas las siglas (con la excepción de Alternativa Ciudadana, de momento), incluyendo probos funcionarios (habíamos quedado en que no te reirías) a retratarse ante la Justicia. Aparte de abogados ahogados en su propia madeja y empresarios trocados en posibles, probables, presumibles o presuntos empresa-urios, los políticos son los de siempre. Los que hemos visto toda la vida de Dios por aquí abajo, quiero decir. Son los mismos que tú votas, si es que todavía crees en esa superstición. El primer partido con más gente implicada en todos estos casos de posible, presumible, presunta o probable corrupción sigue siendo el PIL, “padescanse”. El segundo (va sin segundas), el PSOE, con la pequeña/gran diferencia de que la habitual ceremonia de la confusión llevada a cabo por el psoecialismo insular le ha hecho creer a mucha gente que ellos no tienen nada que ver en esas tramas teóricamente distintas y distantes en la que esas siglas fueron durante años, como mínimo, socias necesarias de la corrupción galopante. Y por ahí le debe andar seguidito CC y compañía de actores de la política-degradación. Total, los tres principales partidos implicados hasta el cogote unos y hasta las cejas otros. No escapa ni el Tato, que se dice.

Si te fijas, son siempre los de siempre. Los mismitos, con leves variaciones. Los que han gobernado durante lustros, con impunidad casi absoluta (de ahí la confianza y el relajo en las formas, que los llevó a perder la mínima cautela, y no digamos ya la vergüenza). Y todas esas caras que ves en las fotos entrando y saliendo de su casa al juzgado, del juzgado a la cárcel, de la cárcel a su casa y vuelta a empezar, volverán a pedirte dentro de apenas dos años tu confianza. Porque se necesita ser un rato confianzudo para volver a reclamar tu apoyo ante la urna (lo único transparente de esta partitocracia maquillada de democracia, como es triste fama). Y se necesitará ser a su vez muy indolente para ir a dárselo encima a cualquiera de ellos, salvo que te vaya en el envite la soldada tuya o la de algún familiar… si ello no te remuerde la conciencia, si la hubiera o hubiese.

Te lo recuerdo siempre que se producen nuevos episodios políticos-judiciales por aquí abajo: pese a toda la que está cayendo (excepto caras de vergüenza, como queda dicho), ya los verás venir otra vez a pedir tu voto con todo el morro del mundo y parte del extranjero. Con toda su cara. Todos ellos sin excepción, y alguno más que se sumará por el camino (ya sabes: la juventud, la renovación, sangre nueva, regeneración y todo ese blablabá insustancial tan del gusto político o periodístico), volverán a tocar en tu puerta. Será la única vez que lo hagan en cuatro años. Una vez que te chupen o extraigan tu sangre en forma de voto, ya no les interesas. Tu voluntad electoral es pura mercancía para los profesionales de la política-degradación. ¿O no has caído todavía en la cuenta de ese cuento, casi cuarenta años después de iniciada esa farsa electoral dizque democrática?

En efecto, en llegando el olor a urnas volverán todos los candidatos a seguir mercadeando con tu voluntad vicaria inocentemente depositada en las urnas. Acompañados de sus palmeros a sueldo en forma de pelotas mediáticos, mediocres en su mayoría. Hacen el trabajo sucio: se encargan de señalar invariablemente la corrupción en las siglas ajenas y de tapar, maquillar o negar la propia. Son los que te insultarán si osas abstenerte de votar a quienes sobrealimentan a los adulones. Tipos y tipas con rostros que se lo pisan que llevan viviendo de la ubre institucional desde hace lustros, desde cuando tú eras chinijo con pantalón corto.

La cosecha apuntaba mal desde el principio, para mi gusto. Maldito mildiu.

Tiña en la uva
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