Empezamos por el más conocido, el AIEM (Arbitrio sobre Importaciones y Entregas de Mercancías), un arancel a modo de impuesto indirecto específico que funciona en Canarias desde el año 2001, diseñado, supuestamente, para proteger la producción local frente a la competencia exterior. El sistema en sí se basa en cargar con un impuesto que va desde el 5% hasta el 15% a casi 200 productos y alimentos básicos que vienen de fuera de Canarias para cubrir la demanda del Archipiélago. Las mentes bien pensantes que idearon esto concluyeron que con este impuesto los productores locales exentos del impuesto iban a poder colocar sus productos en el mercado con más facilidad favoreciéndolos así claramente. Y así puede que hubiera sido si en Canarias se hubieran hecho bien las cosas, si se hubiera apoyado como debe ser al agricultor, al pescador y al ganadero local, cuidando sus beneficios y sueldos, favoreciendo y democratizando el acceso al agua (desde siempre en manos de aguatenientes privados, por cierto, busquen a una conocida señora Oramas, tiene bastantes acciones de éstas), si se hubiera trabajado en la competitividad, en la modernización y en la diversificación (en lugar de en el monocultivo turístico y en el plátano subvencionado), y también, muy importante, si se hubiera limitado y controlado el afán de lucro de los intermediarios y de las grandes cadenas alimentarias. Al desastre de políticas públicas que tenemos en Canarias hay que sumarle el aumento poblacional continuo y desmesurado de gente demandando cada día más y más productos y alimentos. Y la resultante que tenemos con todo esto es la cesta de la compra más cara de España y casi diría de Europa entera (con los sueldos más bajos), con una producción local que apenas cubre en la actualidad el 20% de lo que se consume, debiendo importar Canarias el otro 80%. Con esta altísima y casi suicida dependencia del exterior la estafa es clara. Por poner algunos ejemplos, el pollo, la carne en teoría más barata, Canarias apenas produce el 10% de lo que demanda el mercado canario, y gravamos con un arancel al 90% del pollo que consumimos, traído de fuera, por el AIEM. Lo mismo pasa con los huevos, con muchos cereales, muchas legumbres y un montón de productos y alimentos básicos más. Y aún es peor con algunas frutas tropicales como la piña o el aguacate, porque para proteger a nuestros agricultores de la entrada de plagas se prohíbe la entrada de aguacates o piñas de fuera, y así tenemos el aguacate al precio del solomillo. Es evidente pues que los canarios muy listos no somos. El remate de la estafa lo completa el saber que este impuesto recauda anualmente unos 140 millones de euros que salen de los bolsillos de los sufridos consumidores canarios, y van a parar a las arcas de los nefastos y corruptos gobiernos sucesivos de Canarias que van pasando por la poltrona, sin que haya obligación de repercutirlos en el consumidor de ninguna manera.
Pero esperen, esperen que hay más, aún tenemos otro instrumento fiscal a modo de arancel pero a la inversa, que viene a ser el remate de la especulación y el cachondeo. Me estoy refiriendo al REA. El Régimen Específico de Abastecimiento es otra medida de la Unión Europea diseñada para garantizar el suministro de productos y alimentos esenciales en las Islas Canarias, que pasa por dar una ayuda o subvención económica a los importadores que traen alimentos y productos básicos de fuera, para compensarlos por los costes adicionales derivados de la lejanía e insularidad. En este caso tenemos una lista de más de 1000 productos, alimentos e insumos subvencionados. ¿Qué sucede con esto? Muy sencillo: si el productor local no es competitivo, si el agricultor no tiene agua, si no hay forma de aumentar y diversificar la producción local y hacerla más competitiva, los importadores externos que sí son competitivos cuentan además con una subvención y provocan la desincentivación de la producción local, por mucho AIEM que tengamos para protegerlos, cuando además a los intermediarios y a las grandes cadenas no los controla nadie y suben y suben los márgenes de beneficios a su antojo, y estos sí que ganan pasta créanme.
Como ven se trata de aranceles que nos autoimponemos en Canarias por subnormales, por tener una casta política de lo más corrupta, apoltronada e incompetente, que ni fiscaliza, ni regula, ni limita la especulación y el lucro de unos pocos, que es lo que a fin de cuentas funciona en Canarias. Y con esta misma regla de tres perversa tenemos más aranceles autoimpuestos. El de la gasolina por ejemplo. La gasolina en Canarias está exenta del Impuesto Especial sobre Hidrocarburos (IEH) que puede andar por el 30% o hasta el 40% del precio base de la gasolina; y aquí la gasolina está gravada con un IGIC del 7% (aunque hay tipo 0% en algunas islas), frente al 21% que se aplica a la gasolina en la Península. Con estos diferenciales a favor de Canarias tan grandes, el precio del litro de gasolina en Canarias debería ser mínimo 50 o 60 céntimos más barato que en la Península, pero la realidad de nuevo no es así, la diferencia en la actualidad apenas se cifra en unos cuantos céntimos (por no hablar de las islas no capitalinas donde el precio prácticamente se iguala al de la Península). Esto sucede otra vez por lo mismo, porque nadie controla a los intermediarios ni a los que fijan los precios, subiendo márgenes de beneficios a su antojo.
Otro arancel autoimpuesto en Canarias, producto también de la especulación y la falta de control, es el que se le impone a todos los españoles no residentes canarios que desean venir a Canarias, incluídos los canarios que viven en la Península y han tenido que empadronarse allá por estudios, por trabajo o por lo que sea. Gracias a la subvención del 75% con la que se benefician los vuelos entre Canarias y la Península para los canarios residentes, como aquí tampoco se controla absolutamente nada y las aerolíneas pueden fijar el precio que les dé la gana funcionando como un monopolio, como lo que son realmente, la resultante es que para cualquier peninsular o canario no residente que quiera venir a Canarias mínimo 200 o 300 euros por trayecto, dado que todas las conexiones entre Canarias y la Península están infladas para aumentar beneficios. En cambio, un andaluz puede ir hasta Cataluña por 20 o 30 euros sin problemas. Y otra vez el dinero va de los bolsillos de los ciudadanos a la cuenta de resultados de empresas privadas. Siempre es así, siempre igual.
Y así podría seguir desgranando arancel por arancel en casi todos los sectores de nuestra sociedad, aranceles autoimpuestos por nosotros mismos, por la corrupción política, la desregulación total del mercado en este capitalismo salvaje y la inoperancia o el desconocimiento de la mayoría de la población convenientemente adoctrinada en lo que ellos quieren. Me refiero por ejemplo al arancel sanitario o al educativo. Porque la sanidad y la educación en España se supone que son públicas, pero como en Canarias se ha trabajado tanto en la especulación, en el lucro y en las privatizaciones de todo lo público, la realidad es que hoy la sanidad y la educación públicas en Canarias están tan malo que son solo para los pobres, el resto tienen que pagar un arancel en forma de seguro médico privado o colegio privado-concertado, si quieren unos mínimos de tranquilidad y servicios. Hagan el mismo cálculo en cuestiones como la vivienda, los cuidados, los derechos laborales, las instituciones, los cargos públicos, etc., etc., en todo pagamos sobrecostes, martingala tras martingala, arancel tras arancel. Así es Canarias, pero no importa, "los canarios somos verbeneros", dijo una vez un alto cargo de Coalición Canaria.