martes. 22.04.2025

Hasta que no se vieron las orejas al lobo en relación con la crisis sanitaria del COVID-19, no sabíamos oír otras cosas distintas de las relacionadas con un feminismo que nada tiene que ver con los problemas reales de las mujeres, del batiburrillo de las políticas de género, del cambio climático preñado de carga ideológica y de la momia de Franco.

Mientras nos estaban bombardeando día a día con estas cuestiones mencionadas con proceso independentista catalán incluido-, teñidas de hipocresía, ideología y propaganda, se miraba hacia otro lado cuando empezaron a darse los primeros casos de infectados en España por el coronavirus. Parecía que no iba con nosotros la movida y la 'fiesta' continuaba hasta tal punto, que el 8 de marzo se permitieron todo tipo de eventos como la multitudinaria manifestación feminista de Madrid y otras ciudades de España, partidos de fútbol o mítines políticos. Esta situación nos recuerda a la orquesta del Titanic que seguía con la música cuando el barco se estaba hundiendo.

Por supuesto que son importantes los temas de la igualdad y del cambio climático -siempre que no se desvirtúen por cargarse de ideología-, pero también es fundamental tapar muchas 'goteras' que han salido a relucir como las del sistema sanitario, educativo, la industria o el Ejército.

Nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena y ha tenido que darse una situación tremenda para percibir muchas deficiencias del sistema sanitario, falto de equipos de protección individual y otros recursos, que ha llevado a los profesionales de la Sanidad a buscarse la vida de mala manera y a caer muchos de ellos en el 'campo de batalla'.

Ha tenido que darse una circunstancia especial también para darnos cuenta de los puntos débiles de la teleformación.

No hay que olvidar la desmantelada industria de España. ¿Por qué no renace el sector industrial -después de esta nefasta experiencia- con la creación de fábricas de respiradores y material sanitario, por ejemplo, y así no depender de otros? Es triste que algunas de las pocas fábricas de test de las que dispone el país hayan ofrecido material de calidad a buen precio y se haya optado por comprarlo en una especie de mercado negro. Así nos ha ido: nos encontramos con test poco fiables, a precio de oro y, en ese intervalo, creciendo el número de contagios y de muertos.

Por último, un estamento abandonado es el militar. No se pueden pedir milagros al Ejército con un presupuesto tan bajo que se destina al mismo. Demasiado están haciendo los escasos efectivos de que dispone y, encima, limitados de recursos. En otros países de nuestro entorno el Ejército forma parte del tejido social y no se considera gasto superfluo. Para gastos superfluos y escandalosos, el ingente número de políticos con su séquito de asesores, el 'chiringuito' de las pingües pensiones vitalicias

En España hay vida más allá del feminismo, del género, del cambio climático y de Franco
Comentarios