martes. 22.04.2025

La mentira como tal es un recurso que tenemos los humanos para disfrazar, ocultar, rechazar, renegar de hechos que, de una forma o de otra, podrían causarnos un daño mayor del que hemos causado a los demás.

Hay tipos de mentiras en función de cada circunstancia y momento. Así tenemos las mentiras piadosas, las mentiras inocentes, las mentiras domesticas.

Todas ellas tienen un denominador común y nos es otro que solamente hacen daño al que miente, las piadosas nos las cuentan las religiones, las inocentes nuestros niños y las domesticas se las contamos los maridos a nuestras mujeres para evitar males mayores. Con no creer los dogmas de fe, con decirles a nuestros hijos que la excusa de la pastilla en el cubata ya la usamos a su edad y con saber que dormiremos en el sofá al llegar a casa de aquella manera, ya hemos solucionado el asunto.

Pero hay un espectro de la sociedad donde la mentira puede adquirir tintes dramáticos y que, por desgracia, esta tan admitida y consentida que cada cuatro años premiamos al mentiroso. La política es el arte supremo de convertir la mentira en realidad como fin único para conseguir los objetivos marcados, que no son otros que mantenerse en la poltrona del poder a costa de lo que haga falta, con menos cualificación que vergüenza y con el pensamiento único de considerar que el Luisma es tonto.

La decencia, la ética, la honradez y la profesionalidad carecen de valor cuando se trata de vivir a costa de los demás y, para lograr ese objetivo cuando se carece de los atributos mencionados, la mentira es la vía más sencilla, práctica y rentable que tiene esta subraza que nos gobierna.

En la vida real, la que vivimos los ciudadanos a diario, la mentira trae consecuencias nefastas a casi todos los niveles. La mentira tiene las patas muy cortas y cuando la utilizamos con frecuencia, pagamos sus consecuencias.

En política no. En política pasa todo lo contrario.

Mentir en el ejercicio de tus funciones públicas puede conducirte a mayores cotas de poder y gobierno. Mentir es rentable, puedes llegar a presidente de gobierno, de comunidad autónoma, de cabildo, ayuntamiento, etc. Solamente necesitas un requisito, una ausencia completa de moral. El que carece de moral, carece de ética, de honradez y de decencia.

La pandemia que estamos sufriendo los ciudadanos ha puesto de manifiesto la miseria que nos gobierna. Ha demostrado que mentir para tapar las vergüenzas es el modus operandi más rentable que tienen los políticos. Miente la derecha, la izquierda y los extremos. Aquí no se salva nadie ya que esto no es un problema de ideologías sino de genética. En el ADN de la clase política va impreso el gen que condiciona su funcionamiento y que elimina de raíz todas las virtudes que se les presumía y de las que, afortunadamente, estamos sobrados los ciudadanos.

Que hay que estar dos semanas más, o tres o un mes, confinados sin trabajar con el fin de evitar la propagación del virus, pues se está, no hay problema.

Si las medidas de confinamiento, con lo que eso lleva acompañado a nivel económico, las sufrieran los que las toman, otro gallo cantaría.

Al autónomo dejarle en casa supone no ingresar dinero y tener que hacer frente a los gastos. El político que decide eso, al llegar a final de mes cobra lo mismo que si no hubiera tomado esa medida.

Al empresario se le obliga a cerrar la fábrica y mandar a los trabajadores a un ERTE, con la consiguiente reducción de sueldo de los mismos, mientras los ayuntamientos, cabildos, parlamentos y diversas instituciones públicas cierran o paralizan su actividad casi al completo, pero los políticos siguen cobrando lo mismo.

El problema es que para conseguir este objetivo y tener al ciudadano cautivo, hay que mentirle sobre las ayudas que les vamos a dar. Hay que engañarle para que no salga a la calle diciéndole que su sustento, mientras dure la crisis, va a estar garantizado.

Yo no soy ningún adivino ni gurú de nada, pero hace ya unas semanas y esta publicado, ya escribí que las ayudas a los autónomos llegarían tarde y mal, que los ERTES se cobrarían cuando los trabajadores llevarían días pidiendo en las puertas de las iglesias. Y el tiempo me ha dado la razón. Los que se tramitaron en Marzo empezaran a cobrar a partir del 10 de Mayo como muy pronto y las ayudas a los autónomos, bien gracias.

Pero claro, si en su día esa iluminada de ministra de destrabajo que nos ha tocado, que cuando intento explicar lo que pasaba con el aumento del paro y los ERTES se lio más que Cospedal explicando el despido de Bárcenas en diferido, llega a decir la verdad sobre el tiempo de tramitación de los expedientes y las dificultades de encontrar el dinero para pagar, se le abría echado encima el mentiroso mayor del reino y ahora estaría en su Galicia natal comiendo lacón con grelos.

Miento en mi tesis y me nombran presidente del gobierno, miento en mi doctorado y soy el jefe de la oposición, miento en mi declaración de la renta y me nombran preso numero 23.300, esa es la diferencia.

Aun a sabiendas que la mentira es rentable y que con muy poco podría tener la vida solucionada entrando en ese juego, prefiero ser pobre y honesto, que rico y miserable.

Creo que este tema daría para mucho mas, pero la conclusión al final sería la misma, en un artículo de tres folios que en una enciclopedia de 200 tomos.

En la sociedad actual, si eres honrado, honesto y tienes ética, nunca llegaras a luchar por mejorar nuestra forma de vida ya que ni los partidos, ni los que los gobiernan, ni, en última instancia, los votantes, permitirían que llegues donde se cambian las cosas.

Triste, muy triste pero es así, ser honesto no es rentable y solamente se llega a las altas instancias políticas aprendiendo el muy innoble y miserable arte de cómo mentir sistemáticamente sin que se te caiga la cara de vergüenza.

La política, donde la mentira es rentable
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