La guerra de los mundos es una novela de ciencia ficción escrita por H.G.Wells, publicada en 1.898 y llevada al cine por primera vez en 1.953.
Lo que era una historia ficticia, que relataba la guerra entre los alienígenas y los terrícolas, se ha trasladado a la actualidad y se ha convertido en una contienda entre la clase política y los ciudadanos.
Cuando asistimos a determinadas actuaciones de los que nos gobiernan, no damos cuenta de que la historia se repite con un matiz importante, la primera era ciencia ficción y la segunda es una triste realidad.
Los políticos insulares protagonizan un historia donde lo que menos importa es el bien común, poniendo en el guion de su película sus propios intereses, que están muy por encima y demasiado alejados de los que vemos las escenas que graban día a día.
En su guion y para solapar y camuflar su propia incompetencia, escriben capítulos dedicados a ponerse verde entre ellos, denunciarse sobre actuaciones pasadas, plantear soluciones de futuro que nada tiene que ver con la realidad y, por ultimo y no menos importante, a garantizarse su propia supervivencia a costa de los bolsillos de los ciudadanos.
La guerra que lleva Miss Bolardo con Míster Titerroy, con el beneplácito encubierto de Miss Avenida, no hace sino acrecentar la sensación que muchos tenemos de que, distrayéndonos con esos capítulos, nos sustraen de lo verdaderamente importante.
En dos años que lleva el Pacto de la Perras funcionando, lo único que ha funcionado es la maquinaria partidista que sustenta el acuerdo más nefasto para los lanzaroteños de la historia política insular.
En dos años de legislatura no se ha hecho nada de provecho, no hay Plan Insular de Ordenación del Territorio, no hay Plan General de Arrecife, no hay palacio de congresos, no hay nada sustancial que añadir al guion de esta nueva entrega de la película.
Las carreteras siguen siendo las mismas, con los mismos baches, el mismo asfaltado, los mismos semáforos fundidos y, como excusa de los inútiles, la culpa siempre de los anteriores, con la peculiaridad curiosa de que los que estaban antes son parte de los que gobiernan ahora.
Más allá de la polémica creada por los, supuestos pagos del ex presidente a su abogado de cabecera, asunto que resolverán los tribunales como no puede ser de otra forma, ahora se han sacado de la manga la polémica de los cruceros y su punto de atraque.
Independientemente de que el Puerto de Playa Blanca, en su nueva ampliación, pueda o no pueda, deba o no deba ser el nuevo puerto de cruceros de la Isla, lo que pone de manifiesto es lo pequeño y, consecuentemente limitado, que es el cerebro de nuestros políticos.
Cuando tu visión del futuro de Lanzarote solamente pasa por mantener el saldo positivo de tu cuenta corriente, ocurren disquisiciones como esta.
Lanzarote es un todo, para los ciudadanos por lo menos.
En Haría el PSOE denuncia que si se trasladan los cruceros al nuevo muelle sureño, el municipio de arruina.
En Arrecife, alguno del PP, otro de NC, se pone de manifiesto que los grandes barcos deben atracar en su muelle, independientemente de la imagen que la capital ofrece a los turistas que llegan a nuestras costas.
En el sur apelan al desarrollo turístico local para justificar la, posible, llegada de cruceros.
Todos esto no es más que una cortina de humo, creada por la incompetente maquinaria política insular, para mantenernos ocupados discutiendo si los barcos atracan en un puerto u otro, aunque esta sea una discusión estéril, absurda y ridícula, ya que, independientemente de donde “aparque” el barco, los turistas seguirán visitando los centros turísticos y las zonas de interés que esta Isla ofrece a sus visitantes.
Es absurda además porque la ampliación del Puerto de Playa Blanca, debido a muchas consideraciones, no puede admitir el atraque de los grandes cruceros y, lo que es más importante, en el proyecto no se contempla esta circunstancia.
Es una cortina de humo para que no hablemos de los grandes y graves problemas que tenemos en una sociedad marcada por la falta de visitantes, la ruina de las empresas y autónomos, la ausencia de inversión y financiación del Gobierno Autonómico, los graves problemas de abastecimiento de agua de nuestros agricultores, la discriminación sistemática, gobierne quien gobierne aquí y en el Gobierno Canario, que sufrimos desde hace ya demasiado tiempo y otros muchos problemas que padecemos los ciudadanos.
El verdadero problema radica en el hecho de que nuestro sueldo depende de nuestra situación económica, mientras que el de los que nos gobiernan solamente depende de sus pactos, nunca de sus gestiones en pro del beneficio colectivo.
La incompetencia que muestran los que nos gobiernan raya lo patológico y ya hay demasiadas muestras de ello. Contratan, según Miss Bolardo, a tres afamados economistas televisivos para no sé que, puesto que todavía no se ha hecho público el informe redactado por los citados. Supongo que les habrá entrado vergüenza torera lo que han plasmado los “especialistas” sobre la situación económica insular y como salir de la crisis en la que el virus nos ha metido y no se atreven a hacer, una vez más, el ridículo.
Llegaremos al 2023, año electoral, con los bolsillos llenos de decepciones, falacias, promesas incumplidas, mentiras interesadas y un sinfín de mochilas vacías de contenido.
Los que disfrutamos leyendo, escuchando la radio y viendo la película original, sufrimos día a día con esta patética versión que nos han puesto encima de la mesa.
Es la guerra de dos mundos demasiados alejados entre sí, una guerra donde, antes de dar el primer tiro, solamente hay un ganador, una contienda en la que, hagan lo que hagan, siempre van a ganar los mismos.