En estos días de tanto desmadre hay algunos que parece que se pasan de la raya, en todos los sentidos. En la mañana de este martes nos llamaban alarmados desde la querida isla de La Graciosa para manifestarnos el estupor que supuso para muchos de sus habitantes encontrarse con unos pasquines distribuidos por todas partes -desconocemos quién o quiénes son los autores- en los que de una forma soez y absolutamente censurable (sin ninguna gracia, vamos) se colocaba la cabeza de la presidenta del Cabildo, Inés Rojas, y de la alcaldesa de Arrecife, María Isabel Déniz, sobre el cuerpo de mujeres desnudas en posiciones obscenas. Una cosa es la crítica política, en la que cabe casi de todo, y otra es caer tan bajo como se ha caído con estos pasquines. No hay que olvidar que Inés Rojas, se quiera o no, se sea o no simpatizante de su partido político y de su acción política, es la presidenta del Cabildo de todos los lanzaroteños. Por tanto, intentar ofrecer al mundo una imagen suya con semejantes trazos no sólo denigra a quien lo ha hecho sino a la sociedad a la que la presidenta representa. Nos cuentan además los que han visto los pasquines que también se han cebado con otros miembros de Coalición Canaria (CC) como Luis Celestino Arraéz o Marcos Páez. Insistimos, la crítica política tiene límites, y en este caso se han pasado de la raya.
