martes. 22.04.2025

Una sentencia de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas condena a Dadahi R. H. S. a siete años de prisión por los delitos de robo con fuerza en casa habitada y como autor de un delito de agresión sexual en grado de tentativa, además de una indemnización de 12.000 euros a la víctima.

La sentencia no tiene en cuenta la petición de la defensa de atenuantes por hallarse el acusado bajo los efectos de los estupefacientes porque "era consumidor de cocaína y su objetivo era robar para obtener dinero para la compra de droga". Tampoco admite la reducción de condena por confesión puesto que "el acusado no compareció voluntariamente ante la policía para confesar los hechos, es más, con la excusa de que estaba drogado, ni siquiera admite haberlos cometido".

El procesado, según quedó probado en la vista oral, entró en la vivienda de la víctima escalando por la terraza, la agredió sexualmente sin llegar a penetrarla pero con “ánimo libidinoso y utilizando la fuerza” y, posteriormente, sustrajo “unos 65 euros de la cartera de la mujer y un móvil". El letrado de la defensa, Felipe Rocillo, no aceptó estas calificaciones al considerar que existió un robo y un abuso sexual sin penetración y que se dan los atenuantes de consumo de sustancias estupefacientes y de colaboración con la Justicia.

Dadahi R. H. S., en su declaración, afirmó no recordar qué sucedió la noche del 10 de diciembre de 2007 y confirmó que habitualmente consumía “cocaína y crack”. Según los hechos relatados en el escrito de calificaciones del fiscal, el ladrón entró en la vivienda por la terraza, a la que accedió escalando un edificio en construcción contiguo a la vivienda . El joven tampoco recordaba si él trabajaba en dicha obra.

Según la declaración de la víctima, ella se encontraba durmiendo en su cama cuando el acusado “se me echó encima, con la luz apagada, e intentó penetrarme”. El acusado llegó a desnudarla, y mientras le decía “¡Cierra los ojos, cierra los ojos, cierra los ojos...!”, intentó penetrarla sin lograrlo “porque yo estaba muy trincada”. María Isabel D.S confesó que no opuso resistencia por el miedo que sentía, ya que el joven le decía “que hay otro hombre fuera esperando”.

La víctima, una señora de 50 años, declaró ante el tribunal que desde el día de los hechos recibe tratamiento ambulatorio por la enfermedad mental que padece, “no puedo ver a un hombre y voy a tener que iniciar un nuevo tratamiento psiquiátrico”, dijo.

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