En la imagen cedida por una de las vecinas, se aprecian las manchas del insecticida que alguien colocó en el solar.
Seis perros han muerto envenenados desde el mes de marzo en Playa Honda. Así al menos lo han denunciado a esta redacción sus propietarios, todos ellos vecinos de una concurrida avenida colindante a la explanada del Aeropuerto de Guacimeta.
Éstos no han dudado un instante en interponer la correspondiente denuncia ante el Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA), en el Puesto de la Guardia Civil en San Bartolomé, acusando a un residente particular del mismo vecindario del "envenenamiento con insecticidas" que han sufrido los perros, entre ellos dos ejemplares de raza Cocker Spaniel y un canino cruce de pastor alemán y mastín del pirineo.
En sendas denuncias los afectados adjuntan los pertinentes certificados veterinarios con los que se acredita que los perros fueron llevados a consulta "con claros signos de intoxicación por organofósforados (vómitos, convulsiones, incontingencia fecal, babeo, etcétera) falleciendo casi inmediatamente de comenzar la exploración".
El solar colindante a las viviendas y en el que han sido halladas muestras de la sustancia que analiza el Seprona.
En una de las ocasiones, incluso a Guardia Civil y el propietario de un conocido local de ocio de la zona acompañaron hasta el veterinario a la propietaria de uno de estos perros, quien no tuvo más remedio que llevarse el cadáver de su mascota, "que tanta compañía le había hecho durante los diez últimos años", y acudir al crematorio de animales.
Culpan a un residente
El Seprona, por su parte, está analizando los restos de veneno, con forma de gelatina de colores, que fueron hallados en un solar cercano a las viviendas, donde se cree que los perros ingirieron el insecticida que provocaron su muerte inmediata. Los veterinarios tampoco creen que se trate de raticida, a juzgar por los signos de agonía de los caninos antes de morir.
Según la versión de este grupo de vecinos, los síntomas en las muertes de los caninos son todos muy coincidentes. Por ello, no dudan en acusar al propietario de una vivienda de la zona donde aparecieron las sustancias ingeridas por los animales.
Foto: Dory Hernández
Respaldados también por lo que se comenta en el propio barrio, están convenidos de que dicho residente ha colocado intencionadamente el veneno para avitar la presencia de los perros. "El solar lo acaban de limpiar y él no quiere que lo ensucien; se ha hecho ahí unos pequeños trigales, que al parecer no quiere que nadie estrope", comentan los vecinos.
Los afectados han sacado estos hechos a la luz pública, según dicen, para darle un escarmiento al que consideran un "asesino". "Este tipo de hechos conllevan multas de entre 1.000 y 3.000 euros y hasta de un año de cárcel, pero también nos preocupa que al zona sea frecuentada por niños,
que pueden tocar o llevarse a la boca cualquier cosa", explican.
Por todo lo sucedido, el Seprona ha establecido vigilancia en la zona, una medida que se ha hecho efectiva desde este jueves tras la que es ya la sexta muerte de un perro en el vecindario.