La segunda jornada de Madrid Fusión comenzó mucho más tranquila que la primera. Afortunadamente, el imprevisto de este lunes provocado porque las maletas de muchos de los participantes se quedaron en el aeropuerto César Manrique, se pudo solventar gracias a las ganas y al talento de los chefs que participaron en las presentaciones de ayer. Por fortuna, algunos de esos equipajes fueron llegando a lo largo de la tarde y noche y dado que la materia prima iba en cámaras frigoríficas preparadas para estas vicisitudes, no hubo que lamentar la pérdida de muchos alimentos.
Los responsables del Cabildo desplazados hasta Madrid explicaron que prácticamente se pudieron llevar a cabo casi todas las degustaciones y que sólo se quedaron sin presentar tres o cuatro platos de los previstos, una faena para los cocineros que llegaron a Madrid Fusión con elaboraciones muy pensadas y preparadas y que no tuvieron ocasión de ofrecer pero que demostraron que cuando hay genio e ingenio, el buen trabajo de abre camino.

Este martes, el stand de Lanzarote contó con la presencia del presidente del Cabildo, Oswaldo Betancort, que no pudo estar el lunes debido a la cumbre de presidentes de Parlamentos del sur de la Unión Europea y norte de África celebrada en la isla. En esta ocasión acompañó a los numerosos chefs que han vuelto a dejar el pabellón insular en lo más alto.

También hay que decir que fueron muchos los visitantes que se acercaron hasta Saborea España, en una de cuyas esquinas estaba Saborea Lanzarote, atendido de mil amores por el personal que dio a conocer y probar las excelencias de los productos conejeros.

También destacó en la zona de los vinos de Madrid Fusión, en la segunda planta del Pabellón 14 de IFEMA, el túnel del vino, que se trajo por primera vez y que, con total seguridad, repetirá en próximas ediciones, dado el interés que suscitó entre los curiosos que se acercaron a degustar e informarse sobre los caldos isleños.
En definitiva, la segunda jornada volvió a ser todo un éxito que será rematada este miércoles y que supondrá la certificación de que Lanzarote es un destino gastronómico de primer nivel.