Sergio Toledo organiza un ciclo de conferencias en el Cabildo en el que se abordan cuestiones relacionadas con la ciencia, la sociedad y el paisaje. Amigo de la naturaleza y apasionado de la historia, habla de la necesidad de desarrollar un modelo de crecimiento que no acabe con el territorio y que contemple la posibilidad de diversificar la actividad económica en Lanzarote. Una diversificación que es fruto de las necesidades de las circunstancias históricas.
“En Lanzarote se está produciendo un mestizaje cultural que, desde el punto de vista histórico, está todavía en sus inicios”
-Ha comenzado en el Cabildo de Lanzarote el ciclo de conferencias ‘Ciencias, sociedades y paisajes'. ¿De qué manera están relacionados estos tres conceptos?
-Aunque hoy en día nos parezca que el concepto de paisaje es algo que ha existido siempre, no es así. La mirada de los hombres respecto a la naturaleza estaba guiada por la necesidad, tanto la de producir alimentos como la de defenderse frente a la posibles agresiones de la naturaleza. Dentro del terreno de la cultura se va creando posteriormente una sensibilidad artística, científica y literaria respecto a ésta. Es justamente la época en la que va a surgir la ciencia moderna, con pensadores con Newton o Descartes.
-¿Qué relación tiene el simposio con Lanzarote?
-Algunas de las conferencias que se van a dar en el ciclo tienen que ver directamente con Canarias. Los ponentes hablarán de cuestiones como la creación del paisaje tradicional canario. Se recogen aspectos que tienen que ver con la botánica, con la zoología y también con la etnología de Canarias. Dos ponentes hablarán el viernes sobre cuestiones como la interpretación de la ciencia respecto a la interpretación del paisaje canario y sobre lecciones que se extraen del análisis del desarrollo económico y social de Canarias en los últimos treinta años para proponer un modelo de desarrollo que permita instaurar una sociedad con una economía más sostenible y con menos daños para el medio ambiente. Finalmente, el sábado se hablará sobre directrices de ordenación de paisajes y sobre el desarrollo urbanístico de los últimos años en Canarias proponiendo también alternativas para un urbanismo más adecuado a nuestra época.
-La evolución sociológica de Lanzarote es muy peculiar. Ha pasado en tan sólo unas décadas de ser una isla que emigraba a ser una isla que vive una enorme inmigración. ¿Cómo cree que ha afectado este cambio sustancial en la forma de pensar del pueblo de Lanzarote?
-No vivo en Lanzarote y, por tanto, no soy la persona más adecuada para responder a esta pregunta, pero efectivamente creo que Lanzarote, en el futuro, y quizá ya, es un caso de estudio interesante para sociólogo, antropólogos e historiadores de la cultura, ya que reúne unas condiciones magníficas para hacer el análisis de un pequeño mundo. Al ser una isla, tiene unas dimensiones reducidas, manejables para ver en profundidad las relaciones que hay entre el mundo urbano y rural, para ver cómo se sustituyen las relaciones sociales tradicionales por las relaciones actuales que tienen que ver con los cambios económicos y sociales que se están produciendo en la Isla. Desde el punto de vista de la demografía es una situación interesante. Hasta hace no mucho tiempo Lanzarote sufría una sangría en su población por la necesidad de emigrar. En cambio, desde hace unos años llega gente de otras autonomías españolas y de países latinoamericanos y africanos. Se está produciendo un mestizaje cultural que, desde el punto de vista histórico, está todavía en sus inicios. Quienes estudien el panorama social y cultural de Lanzarote dentro de 20 ó 25 años comprobarán que habrá sufrido un proceso de transformación bastante grande en relación con lo que era en 1975, época en la que comienzan a darse grandes cambios.
-¿Esta situación de pasar de depender de la agricultura y la salazón de pescado a hacerlo casi exclusivamente del turismo puede que haya estancado a la sociedad en torno a una única actividad?
La gente que invierte en bolsa sabe que es peligroso tener todas sus inversiones puestas en un único negocio, incluso cuando se trata de un negocio que está funcionando bien y que da buenos rendimientos. La actividad económica se puede ver afectada por cierto tipo de coyunturas como guerras o catástrofes naturales que pueden cambiar de la noche a la mañana la situación de cualquier sector económico. En Canarias y Lanzarote sucede igual. Siempre es peligroso apostar por una única línea de desarrollo. Hay que apoyar el turismo porque es una fuente de riqueza, aunque hay que ser imaginativo. El modelo de desarrollo no puede estar guiado únicamente, como sucedía en la década de los setenta, por la lógica del beneficio. Puede ser que haya que apostar más por la calidad y menos por la cantidad. Por ello, no hay que asustarse si hay que hacer moratorias turísticas. Ya que la construcción en Canarias está ligada al desarrollo turístico, estaría bien que los edificios que se construyeron en los años sesenta y setenta se vayan derribando y sustituidos por edificios adaptados a las necesidades del turismo presente. El turismo rural todavía está en la fase de desarrollo y me parece que es una forma de mejorar la calidad sin la necesidad de apostar por la cantidad. Lo mismo pasa con el sector rural. El mundo agropecuario tampoco está estancado, aunque pensemos siempre que la esencia de la tradición es la fabricación de quesos y la plantación de plátanos y tomates. Existen también en este sector nuevos proyectos, nueva gente proponiendo cosas y experimentando. Las autoridades políticas tienen que apoyar los nuevos proyectos innovadores en el sector agrícola y ganadero.
-Preside una asociación que se encarga de divulgar la historia científica de canarias. ¿Cuál es la peculiaridad de la Isla más apreciada por los estudiosos del tema?
-Los científicos han apreciado fundamentalmente los aspectos geológicos. El paisaje natural es muy llamativo, sobre todo para los europeos. Los científicos franceses, alemanes e ingleses que vinieron por Lanzarote en el siglo XVIII y XIX se encontraron con una isla volcánica con unos paisajes que les resultan desoladores, siniestros, aunque hermosos desde el punto de vista estético. Lo más llamativo de Lanzarote es su diferencia con el paisaje europeo.
-Hoy en día podemos predecir con suficiente antelación un desastre natural como la entrada en erupción de un volcán, quizá por eso no preocupa la idea de que algún día pueda volver a entrar en actividad, pero ¿cómo cree que se vivía antiguamente esta amenaza?
-En la cultura prehispánica de Canarias, se dieron algunas erupciones que vivieron los pobladores de entonces. Bien sean erupciones, inundaciones o sequías eso siempre deja una huella permanente en la cultura de los pueblos, incluso de aquellos que no tenían escritura, los pueblos primitivos. En los mitos se encuentra reflejada la huella de esas catástrofes naturales. Mientras más retrocedemos en el tiempo, más peligro representaba la naturaleza para el hombre. Ahora, en la modernidad, gracias a nuestro desarrollo tecnocientífico, hay toda una serie de variables naturales que podemos manejar en mayor o menor medida. Por tanto, podemos controlarlas y conseguir que nos afecten lo menos posible. La vida era muy dura y había que buscar la supervivencia día a día y cualquier catástrofe quedaba registrada en la historia oral de generación en generación porque eran hechos totalmente relevantes para la vida de esa comunidad. De eso, se extraían lecciones de tipo simbólico para transmitirlas.
-La relación entre la naturaleza y el arte es tremendamente estrecha. De eso dieron buena cuenta los antiguos griegos. ¿César Manrique supo ver esta relación como nadie?
Desde el punto de vista de la historia de la cultura canaria, hay que agradecerle el haber sido el primer artista que apostó decididamente por lo que actualmente llamamos movimiento ecologista Es un fenómeno de gran envergadura que permanecerá mucho tiempo porque queda mucho por hacer. Las generaciones actuales tienen que ceñirse a problemas que se han producido por el desarrollo económico y tecnológico. No es una moda pasajera.