Las imágenes que han aparecido estos días en televisión en las que aparecía una cuidadora de una guardería de Madrid obligando a los pequeños a comerse sus propios vómitos, tapándoles la nariz para que tragaran si querían respirar o encerrándoles en cuartos oscuros han provocado tantas lágrimas como indignación entre los padres que tienen a sus hijos en jardines de infancia y que no saben qué atención están recibiendo por parte de los empleados.
Milagros Armas Arráez es psicóloga y además la directora de la guardería Minicole y asegura que una persona que es capaz de tener ese comportamiento con los bebés necesita un tratamiento psicológico porque su comportamiento es inhumano. “Lo que ocurre es que no existe la obligación de que todo el personal que trabaja en estos centros sean pedagogos o puericultores; el único requisito es que una de las personas que está con los pequeños sí tenga esa titulación” argumenta ante la falta de profesionalidad de estas cuidadoras.
En cuanto a los papeles que una guardería debe tener en regla son una licencia por parte de Sanidad, que inspeccionará las instalaciones técnicas, como por ejemplo, un patio al aire libre de más de 70 metros cuadrados o aulas con espacio suficiente en función del ratio de niños. “Lo que pasa es que a veces estos jardines de infancia tienen el doble, triple o cuadruple número de niños de lo permitido”.
Sanidad también debe revisar el material empleado, desde los baños adaptados a la estatura de los niños, hasta los alicatados para que no haya virus en las cocinas o que el suelo sea antideslizante y no de baldosa normal. Los enchufes deben estar por encima de 1.50 metros y la instalación eléctrica tiene que estar preparada por si salta; las gavetas deben tener retenedores para que no se pillen los dedos los niños, lo mismo que las puertas; las ventanas han de tener la altura adecuada para que los pequeños no puedan saltar por ellas y no están permitidas las rejas para que las personas que están dentro puedan salir en caso de incendio. Por supuesto, debe haber extintores o luces de emergencia..., muchas cuestiones que se lamenta la psicóloga, en muchas ocasiones son menospreciadas por los padres en favor de una decoración bonita.
Además de todo esto, el centro debe pedir al Ayuntamiento un permiso de licencia de apertura que será otorgado tras la visita de un técnico.
1 cuidadora por cada 5 bebes
La directora de Minicole aconseja a los padres que no se fijen sólo en el precio o en que las instalaciones sean más bonitas o más feas. “Los padres deben darse cuenta de que las guarderías a las que van más niños porque se va corriendo el boca a boca suelen aceptar cada vez más chinijos sin aumentar el personal”, explica. Lo corrobora diciendo que “sé por las entrevistas que he hecho para contratar personal que ha habido cuidadoras que han estado cada una hasta con 30 niños de 1 a 3 años o 25 bebés por persona”. Los ratios adecuados según Armas es el de una cuidadora por 5 bebes o por cada 10 niños de 1 a 3 años.
Lo que sucede es que los padres no pueden saber si realmente una empleada de determinado centro es la idónea para ese puesto. Dice Milagros Armas Arráez que incluso a la hora de contratar es un tema complejo ya que “no le haces a esa persona un estudio psicológico y en una entrevista no se puede captar ese tipo de cosas”. Por ello, la directora del centro tiene que ser lo suficientemente eficiente como para vigilar a la gente que tiene bajo su responsabilidad.
Una de las imágenes que más ha impactado en el caso de la guardería denunciada es la de una niña que mordía de forma continuada a otra en la cara, sin que nadie lo evitara. La directora de Minicole dice que “puede ocurrir que en un momento determinado un niño muerda a otro y eso no significa que el pequeño no esté siendo bien atendido porque son cosas de niños; otra cosa es que sea algo recurrente”.
En este sentido, dice que para que los padres puedan percibir si los críos están siendo maltratados, deben estar atentos a determinadas cuestiones ya que los niños se adaptan a todo y no suelen quejarse. “El pequeño puede estar más irritable o con problemas de sueño, pero eso no tiene por qué significar un maltrato; puede ser que se ha peleado con su amigo”, dice la psicóloga que explica que es difícil que los padres puedan advertir señales delatoras.
Cuidadoras “aficionadas”
Milagros Armas Arráez también quiere poner sobre aviso de la existencia en Arrecife de señoras que en su casa se dedican a cuidar hasta 30 niños, algo que no se puede denunciar porque estas mujeres no figuran como si tuvieran una empresa. Además, dice que “los padres saben que estas personas no son profesionales y si los llevan, es su responsabilidad”. Lo más curioso es que, en opinión de esta especialista, suelen cobrar mucho más dinero que las guarderías legales.
Precisamente sobre el tema de las denuncias dice que es algo complicado y que ella prefiere centrarse en su trabajo y no meterse con el de la competencia. Asegura que en muchas ocasiones es difícil poder demostrar que un centro no está cumpliendo con las normas porque, por ejemplo, no está especificado en ninguna parte el número de niños de los que debe ocuparse cada cuidadora. Es más, hay múltiples variables, desde los centros con unas instalaciones estupendas y personal pésimo o al revés.
En cuanto a las sanciones, Milagros Armas Arráez no quiere pronunciarse pero sigue invitando a todos los padres que llevan a sus hijos a jardines de infancia a que se informen sobre todos los requisitos que deben cumplir los centros y lo pongan en conocimiento de los organismos pertinentes si ven que no se llevan a la práctica a rajatabla.