Cuando uno visitaba la playa de La Garita sabía que se lo iba a encontrar allí. Pocas personas de la Isla y no pocos turistas han acudido a este rincón único del pueblo de Arrieta y no se han tropezado con un restaurante que desde 1992 ha servido comida a pie de playa a muchas generaciones. Desde este lunes su estructura y su esencia son ya historia. El Ayuntamiento de Haría ha concluido con su proyecto de cierre desmontando la estructura que quedaba cerrada como si de un mecano se tratase y está preparando la zona, ahora un tanto rara y desangelada, para poder realizar la obra financiada por el Gobierno de Canarias que se supone que va a mejorar el entorno del lugar.
El caso es que no todo el mundo está de acuerdo con lo que ha sucedido, sobre todo porque se trata de una historia singular que tiene también a los singulares políticos del norte como protagonistas. Sin que saliera a concurso, el kiosco fue recibiendo autorización tras autorización municipal, igual que la recibe el furgobar que está al lado en el que principalmente se venden mojitos, una estructura teóricamente provisional que apareció allí como complemento y actividad social en los tiempos del entonces alcalde Marci Acuña. El anterior Gobierno municipal fue el que tomó la decisión y la anunció en abril de 2022, conscientes entonces y ahora que como mínimo iba a plantear un litigio por parte de las personas que estaban explotando el próspero negocio.
El kiosco por tanto ha dejado de existir, la playa de La Garita va a tener otra pinta durante el tiempo que duren las obras y el tiempo que estén las actuales vallas amarillas allí. Ninguno de los políticos que ha intervenido en la historia descarta que luego, más adelante, se levante otro kiosco más moderno pero que preste un servicio parecido al anterior. ¿Ha perdido el norte un lugar emblemático? Habrá gente que pensará que sí y habrá gente que pensará que no.